Los ojos azabaches se encontraban presos del ser de cabellera lilácea, la blusa de seda color negro que vestía el beta parecía invitar al alfa a tener mil y una escenas mentales de cómo sería removerla. Imaginar ver expuesta aquella tersa y blanca piel, que tendía a ruborizarse conforme el placer inundaba su ser. Deseaba estimular los pezones del beta, ver como estos se ponían erectos, crecían y florecían con un color más oscuro a medida que su temperatura aumentaba.
Víctor se encontraba tomando su barbilla y cubriendo su boca con el dedo índice, el pensar en todas esas imágenes hacía que comenzara a sentir como su respiración era cada vez más intensa. Su mente se hallaba secuestrada por el tiempo que había pasado con el beta.
Recordaba vívidamente el sabor de aquella boca, los sensuales gemidos que alimentaron su deseo y, esos majestuosos ojos rubíes húmedos debido al placer que estaba experimentando, todo eso hacía que deseara devorar una vez más una rebanada de aquel delicioso aperitivo.
Ian había sido capaz de sentir el peso de aquellos luceros, pues giró su cabeza hacia donde se encontraba el alfa, a diferencia de veces anteriores, la forma en la que Víctor le veía era más penetrante, más profunda.
—Entonces todo parece ir tal y como habíamos previsto, muchas gracias por su tiempo, pueden volver a sus actividades. —declaraba sin quitar sus ojos del beta.
—En serio que la sutileza no está en tu vocabulario. —susurró Laurent al darse cuenta como este seguía devorando con la mirada a Ian.
—Joven Vaughan me gustaría discutir algo con usted. —los ojos de las personas que aún quedaban en la sala de conferencias saltaron de Ian a Víctor con rapidez, se podía notar como la duda del porqué el presidente había pedido hablar con el beta a solas los invadía.
—Por supuesto, James si gustas puedes irte yendo, enseguida iré.
—No hay problema, puedo esperarlo —la voz del alfa dejaba ver que en verdad deseaba quedarse a su lado.
—...
—Lo siento jovencito, pero me temo que tengo que hablar con el Joven Vaughan a solas. —declaraba acercándose con paso firme.
—Estoy seguro de que, al Joven Ian, no le molesta mi presencia, puedo tomar las notas que necesite.
—No sabes cuando detenerte, ¿cierto? —dijo por debajo en forma de gruñido. —Sal de mi vista antes de que te despida —exclamó fijando sus ojos en James. No necesitaba poder percibir las feromonas de Víctor para darse cuenta de que este estaba molesto.
—Jajajajajja —una carcajada por demás fingida inundó aquella sala, haciendo que los tres pares de ojos le vieran fijamente. —en verdad tiene un gran sentido del humor presidente Knox. —decía Ian intentando apaciguar de alguna forma el ambiente incómodo, pero a pesar de su esfuerzo, el semblante de Víctor era el mismo.
—Arg denme un respiro —declaraba en forma de susurro Laurent, para después tomar el brazo de James. —Vamos grandulón, necesito que me ayudes con algunas cosas, estoy seguro de que lo que el presidente y el joven Vaughan tienen que discutir, es algo importante.
—Pero... —aunque el rubio intento reprochar las manos del beta eran más rápidas, sin darse cuenta este le había arrastrado hasta la puerta en un santiamén. Vaya es fuerte a pesar de su tamaño, pensó al ver como Laurent no parecía haber hecho esfuerzo al llevarlo hacia fuera de la sala.
—Sea lo que sea que desees discutir, no creo que haya habido la necesidad de ser grosero. James es un gran empleado y no merece que lo trates así. —el alfa le seguía observando sin decir una palabra. Después de unos segundos, una leve sonrisa curvó aquellos labios rosados, al tiempo que este le tomaba por la cintura.
—De acuerdo, no volverá a suceder. —Ian no lograba comprender lo que estaba pasando.
—Estás bromeando ¿cierto?
—Aunque debo decirte que esa carcajada creo fue lo más incómodo de todo. —su cuerpo había sido halado hacia el alfa, comenzó a sentir como aquellas enormes manos empezaron a descender en dirección a sus glúteos.
—No me jodas. —espetaba intentando alejar a Víctor, un intento fallido, pues el agarre era firme. —¿es en serio? —Aquellos luceros azabaches le veían como si le estuvieran preguntando qué era lo que quería decir con eso.
