Los presentes se pusieron tensos, el ambiente se volvió más denso . Sin decir una palabra más, se apresuraron a abrir la puerta, con el corazón acelerado, esperando encontrar a alguien espiando.

"¡Tap!"

La puerta de la cabaña se abrió de par en par con un fuerte ruido. El viento entró de golpe, sacudiendo suavente a todos los que estaban ahi, al asomarse, no había nada ni nadie. Solo un paisaje vacío y desolado, con el sol, casi totalmente oculto entre nubes negras que parecian tragarse los ultimos rayos de luz del dia.

Un pesado silencio envolvio la cabaña, interrumpido solo por el lejano sonido de los árboles que crujían bajo la suave presión del viento.

"Parece que estoy un poco paranoico..." murmuró el líder, como si tratara de convencerse a sí mismo más que a los demás. Sus ojos barríeron los alrededores buscando alguna señal, pero nada. Todo estaba en calma, demasiado en calma.

Volvió a mirar a cada persona que lo acompañaba, en su frente el sudor se caiga brillando debilmente, su rostro marcado por la tensión.

 "Esta discusión ya está terminada. Mañana procederemos con lo acordado, esperaremos a que Samantha se haya ido a explorar." La voz del líder sonó baja, y en ocaciones se podia tenia un ligero matiz de culpa. Pero rapidamemte volvia a su sinismo habitual

Un hombre joven, de ojos rasgados y mirada astuta, dio un paso al frente. — "Pero jefe, ¿qué pasa si se da cuenta de lo que planeamos? Si descubre lo que tratamos de hacerle a su hermano, se volvera loca.

El líder lo miró fijamente, con una calma inquietante. "Está bien. No importa. Algo se me ocurrirá..." comentó con tono sereno, como si las consecuencias de sus decisiones no fueran lo suficientemente graves como para alterarlo. La oscuridad en sus ojos reflejaba algo más: una certeza escalofriante de que nada podía todo estaba bajo control.

Rebeca, la única mujer del grupo, no podía evitar sentir un nudo en el estómago. Su rostro se contraia marcado por la culpa, pero el miedo de ser la siguiente era mas fuerte. 

"No quiero hacerlo... pero es necesario. Penso rebeca, mientras el nudo en su estómago no la dejaba respirar. "Nos estamos quedando sin comida. ¿Que mas puedo hacer? No habia opcion." Trato de justificarse pero la culpa la estaba consumiendo.

En ese momento un murmullo pasajero trajo consigo una pregunta que sacudio su corazon.

"¿Y si decide vengarse de nosotros?" Pregunto alguien del grupo. Su voz cargada de acusaciones hacia eco en el aire con un tono inquietante.

El líder esbozó una sonrisa torcida, pero sus ojos no mostraban ningún vestigio de emoción. "Será bienvenida a intentarlo, pero... ¡tendrá que pagar el precio!", dijo, las palabras saliendo de su boca como veneno. Su sonrisa se alargó, pero había algo oscuro y siniestro en ella, algo que me ponia la piel de gallina.

El aire se espesó aún más, como si las sombras mismas se apoderaran de la cabaña. Nadie se atrevia objetar. El miedo, el desconcierto y la anticipación de algunos se mezclaban en el ambiente, mientras el sol se desvanecía lentamente, dando paso a una noche aún más oscura e Insidiosa. 

***

『Samantha』

"Thumm..." (golpe)

El sonido de mi cabeza chocando con la puerta fie lo ultimo que quise escuchar. 

La voz del lider resonó desde dentro de la cabaña. En ese instante, me giré y regresé corriendo todo el camino, sintiendo el peso de mi corazón acelerado. Volví a la choza lo más rápido que pude, tropezando con algunas piedras y ramas, hasta encontrar a Adell, mi hermano, esperándome en un rincón del cuarto.

'¿Que hago?' pensaba desesperada. Necesito encontrar una manera de escapar. La noche me era imposible, los necrofagos deambulan por lugar, no podia exponer a mi hermano de esa manera, tampoco podia esperar el amanecer, la amenaza del día siguiente lo hacía aún más urgente. ¡Mierda! Me estoy quedando sin opciones. 

"Espera y si.." murmure suavemente.

Un pensamimeto perturbador sono con claridad en mi mente, pero al instante lo descarte. 

«No, no puedo hacer eso» me dije a mi misma.

 "Aunque el mundo haya caido, cruzar esa línea significaría dejar de ser humano". Me recorde nuevamente, no podía perderme en la oscuridad.

Respiré profundamente, intentando por las fuerzas calmarme, aunque sabía que no había mucho tiempo. El silencio era abrumador, pero mi mente, completamente en el pánico, no dejaba de buscar una solución. Me costaba pensar con claridad, el cansancio y el miedo me nublaban. Miré alrededor. La situación era crítica. La comida estaba casi agotada, el agua ya escaseaba, y las provisiones que quedaban no durarían mucho más. En momentos como este el panico amenza con cosumirme, pero de repente, la imagen de una camioneta paso por mi mente y fue entonces cuando recorde:

 «El líder escondía un auto en algún lugar de la zona roja». Lo descubri un día mientras husmeaba por los alrededores, con el corazón en la garganta. Había prometido no decir nada a cambio de un poco de medicina. Acepté sin pensarlo, sin cuestionar nada. En ese momento, mi hermano estaba en estado crítico, y era algo de lo que no podía prescindir. Ahora, ese pequeño trato se volvía vital."

Habiendo fijado la ruta de mis planes, me acerqué a su cama, mi respiración aún agitada, casi asfixiada por la tensión. Mirandolo dormir profundamente una rabia contenida se apoderó de mí. No iba a permitir que nadie lo tocara, que nadie lo lastimara. Coloqué mis manos sobre las suyas, sintiendo el frío que aún emanaba de sus dedos, como si su vida fuera un hilo finísimo, a punto de cortarse. Lo abracé con rudeza queriendo transmitirle algo de fuerza, pero tal vez el movimiento fue demasiado. Sus ojos se abrieron, confusos, sobresaltado.

—H... hermana? —preguntó, su voz llena de sorpresa.

—Sí, soy yo —respondí, con la voz apretada. Me aparté un poco para mirarlo, pero no quería que viera el miedo en mis ojos.

—¿Qué estas haciendo? —preguntó, ahora completamente despierto

Lo miré un momento, buscando las palabras adecuadas. Tenía quince años, ya podía entender más de lo que parecía, pero aún era un niño en muchos aspectos. No quería asustarlo, pero no podía mentirle más.

—Nada, solo... —mi voz se cortó un momento, mientras una firme resolución tomaba forma en mi pecho. Lo miré directamente a los ojos, tratando de no dejar que el panico me consumiera. —Adell... tenemos que irnos ahora.

— ¿Qué esta pasando, hermana? ¿Porque estas actuando asi?

 ¿Deberia decirle la verdad? Pensé, aun si tenia sentimientos encontrados, no queria que perdiera su inocencia, su juventud... pero en este momento todo se estaba desmoronando frente a mí. Lo veía a los ojos, y supe que no podía esconderle más la verdad. Ya no era un niño.

—El jefe... —comencé, mi voz titubeante, tratandode formular la oracion —. El jefe ha perdido la cabeza. Quiere sacrificarnos. A todos, Adell. tenemos que salir de este lugar.