Las puertas de Norimoa se abrieron ante nosotros, revelando una ciudad bulliciosa y llena de vida. A nuestro alrededor, la gente caminaba de un lado a otro, sus voces creando un murmullo constante mientras una hermosa luz solar caía sobre los tejados.
—Qué lindo —dijeron Ren y Naori al unísono, maravilladas.
—A pesar de que los rayos del sol parecen pegar más fuertes, no hace más calor —observé, secándome una gota de sudor imaginaria—. ¿Será por esa gran estructura en el centro de la ciudad?
—La leyenda dice que durante la guerra de las divinidades entre los dioses y los demonios, sus grandes peleas crearon esa estructura —explicó Nagi, su voz resonando con el peso de la historia—. Un poder de choque entre un demonio y un dios creó un vidrio en la parte superior que hacía que la luz del sol quemara a todos los humanos. Pero uno de los elegidos por los dioses enterró su espada bajo la estructura y creó una magia que absorbió el poder, convirtiéndolo en un escudo para la ciudad. Si ese escudo se rompe, todos aquí se quemarían.
Hizo una pausa, su mirada fija en la lejana cúpula de cristal. —Aunque se ha investigado, se dice que lo único que podría romper la barrera es algo con un poder superior a la espada... un dios o un demonio de más alta divinidad.
—Guaooooooo —dijimos los tres, impresionados.
—Qué historia más increíble —dije—. Pero yo creo que puedo romper ese escudo fácilmente.
Mi estómago rugió con la fuerza de un trueno, traicionando mi bravuconada.
Ren bufó. —Puff… lo dice el que está a punto de morir de hambre.
—¡Cállate!
Nagi sacó una pequeña bolsa de dinero. —Vamos a comer. Y así hablamos de varias cosas.
En un pequeño y acogedor local, nos sentamos los cuatro alrededor de una mesa de madera.
—Bueno, hablemos —comenzó Nagi, siempre el estratega—. Antes de que anochezca, deberemos hacer un par de trabajos en alguno de los grandes gremios...
—¿Y por qué? —pregunté.
—Norimoa es una ciudad un poco cara y solo nos quedan 200 lyranai de plata. Eso nos da para un mes de renta a los cuatro, y en algún lugar rebuscado.
—Entiendo.
Un mesero se acercó a nuestra mesa. —Aquí tienen sus platillos, señoritas.
—Gracias —dijeron Ren y Naori.
—Aquí está el de usted, señor.
—Muchas gracias.
—Entonces —dije, con la boca ya llena de comida—, debemos hacer misiones para poder pagar un lugar que sea decente para vivir.
En el fondo, escuché a Ren y Naori murmurar con deleite. —Qué ricooooo. —Siiiii.
—Exacto —continuó Nagi—. Ahora el problema: debemos buscar un gremio.
—Ok —dije, masticando—, pero déjanos terminar de comer.
—Bueno, ok.
Nos embarcamos en la aventura de buscar un gremio, pero fue más difícil de lo que pensábamos. Muchos estaban llenos o no buscaban novatos. Ren y Naori, por su parte, parecían darle igual, más interesadas en ver la ropa y las joyas de las tiendas.
—Ash... —se quejó Nagi después de nuestro casi decimo rechazo—. Ningún gremio está dispuesto a que nosotros entremos.
Aparecí detrás de él, comiendo algo suave y esponjoso.
—Guaooo, esto es delicioso.
—¿Qué es eso?
—No lo sé... —tragué—. Lo compré en ese lugar de allí. Creo que se llama pastel.
Señalé con la cabeza un pequeño local con un letrero que decía "Fénix Soul".
—¿Fénix?... ¿Soul? —leyó Nagi.
—MMMMMMMM... qué rico.
—Vamos allí, Natsu.
—OK.
Entramos en el lugar, que parecía un pequeño y acogedor bar. Para nuestra sorpresa, Ren y Naori ya estaban sentadas en una esquina, comiendo también.
—Hola... —dijo Nagi, acercándose al recepcionista.
