No sabía cuánto tiempo había pasado desde que nos escondimos, pero cada segundo parecía una eternidad. Solo esperaba a que saliera el sol, a que todo terminara. Adell temblaba a mi lado, con el cuerpo frío y tenso. El sonido de los demonios merodeando afuera me oprimió el pecho, pero, por suerte, logramos pasar desapercibidos en nuestra pequeña cabaña.

Finalmente, los primeros rayos de la mañana se filtraron por las rendijas de la puerta. Me asomé con sumo cuidado, evitando cualquier ruido innecesario y conteniendo la respiración. Entonces vi que los necrófagos se habían ido, ahuyentados por el sol. No perdí tiempo y tomé el brazo de Adell para irme. No podíamos seguir en esta aldea. No después de lo sucedido. Me apresuré, ignorando los rastros de sangre que manchaban el suelo. Corrí con Adell a mi lado, sabiendo que teníamos que irnos cuanto antes antes de que descubrieran que me había llevado las provisiones.

Sin pensarlo dos veces, cruzamos las destartaladas puertas que marcaban el límite del pueblo. Una vez fuera, aminoré el paso, caminando con cautela, escuchando cada sonido, cada movimiento. Tenía que asegurarme de no encontrarnos con ningún necrófago. Adell me seguía, respirando agitadamente. Pero aún no podíamos detenernos, no ahora.

***

**La perspectiva de Rebecca**

La primera hora de la mañana llegó con una tenue luz que se filtraba por las rendijas de mi cabaña, trayendo consigo otro día de esta pesadilla. Al abrir la puerta, el aire frío me golpeó la cara, impregnado del olor a hierro, sangre y podredumbre. El cadáver del Sr. Andersen yacía ante mí, desfigurado, casi irreconocible. Apenas unas horas antes, me había ofrecido fruta, con la mirada cansada pero amable. Ahora, era solo un recuerdo lejano frente a su cuerpo mutilado. Su cabaña, no lejos de la mía, no era más que un montón de escombros. Las manchas de sangre en el suelo parecían gritar en silencio, recordándome lo sucedido la noche anterior.

The first hour of morning came with a dim light illuminating my hut. I opened the door carefully, but the sight was gruesome. A corpse lay on the ground, barely recognizable. It was Mr. Andersen, who had given me some fruit the night before. Beyond, his hut was completely destroyed, and traces of blood were everywhere. I couldn't bear to look at it for long. Guilt consumed me. I couldn't help him, or his family. I was afraid. His daughter's screams still echoed in my mind, like an indelible echo that would haunt me for the rest of my life.

I couldn't help but feel remorse at the tragic scene. Her daughter's screams still echoed in my mind, so persistent that I couldn't forget it in this life. "Dad! Please, no!" Her words were constantly repeated over and over again. I had been there, hiding, paralyzed by fear. I did nothing. I couldn't even move to save her daughter. I am a coward, a waste of a human being who only knows how to hide while others die.

"I'm sorry..." I murmured, the words came out of my mouth loaded with melancholy, but in the end, I was just trying to alleviate a little of the guilt that was eating away at me. "I'm sorry..." I repeated, perhaps in my heart I knew that if there was another chance, I would act the same way. Wasn't I as monstrous as the ghouls? They killed by instinct, but I... I let a child die out of cowardice.

I closed my eyes, trying to push the images away, but it only made them clearer. Mr. Andersen, his wife, his daughter... they had all died in front of me. I turned around, unable to bear the sight any longer, and walked toward the leader's cabin. Each step was heavier than the last, guilt still dragging me down to the ground.

The meeting had already begun by the time I arrived. The leader was screaming furiously, his face distorted with anger. The other people present seemed just as upset, their eyes burning and filled with despair.

"What happened?" I asked. My weak voice was barely audible, but no one looked at me as if they didn't even think I deserved an explanation.

At that moment, a short, stocky man rushed in, his breathing labored.

"Leader, there's no one there. They seem to have left."

"Damn it!" "Samantha," the leader roared, slamming the table so hard that blood began to drip from his palms. "That bitch stole from us."

"Wait… what happened?" I asked again, though each word cost me more effort.

"Samantha," the man with slanted eyes said, his voice cold and full of contempt. "That bitch stole our supplies. She ran off with her brother."

—Sam… Samantha stole from us? I asked, trying to process the information. "Are you sure? You're not mistaken?"

—¿Cómo puedo estar equivocado? —espetó el hombre de ojos rasgados, con la voz cargada de veneno—. Tras el ataque de ayer, registramos el almacén. Las cadenas estaban rotas, los suministros saqueados. Samantha y su hermano se han ido. Si no fueron ellos, tengo que creer que fuiste tú.

Parecía que un sudor frío me corría por la espalda mientras permanecía en silencio. Samantha, quizá, se había dado cuenta de que el líder planeaba matar a su hermano, aun así...

Miré a mi alrededor y vi los rostros desesperados y furiosos de los demás. Sabía que esto no terminaría bien. Samantha había tomado la decisión equivocada; el líder no era de los que se quedaban de brazos cruzados; Sam definitivamente estaba en peligro.

—¿Qué vamos a hacer? —preguntó el hombre de ojos rasgados.

—Hagamos lo que tengamos que hacer —dijo el líder, con la voz llena de ira y determinación—. No podemos dejar que se salga con la suya. Samantha y su hermano pagarán por lo que han hecho.

Asentí levemente, pero en el fondo sentía una mezcla de asco y resignación. Primero quise matar a su hermano y ahora se hacían la víctima; me repugnaba seguir a semejante persona. La aldea estaba al borde del colapso, y ahora que Sam se había llevado los suministros, todo parecía perdido.

Miré al horizonte por última vez, sintiendo el peso de mi culpa arrastrándome hacia el abismo. No había expiación para nosotros, solo muerte y desesperación. Tal vez esto era lo que merecía.