—Mmm —la luz le lastimaba la vista, el soleado cielo estaba resultando un dolor de cabeza para el beta. —Demonios —espetaba cubriendo sus ojos. Solo fue cuestión de unos segundos para que este se diera cuenta de que aquella habitación no era la suya. Removió la colcha con el fin de verificar si llevaba ropa puesta. Un set de pijamas de seda color gris cubría su cuerpo, buscaba con desesperación la respuesta de cómo había llegado ahí.

Recorrió la habitación y no encontró rastro de que hubiera alguien más en aquel cuarto. Se acordara o no, necesitaba salir de ahí, su ropa apestaba a cigarro y alcohol. Ocupaba ir a su apartamento, cambiarse e ir al trabajo.

—Maldición no debí beber —exclamaba frotándose las sienes. El baño y café ayudarían un poco a sobrellevar la resaca, pero no la quitarían del todo.

—No se preocupe, me encargaré de llevarlo. Solo, coloque su brazo alrededor de mí.

Conforme el agua caía sobre su rostro en la ducha, la imagen de Hana llegó a su mente.

—Diablos, la conozco de hace poco y ya le causé molestias. Debo asegurarme de llevarle algo como muestra de agradecimiento. —decía para sí mismo mientras se apuraba a terminar de bañarse. Tomó un par de analgésicos, pues su cabeza seguía retumbando con el más mínimo ruido. —¿Qué es esto? —se cuestionaba al ver una ligera marca rojiza en su clavícula. A comparación de las otras marcas dejadas por el alfa, está de alguna manera tenía un tono más vivo. —Debo de estar alucinando, demonios necesito apresurarme.

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Tan pronto salió del elevador, vio como a su derecha en una de las oficinas cercanas Víctor se encontraba hablando con otro de los trabajadores. Intentó apresurar el paso para salir del rango de visión de este, pero algo en su interior parecía decirle que no lo había logrado. Aun así, continúo avanzando sin voltear atrás.

—Joven Vaughan ... Buenas tardes. —decía la omega sonriendo.

—Buenas tardes, debió ser pesado para ti estar sola ese par de horas, una disculpa.

—No tiene de que preocuparse, me encargué de tomar nota detallada de todas las personas que llamaron preguntando por usted. Me tomé el atrevimiento de decirles que se encontraba en una junta de emergencia.

—Muchas gracias, Hana... sé que no es gran cosa, pero quería darte un pequeño detalle como agradecimiento. —decía entregando una bolsa de la panadería de moda en aquel sector.

—¿Es para mí? Muchas gracias, pero no necesitaba hacerlo. Es mi deber como su asistente. —respondía con una sonrisa.

—Tener que lidiar con borrachos dudo mucho que sea parte de tu agenda. —la omega tenía una mirada de confusión en su rostro.

—¿Disculpe?

—Te prometo que no volverá a suceder. No quiero volver a ser una molestia.

—Joven Vaughan, no creo entender.

—Tuviste que lidiar conmigo anoche, debió haber sido muy difícil llevarme arrastrando hasta el hotel. Solo dime cuanto fue lo que pagaste por la habitación, me encargaré de devolvértelo.

—... Ah se refiere a eso, tenía toda la intención de hacerlo, pero el Sr. Knox insistió en que él se haría cargo. Debió verme batallar al intentar llevarlo a mi auto, perdón no soy muy fuerte.

—... —las palabras de la omega dejaron sin habla al beta. Tenía que ser la resaca jugándole una broma. —¿Qué dijiste? —debía de estar aún dormido, seguro despertaría en un instante.

—El Sr. Knox fue quien le hizo el favor de llevarlo... ¿Quizás quiera que le devuelva esto?

—No... está bien. —¿Cuándo se supone que despertaría?

—Sr. Knox bienvenido.

—Veo que finalmente aparece, joven Vaughan. —quizás la omega no lo notaba, pero Ian lograba ver como las comisuras de la boca del alfa se curvaban levemente mostrando una sonrisa burlona. —Si está disponible, me gustaría analizar con usted los últimos reportes que recibimos esta mañana. —el beta seguía sin poder pronunciar palabra. —lo estaré esperando en mi oficina.

Por un momento pensó que el alfa le había mentido con el fin de que este fuera a su despacho, pero no fue así. Ambos estuvieron discutiendo el mejor plan de acción de acuerdo con las estadísticas que acababan de llegar. Y aunque no quería admitirlo, ver a Víctor en aquel traje azul oscuro era algo deleitable para los ojos. Odiaba que este fuese tan atractivo.

—Si no hay nada que agregar, me retiro. Me encargaré de comenzar a hacer los ajustes del plan que hicimos.