—Hola, muchacho. ¿Qué quieres pedir? Tenemos muchas cosas de otros cotinentes y regiones.
—Solo quiero hacerle una pregunta.
—Sí, dígame.
—¿Esto es un gremio? Si es así, yo y mis compañeros queremos entrar.
El recepcionista nos miró fijamente. —Hum...
El silencio se apoderó del lugar. El murmullo del bar se apagó. Yo me quedé con la cuchara en la boca, y Ren y Naori hicieron lo mismo. La mirada del hombre era tan intensa que parecía que nos iba a matar.
Snifff...
Un sollozo escapó del recepcionista. Y de repente, rompió a llorar a bulto, con lágrimas de pura felicidad.
—¡¡¡NO SABEN CUÁNTO ME ALEGRA!!!
Los cuatro nos quedamos fríos, completamente desconcertados.
—E-eh, señor... si hace un momento parecía que nos iba a matar —dije.
—¡Ah, lo siento, lo siento!
—Entonces... ¿sí son un gremio y podemos entrar? —preguntó Nagi siendo directo.
—No sé si fue una pregunta inteligente o estúpida viniendo de ti —le susurré.
—Cállate.
—¡Claro, muchacho! —dijo el recepcionista, sacando unos papeles de debajo de la barra—. Pueden firmar aquí.
Nos pasó los papeles. Nagi pidió una pluma, pero el hombre nos dio unos extraños artefactos.
—¿Qué es esto? —pregunté.
—Es raro —dijo Ren.
—Sí, pero se siente cómodo agarrarlo —añadió Naori.
—Se llaman bolígrafos. Están traídos del norte.
—Interesantes artefactos —murmuró Nagi.
Firmamos los papeles y se los entregamos.
—Por cierto, no nos hemos presentado. Mi nombre es Kimura Okitsuo.
Nos presentamos uno por uno.
—Oiga, señor Okitsuo —dijo Nagi—. ¿Tiene alguna misión para nosotros? Además, queríamos preguntar dónde podríamos quedarnos los cuatro por como mínimo 200 lyranai.
—Mmm... ¿qué tal en mi casa? Por ser del gremio, serán 25 lyranai por cada uno.
—Entonces, ¿serían 100 lyranai al mes?
—Sí. Y acerca de las misiones, no nos llegan muchas solicitudes, así que les recomendaría buscar un gremio ambulante.
—Entiendo. Bueno, igual por dos meses no debemos preocuparnos gracias a ti.
—Bueno, ¿qué tal si vamos para que conozcan su nuevo hogar y se acomoden?
La casa nos dejó sin palabras. Era una estructura gigante con un jardín súper hermoso.
—¡¡¡ESTÁS SEGURO DE QUE NO NOS ESTÁS ESTAFANDO?! ¡ESTO COSTARÍA UNOS 3,000 LYRANAI! —grité.
—Tranquilo, claro que es de ustedes por 100 lyranai. La casa estaba abandonada —rio Kimura—. Aunque necesito quedarme aquí hoy porque me peleé con mi hija, jijiji.
Dentro, la casa era aún más impresionante.
—Qué recuerdos...
—¿Podrías decirme cómo está compuesta la casa? —preguntó Nagi.
—Claro. Aquí estamos en la entrada. A la izquierda, la cocina y el comedor. A la derecha, la bañera, tanto de hombres como de mujeres. Si seguimos entre las dos escaleras, está la sala de estar. Arriba, a la derecha, hay dos habitaciones, y a la izquierda, dos habitaciones iguales, cada una con un baño, pero sin bañera porque esa está abajo. Y la doble puerta al subir es un balcón sobre la sala de estar. No se guíen por la fachada; por dentro tiene muy poco. El 80% de las casas aquí, a pesar de verse pequeñas, tienen hasta más.
—¡¿En serio dices que es poco para unas personas que vivían en un lugar con tan solo un baño, cocina y comedor compartidos?! —exclamó Nagi, incrédulo.