—Podemos continuar lo que empezamos —le susurró al oído. —esta vez no nos hará falta nada. —añadía golpeando con su cálido aliento la ruborizada oreja del beta.
—Ba... Basta —proclamaba tartamudeando, el rostro de Ian se hallaba totalmente sonrojado. —¿Por qué diablos tienes que decir todo lo que cruza por tu mente? —cuestionaba intentando poner distancia entre él y aquellos labios que parecían atraerlo de forma tan natural.
—Porque me gusta ver como tu cara se torna de un color rojo vibrante, cada vez que me acerco o te digo todo lo que desearía hacerte. —la sonrisa pícara que aparecía en el rostro del alfa hizo que el corazón del beta diera un salto. —y entonces dime...
—¿Qué... cosa? —su respiración comenzaba a acelerarse, haciendo que le costara pronunciar palabra.
—¿Podemos continuar? —el aliento de Víctor resultaba como una brisa fresca, que incluso un beta como él era capaz de deleitarse. La cabeza de Ian comenzaba a moverse lentamente en forma de negación por inercia.
—No... no podemos. —Víctor Knox hacía que llevara su autocontrol a los niveles más altos, ya que de dejarse llevar por sus instintos estaría montando al alfa en esos momentos. —si es todo lo que querías discutir me tengo que retirar.
Emergió de aquella sala sin voltear atrás, caminó con paso firme y rápido, pues de no hacerlo era muy probable que volviera allá dentro.
—Joven Vaughan, ¿terminó su reunión con el presidente? —la voz de Laurent había sacado al beta de sus pensamientos.
—Sí, por cierto, James una disculpa por lo que viviste allá adentro, no fue nada profesional de parte del Sr. Knox, al parecer lo entendió y no volverá a suceder.
—Descuide, joven Vaughan. —Laurent observaba al alfa, Te romperán el corazón, tarde o temprano, pensó al ver la forma en la que las orejas de James se ruborizaban con el solo hecho de estar cerca de Ian.
—Podrías invitarnos a comer, —los luceros rubíes le vieron con duda. —por hacernos pasar un mal rato. Si bien el presidente no me dijo nada directamente, yo también estaba en la sala y fue incómodo. —la honestidad del beta había tomado por sorpresa a Ian.
—Tiene toda la razón, permítanme invitarles el almuerzo.
—Entonces vayamos de una vez, tengo bastante hambre. —declaraba Laurent tomando camino hacia el elevador, el beta y James le siguieron por inercia.
Conforme pasaban cerca de la oficina del alfa, el corazón de Ian comenzaba a latir con rapidez nuevamente. Víctor, quien se encontraba por entrar a su estudio, les vio de inmediato.
—Veo que irán a almorzar. —conocía los horarios de su secretario y este siempre tomaba su lonche a la misma hora.
—Ni lo pienses. —declaraba con tono frío el beta de cabello castaño. El matiz de voz con el que Laurent pronunciaba esas palabras era muy diferente al que Ian y James estaban acostumbrados a oír, cuando este se dirigía a Víctor. Y aunque eso los había tomado por sorpresa, estos siguieron avanzando hasta entrara al elevador.
—Ja —una risa incrédula salió de la boca del alfa. —secretario Brown creo que debo haber escuchado mal.
—Arg, en verdad eres irritante y odio que me molesten a la hora de mi almuerzo. —alcanzó a ver la cara estupefacta de su amigo justo antes de que las puertas se cerraran, sabía que este le reclamaría una vez que volviera, pero había tenido suficiente de Víctor, al menos por hoy.
Bzzz bzzz
Bzzz bzzz
—¿No contestará? —preguntaba el beta al ver como Laurent ignoraba su celular.
—No.
—... Muy bien y ¿Qué desean comer? —cuestionaba Ian.
—Dejemos que lo decida el fortachón... —los luceros cafés de Laurent vieron directamente a los ojos del alfa. —Y bien fortachón ¿A dónde iremos? —había algo en la forma en la que el beta castaño le hablaba, que hacía a James sentirse nervioso. —¿te comió la lengua el ratón? Muy bien, entonces elegiré yo.