—Solo una cosa más. —giró su cabeza hacía el alfa al oír eso. —Me pregunto —podía ver como este comenzaba a caminar en su dirección. —¿Cuál es mi premio de agradecimiento? —sin darse cuenta se encontraba contra una de las paredes de aquella oficina y Víctor. —Es decir, Hana obtuvo algo sin haber hecho nada.

—Me encargaré —intentaba no centrar sus ojos en los luceros azabaches. —de enviarle una tarjeta de regalo sin falta antes de que termine el día. —muévete, muévete repetía en su mente.

—Mmm no creo que sea suficiente... parece que aún no recuerdas lo mal que te portaste dentro de la limusina. —aflojó su corbata con el fin de dejar ver la marca que el beta había impregnado en su piel. —digamos que estabas bastante animado. Además, tú mismo lo dijiste, se sintió muy bien.

—... —Una oleada de imágenes de la noche anterior comenzaron a invadir su memoria. ¿Por qué diablos se había comportado de esa forma?

—Vaya parece que ya recordaste. —decía acercándose a aquella boca rosada, al ver como el rostro de Ian tenía el color de un tomate. —imagínate lo difícil que fue para mí el tener que cambiarte de ropa, mientras mi pene estaba a punto de explotar. Ver tu piel expuesta frente a mis ojos, es tan tersa. —decía rozando la mejilla del beta. —que deseaba devorarte en ese instante... —desabotonó los tres botones de la camisa de Ian, dejando expuesta la marca de su clavícula. —da gracias que solo hice esto. —declaraba presionando la piel.

Aquellas horas perdidas en su mente comenzaban a hacerse presente con claridad, cada detalle, cada palabra, cada acción que había hecho.

—Vamos dormilón, suéltame —declaraba intentando remover los brazos que aprisionaban su cuello. —Ian, por tu bien será mejor que me sueltes.

—mm ¡No quiero! —exclamó frunciendo el ceño.

—En verdad estoy en mi límite y, no quiero aprovecharme de alguien alcoholizado. —liberó los brazos, el beta le veía con disgusto al parecer el obligarlo a soltar al alfa no le había agradado en lo absoluto. —Diablos, si tan solo estuvieras un poco más consciente. —decía al tener a Ian jadeando frente a él. —Ahora ve a dormir, nos veremos luego. —Comenzó a caminar hacia la salida al ver que el beta se quedaba quieto en la cama. Justo cuando estaba a punto de salir un ruido proveniente de la habitación le hizo volver. La imagen de Ian tambaleándose mientras intentaba quitarse la ropa puso en alerta a Víctor. —Ey, ey cuidado —alcanzó a pescarlo del brazo antes de que este cayera. —¿Qué haces?

—La ropa... me stoorba —escucharlo arrastrar las palabras le causaba gracia.

—De acuerdo te voy a ayudar a ponerte la pijama, así que coopera conmigo.

Pasó saliva al ver las piernas expuestas del beta, rozar la piel lograba que este comenzara a respirar con mayor dificultad. Se apresuró a colocar la parte baja del conjunto. Intentaba no ver aquel pecho, pues si le prestaba atención comenzaba a recordar lo bien que se había sentido el sexo con el beta. Ian se tiró hacia atrás antes de que el alfa acabara de cerrar los botones de la pijama.

—Anda divirtámonos—declaraba el beta acercando su mano al muslo de Víctor.

—Es muy peligroso lo que estás haciendo —decía alejando la mano de Ian. Los ojos del alfa se abrieron al ver como este jalaba hacia un lado el cuello de la pijama dejando al descubierto su clavícula. La forma tan sensual en la que lo veía hizo que Víctor sin pensarlo comenzara a lamer el delgado cuello, no había feromonas, pero la forma en la que este gemía hacía que el deseo del alfa creciera. Mordió la clavícula del beta, sentir la tersa piel era simplemente algo delicioso.

—Aghh.

La voz del beta le hizo volver en sí, no importaba que tan excitado estuviera, Ian estaba alcoholizado, se repetía al tiempo que retrocedía. Los ojos rubíes comenzaban a cerrarse de nuevo.

—Demonios, me aseguraré de cobrarte esto la próxima vez —proclamaba sintiendo la erección de su miembro.

Sentir al alfa tan cerca le hizo volver al presente.

—Tengo que irme.

—¿Por qué? ¿Tienes miedo de lo que pueda suceder si te quedas?

—No, es solo que no quiero estar cerca de un depravado como tú.

—Sería un poco más creíble si no tuvieras esa expresión en tu rostro.

—¿De qué diablos hablas?