Nos unimos a él y empezamos a correr por la casa, explorándolo todo con la emoción de unos niños.
Más tarde, sentados en la enorme sala de estar, Kimura nos miraba con una sonrisa.
—Qué energía tienen.
—Ahhhh, me quiero dar un baño —dijo Naori.
—Oigan, ¿y cómo compartimos las habitaciones? —preguntó Ren.
—Cierto...
—¿Qué tal si las habitaciones de los chicos van a la derecha y la de las chicas a la izquierda? —sugirió Kimura.
—Es buena idea —dijo Nagi.
—Ok, está decidido. Esperen... ¿y Natsu, dónde está?
—Ni idea, y ni me importa qué haga ese tonto —dijo Nagi—. Por cierto, Kimura, quiero hacerte una pregunta. ¿Podrías darnos detalles de cómo entrar a la escuela de Norimoa?
—¡¿En serio aspiran a entrar ahí?!
—Sí... ¿por qué esa reacción?
—La escuela se paga mensual, eso lo sabe casi todo el mundo.
—Sí, eso lo sé.
Ren y Naori se levantaron. —Vamos a darnos un baño. Después nos cuentas.
—Ahh... está bien... Prosigue con tu explicación, Kimura.
—Bueno, el mayor problema para ustedes es que son 5,000 lyranai al mes.
—¡¡¡QUÉ!!!
—Te entiendo es demasiado. Aunque cada dos años, la academia hace un evento en el que los 10 mejores entran gratis. Y están de suerte, porque en 7 días se hará el torneo, pero...
—¿Pero?
—Debes ser representado por un gremio para entrar, y también debe de ser en equipos de 3.
—¿Equipos de 3?
—Sí, este año hubo muy pocas inscripciones pagadas, así que por eso harán de 3 los equipos del torneo. Les beneficia más tener más gente para no perder reputación.
—Entiendo, pero el problema es que somos 4.
—Ahora que recuerdo, mi hija participará también este año, y a su equipo le falta un participante.
—Entonces hablaré eso con los chicos.
—Bueno... —dijo Kimura, inclinándose hacia atrás en su silla.
Justo en ese momento, entré por la puerta, acompañado de una chica.
—Hola, regresé. Señor Kimura, su hija lo vino a buscar.
—¡AHHHHHH!
—Lo siento, ok, papá, fue mi culpa. Vuelve a casa, por favor —dijo la chica.
—No suena muy convincente. Parece que me matarás, Chizuru.
—Sí, lo que digas, solo vuelve —dijo ella, enojada.
—Ash, está bien pero no me mates.
Ya en la puerta, Kimura se despidió. —Bueno, no me quedaré aquí hoy al final. Por cierto, Nagi, miren a ver quién será el del equipo de mi hija.
—¿Tienen a alguien que pueda estar en mi equipo? —preguntó Chizuru.
—Sí, hablaremos entre los 4 para ver.
—¿4? - penso Chizuru
—Bueno, ahora sí nos vamos... ¡chau!
Ren y Naori bajaron las escaleras, ya con ropa más casera.
—¿Qué hacían? ¿Y dónde está el señor Kimura?
—Su hija lo vino a recoger.
—¿Pero no se supone que estaban peleados?
—Ni idea.
—Chicos, debemos hablar —dijo Nagi.
Nagi nos contó todo lo que Kimura le había dicho sobre la academia.
—¡Qué divertido, un torneo! —exclamé.
—Por último, debemos elegir quién irá para el equipo de Chizuru, ya que los equipos son de 3.
—Yo podría ir —dijo Naori.
—Pero, ¿no te sentirías demasiado incómoda?
—No importa. Debo tratar de socializar.
—Bueno... entonces mañana nos iremos a registrar para el torneo.
—¡¡SÍ!! —gritamos los cuatro.
A la mañana siguiente, Nagi bostezó. —¡Aaaaahhh!
Sali al balcon donde estaba el. —Buenos días...
—Ah, ya despertaste.
—Sí. ¿Cuándo iremos a inscribirnos?
