Las voces a su alrededor sonaban dispersas, intentaba fijar su atención a lo que estaba sucediendo, pero seguía disociándose. Una voz continuaba insistente pronunciando una y otra vez el mismo sonido.

—¡Ian! —gritó el alfa sacudiendo al beta por los hombros. Aquello había logrado traer la atención de vuelta a ese momento.

—...

—Vamos necesitamos que te revisen, Ian ¿me estás oyendo?

—Sí, sí, perdón. —Sus manos seguían temblando, al bajar la vista, noto como sus nudillos estaban inflamados y rojos, apretó y liberó el agarre para ver si esto ayudaba con los temblores, pero no lo hizo. Sintió como el alfa tomaba sus manos.

—Sé que deseas ir a casa a intentar olvidar todo lo que paso esta noche, pero en verdad necesito que te revisen... me aseguraré de que ese maldito no sea capaz de poner un pie fuera de la cárcel por el resto que le queda de vida. Así que dulzura, por favor deja que te revisen.

Era la primera vez que oía ese tono de voz salir de aquella boca, cada una de esas palabras eran como una melodía que brindaba calma y calor al pecho del beta.

—Hana ¿Cómo está, Hana?

—En este momento la están terminando de revisar para poderla trasladar al hospital. Cubriremos los gastos médicos, psicológicos y todo lo que sea necesario para remediar un poco lo que ha sucedido. —los ojos rubíes veían con duda al alfa. —Es lo mínimo que podemos hacer, luego de haberle fallado. —hablaba en serio, no lo decía de los dientes para afuera, podía ver como Víctor en verdad se sentía responsable por lo que había pasado.

—Es bueno saber que la están atendiendo. Tus manos —dijo al ver como los muñones del alfa estaban machados de sangre.

—No debes preocuparte, no es mi sangre, pero esto —lo tomó con delicadeza de la barbilla. —si es importante, —decía al ver los golpes en la cara del beta y, las marcas que habían dejado en su cuello. —¿permitirás que te revisen? ¿Está bien si se acercan nuevamente ahora? —Aquellas palabras trajeron a su mente una memoria que se había perdido, debido a una crisis disparada por lo que acababa de pasar.

—Ian, está bien todo está bien.

La ambulancia arribó a la escena con rapidez, de inmediato comenzaron a evaluar la situación de Hana. De la misma forma los paramédicos intentaron revisar al beta, pero no habían tenido éxito, Ian comenzó a hiperventilar, sus ojos se llenaron de lágrimas y su cuerpo empezaba a temblar con mayor intensidad.

—Ian ¿cierto?, tan solo necesito revisarte, me aseguraré de que todo esté en orden.

Los ojos rojizos buscaron con desesperación los luceros azabaches, era como si estos estuvieran pidiéndole ayuda.

—Voy a revisar tu visión. —lágrimas comenzaban a recorrer las pálidas mejillas.

—Espera

—Necesito que veas directo a la luz —el paramédico intentaba seguir el protocolo.

—Espera un momento, no ves que se está alterando. ¡Suéltalo! —espetó halando al beta hacia él nuevamente. —solo dale un minuto para que se tranquilice.

Sentir el calor del cuerpo del alfa le confortaba, los latidos provenientes de aquel enorme pecho parecían arrullarlo.

—¿Ian?, ¿está bien si te revisan? —la voz de Víctor hacía que su mente dispersa volviera al presente.

—Sí.

—Me quedaré aquí, claro si te parece bien. —decía tras llamar a un paramédico.

—Gracias.

—Muy bien primero que nada por favor, siga la luz —el alfa mantenía la mirada fija mientras se llevaban las revisiones de rutina.

—¿Y bien?

—No parece que haya ningún traumatismo, pero me gustaría que fueran al hospital para poder lavar y curar correctamente las heridas que tiene sobre las manos.

—¿En verdad es necesario? —preguntaba Ian.

—No es obligatorio, pero de esa manera nos aseguraremos de que no haya complicaciones por infección o que lleguen a quedar cicatrices. Así que en verdad le sugeriría que vaya al hospital. —la indecisión llenaba la cara del beta.

—Iremos de inmediato. —declaraba Víctor. El paramédico sonrió al oír eso y, después se dispuso a volver a su unidad.

—Pero no es algo que sea necesario. —proclamaba en voz baja Ian.

—Lo último que queremos es que esas hermosas manos lleguen a quedar con cicatrices, así que sube —decía quitando la alarma de un deportivo negro.

Su camino al hospital había estado muy tranquilo, era la primera vez que veía a Víctor tan callado, solo la música clásica a un volumen casi imperceptible era lo que se oía dentro de ese automóvil.

—Buenas noches, soy la Dra. Lambert y estaré a cargo de usted. Veo que le hicieron una previa evaluación, me gustaría de igual manera hacer otra revisión tan solo para estar seguros. —el beta asintió. —¿Deseas que tu novio se quede en la habitación contigo? —sintió como sus mejillas hervían.

—No, no es mi novio, él no es mi pareja. —decía tartamudeando. Escuchó a sus espaldas como el alfa soltaba una ligera risa.

—Oh una disculpa, es solo que me dieron esa impresión.

—¿Deseas que salga? —susurró en el oído de Ian, provocándole un sobresalto.

—Tan solo aléjate un poco, aléjate un poco. —repetía nervioso.

Víctor soltó una risita al ver que incluso las orejas del beta se hallaban sonrojadas, no quería ponerlo aún más nervioso de lo que ya estaba así que se alejó y, se paró justo a la entrada de aquel cuarto. Aun desde ese lugar observaba con suma atención en silencio, mientras terminaban los exámenes, limpiaban y vendaban las palmas de Ian. Había algo más en la forma en la que este le veía, como si sintiera que el beta fuera a quebrarse frente a él.

—No soy tan débil como crees. —decía apretando sus manos.

—Lo se...

—Entonces deja de verme de esa forma, como si fuera de cristal y pudiera quebrarme de un momento a otro.

—Perdóname, no era mi intención hacerte sentir mal, pero no puedo evitar preocuparme, en especial si te ves así —declaraba señalando hacia una de las ventanas. El reflejo que aparecía en aquel vidrio era de un ser con vendajes en la mejilla y marcas en la mandíbula y el cuello. Sin contar las vendas que yacían en sus manos. —Pareces una momia —añadía tocando con el dedo índice la sien del beta.

—¡¿Qué?!