—La forma en la que me miras, es como si me pidieras que te tomara en este instante.

—Estás alucinando, me encargaré de enviarle su regalo de agradecimiento. —exclamaba intentando retomar la compostura, mientras salía con rapidez de aquella oficina. Sabía exactamente de lo que hablaba Víctor, tenía razón, cada vez que tenía tan cerca al alfa no podía evitar recordar el placer carnal que había experimentado a su lado. La forma animal en la que habían copulado.

—Joven Ian, ¿se siente bien? —cuestionó Hana al verlo entrar a la oficina —tiene la cara roja.

—Sí, no te preocupes creo que aún tengo resaca. ¿Podrías llevarme todos los mensajes que recibiste en mi ausencia? Hay mucho que hacer hoy. —la omega asintió.

Enterrar su cabeza en el trabajo era lo que necesitaba, su familia confiaba en que representaría a la compañía de manera excepcional y no tenía pensado decepcionarlos. Agradecía que varios de los socios le hubieran llamado de esa forma podría dejar de pensar en cosas innecesarias. Había intentado salir lo menos que pudiera de su oficina ese día, pues cuando menos lo pensaba encontraba a los ojos azabaches viéndole fijamente.

—¿Acaso me colocó un rastreador? ¿Cómo es posible que lo encuentre en todas partes? —murmuraba dirigiéndose nuevamente a su oficina.

—Joven Vaughan, no sé si sea de su agrado, espero que si —declaraba entregando una bolsa de papel. —No ha ido a comer y ya es bastante tarde, eso no está bien, cuide de su salud.

—Muchas gracias, Hana.

No sabía si era debido a la resaca o quizás era porque tenía demasiado sin comer una hamburguesa, pero estaba deliciosa. La frescura de los vegetales combinaba de maravilla con la jugosidad de la carne y los pepinillos le daban el toque ácido que necesitaba. Devoró hasta el último bocado, recargando de esta manera su energía para poder terminar aquel día que parecía no tener fin.

—Joven me retiro, no sé si hay algo que necesite que haga antes de que me vaya.

—No Hana, descansa y por cierto la hamburguesa estuvo deliciosa muchas gracias. —una sonrisa se hizo presente en el rostro de la omega. Intentó quedarse más tiempo, pero era suficiente al menos por ese día.

Recargó su cabeza en una de las paredes del elevador, no había necesidad de que estuviera atento, ya que este iba hasta la planta baja. Cerró los ojos por un momento, el sonido de voces en dirección hacia el ascensor hizo que los abriera. Frente a él se hallaba Víctor viéndole con una sonrisa burlona y justo detrás de él comenzaba a entrar una masa de gente, haciéndolo quedar preso ente la pared del ascensor y el alfa.

—Parece ser que este escenario es algo normal entre nosotros. —susurraba Víctor acercándose al oído de Ian. Giró su rostro con rapidez al sentir como las palabras del alfa golpeaban en su piel, al hacerlo logró saborear el fresco aliento de Víctor. Se hallaba reaccionando al percibir el calor que emanaba el cuerpo del alfa. Debía actuar normal, no podía permitirse mostrarle a Víctor lo que este causaba en su anatomía.

La mayoría de la gente comenzó a descender en los siguientes pisos y aunque el elevador se vaciaba Víctor no retrocedía.

—Parece que he llegado a mi destino, descanse joven Vaughan no queremos que se sobre exija —declaraba saliendo del ascensor mientras sonreía pícara.

No había manera en que lo hubiera notado, no podía haberlo notado, se decía a sí mismo. Al tiempo que se dirigía al estacionamiento, necesitaba llegar a su auto rápido.

—¡Diablos! —proclamó en voz alta al cerrar la puerta de su vehículo. Su cuerpo al recordar el placer que experimentó había reaccionado dándole una erección. Nunca imaginó que se encontraría en un estacionamiento masturbándose debido a la libido que un alfa despertaba en él. Tener su vehículo al final de aquel corredor por haber llegado tarde, estaba resultando a su favor en estos momentos, en los que ocupaba saciar su deseo. Aunque no había nadie ya su alrededor, sabía que necesitaba hacerse cargo de aquella situación lo más pronto posible. Estimulaba su miembro con una mano, mientras con la otra se encargaba de cubrir con una camiseta la cabeza, no podía darse el lujo de mancharse. El toque de Víctor sobre su piel aún parecía estar presente.

—Aggh mmm.

Mordía sus labios para mantener los gemidos bajos, cada recuerdo que invadía su mente le estaba llevando al final. Sintió como su miembro temblaba y dejaba el rastro de semen en aquella camiseta.