—Tenemos que esperar a que Ren y Naori despierten.
—¿Naori?
—¿...?
—¿En serio no te lo dijo? Dijo que iba a ver a la hija de Kimura y que nos encontraríamos en la zona de inscripción.
—O sea que ya salió. Solo falta Ren. ¿Podrías despertarla?
—Claro.
Me paré frente a la puerta de la habitación de Ren.
Toc... Toc... Toc...
—Ren, ¿estás despierta?
Sin pensarlo, abrí la puerta. —Despierta ya.
Ren estaba de espaldas, solo en pantis, tapándose los pechos con su sostén. Nuestras caras se pusieron súper rojas al mismo tiempo.
—¡Na... Na... ¡Natsu, idiota pervertido! —gritó, corriendo hacia mí.
Nagi entró a la casa por la puerta del balcón. —Qué bien se siente el sol de la mañana.
Al girar la cara, lo primero que vio fue a mí, saliendo volando desde la puerta del cuarto de Ren y cayendo estrepitosamente en la planta de abajo.
—Aaaaa... ¡ESO DUELO, IDIOTA!
—¡CALLA, PERVERTIDO! —gritó Ren, cerrando la puerta con un portazo.
—Ash...
—Natsu...
Me giré y vi la cara de Nagi. Era la cara de un mismísimo demonio enojado.
Caminando por la ciudad, cerca de la academia, me tocaba la mejilla hinchada.
—Hay mucha gente aquí.
—No me disculparé —dijo Ren, caminando a mi lado.
—Sigan caminando —ordenó Nagi.
—¡Oigan, chicos, por aquí! —gritó Naori.
Nos reunimos con ella y su equipo.
—Hola, qué bueno que no se perdieron. Por cierto, ellas son las chicas de mi equipo, Chizuru y Diana.
—Hola, soy Ren, un gusto.
—Oh... hola, Chizuru —la saludé.
—Ah, Natsu, bienvenido.
¿Se conocen? ¿Desde cuándo?, pensó Ren.
—Podemos inscribirnos por allá —dijo Chizuru.
Frente al puesto de inscripción, una chica nos atendió.
—Hola, pueden decirme los nombres de sus integrantes.
—Claro. La chica a mi derecha se llama Ren, yo soy Nagi y el chico a mi izquierda es Natsu.
—Muy bien. Y ahora, díganme qué gremio los va a representar.
—¿Gremio?... ¿Representar?... —Nagi se quedó en blanco. Recordó las palabras de Kimura—. Carajo, cierto, ahora qué hacemos.
Chizuru le tocó el hombro. —Pueden poner el gremio de mi padre.
—¿Fénix Soul?
—Sí.
—Pero, ¿y tú? ¿No te vas a registrar por él?
—No, yo y Diana estamos en otro gremio.
—Bueno... ¿y Kimura no se enojará?
—Na.
—Bueno... Como representante de nosotros ponga...
De vuelta en el Soul Fénix, Kimura no estaba tan tranquilo.
—¡¿QUÉ HICIERON QUÉ?!
—Tranquilo, pa. Si ellos ganan, el gremio dará un boom de popularidad y me cambiaré para él. ¿No es lo que quieres?
—Chizuru... Ash, bueno. Ya qué más da. ¡Pueden dar lo mejor para que mi querida hijita pase para este gremio!
—Pero tendrá que pelear conmigo en el combate final.
Salté sobre una de las mesas del bar. —¡No importa! ¡Porque quedaremos en primer lugar!
—¡Esa es la actitud! Pero bájate de la mesa.
—Lo siento.
—Bueno, faltan 6 días. Y 3 días antes deben ir para conocer a los participantes. ¡Bueno, a ganar ese torneo!
—¡SÍIIII! —gritamos todos en el bar.
—Ahhh, qué emoción. Quiero ya pelear contra Natsu —dijo Chizuru, mirándome con una sonrisa desafiante.
—Sí, claro, como si pudieras ganarme.
—Ya veremos.

Comments (0)
See all