Laurent eligió ir a Brasas, un restaurante especializado en cortes de carne de alta calidad, el beta disfrutaba de degustar cortes finos.
—Tenías razón, este vino es el acompañante perfecto.
—Si alguna vez necesita alguna recomendación de vinos, con gusto puedo ayudarlo. —declaraba Laurent.
—Lo tendré en cuenta. —respondía el beta empinándose la copa.
—Y qué me dices tú, James, ¿es de tu agrado?
—Sí, —aquellos luceros cafés seguían viéndole fijamente. La forma en la que Laurent devoraba el trozo de carne que había cortado mientras veía al alfa era un acto de cierta forma seductor, James no pudo evitar tragar saliva ante tal acción. —todo está estupendo. —añadía con la cara totalmente ruborizada, mientras escondía su rostro en la copa de vino.
El beta de melena castaña, sonrió al ver la reacción del alfa.
Bzzz bzzz
—Arg es que en serio no se cansa, me tiene harto. —exclamaba apagando su celular. Los ojos rojizos le vieron con curiosidad. —Víctor llega a ser insoportablemente terco... pero supongo que eso ya lo sabes.
—Q... ¿Qué?
—Ya te ha tocado ver lo terco que puede llegar a ser ¿no?
—...No... No, no sé de qué hablas. —los nervios invadían al beta haciéndolo tartamudear, era tan obvio que mentía.
—Oh perdón, quizás malinterpreté las cosas, te pido una disculpa. —ahora era Ian quien hundía su cabeza cuál avestruz en la copa de vino.
Laurent había decidido no volver a tocar el tema de Víctor por el resto de la comida, sabía que el beta no aceptaría la relación tan obvia que ellos dos tenían, así que prefería no hacer incómodo el ambiente.
—Muchas gracias por la comida, joven Vaughan todo estuvo delicioso... —el beta le miró por unos segundos como si fuera a decir algo más, pero al final solo sonrió y se dirigió a la oficina de Víctor. Por su parte Ian y James emprendieron su camino hacia su lugar de trabajo.
—Ánimo James, ya solo quedan unas horas más —declaraba abriendo la puerta de su despacho. —y seremos libre... ¡Qué carajos!
Tres enormes arreglos de rosas rojo escarlata, se encontraban esperándolo. El lugar se hallaba inundado del olor a rosas, se acercó cauteloso a uno de los arreglos, tomó la tarjeta. Estaba seguro de saber quién había sido el responsable de aquella acción, pero necesitaba verificar.
—Espero mi invitación.
Las iniciales V.K firmaban la frase.
Quería enojarse, ponerse furioso, ¿Cómo se atrevía a invadir su oficina sin su permiso?, pero por más que intentaba reprochar no podía. Al contrario de su deseo, una leve sonrisa apareció en su rostro al admirar con más detenimiento las bellas flores. Ni uno de aquellos pétalos estaba maltratado, el tono rojizo de estas le hacía recordar a un rubí, eran simplemente hermosas.
Bzzz bzzz
—No aprecio que alguien haya ingresado a mi oficina sin mi permiso.
Víctor soltó una risa al leer el mensaje, no esperaba menos de parte de Ian, el beta le hacía recordar a un felino, pues era arisco ante la mayoría de las personas.
—Mi equivocación, te pido una disculpa. Dejando eso de lado, ¿fueron de tu agrado? —podía ver como Ian parecía escribir, borrar el mensaje y volver a escribir.
—Son muy hermosas, pero hablo en serio no quiero que vuelvan a entrar en mi oficina.
—Entendido... y ¿bien?
—¿...?
—Supongo que leíste la tarjeta. —el beta no parecía tener la intención de responder.
—Tú mismo lo prometiste en la otra ocasión, dijiste que me invitarías a comer si te regalaba flores. —seguía sin recibir respuesta.
—¿No me digas que lo olvidaste? :(
—Arg ¡demonios! ¿Porque diablos dije eso y, porque está utilizando emojis? —se reprochaba a sí mismo al leer el mensaje del alfa. —... es un tonto
—¿El sábado te parece bien?
—Es una cita ;)
—¿En verdad necesitas decir todo lo que pasa por tu cabeza? —declaraba sin evitar sonreír levemente, al tiempo que se perdía en el aroma de aquellas rosas.
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