Los gritos de los aldeanos rompieron por completo la calma matutina. Algunos corrieron a sus casas para intentar protegerse con sus familias, otros tomaron herramientas improvisadas para defenderse. Pero todo fue en vano. Las criaturas del Vacío no podían ser detenidas con armas comunes.

El alcalde empuñando una espada oxidada, junto con varios hombres del pueblo, intentaron crear una defensa improvisada, para intentar por lo menos ralentizarlos. Armados con lanzas y horcas, se plantaron frente a las criaturas con determinación.

"¡No permitiremos que destruyan nuestro hogar!"

Las criaturas comenzaron a emerger de la oscuridad del bosque, poco a poco se acercaron, dejando ver su monstruosa figura. Eran criaturas humanoides completamente oscuras, como si fueran sombras, sus afilados ojos brillaban con malicia, y sus enormes garras provocan el terror en aquellos que intentaban hacerles frente.

Algunos de los hombres al verlos, dieron un paso atrás, y asustados, preguntaron al alcalde.

"¿Qué son esas cosas...?"

"Son espectros..."

Los espectros son criaturas que salen de las grietas, criaturas del vacío que destruyen, corrompen y devoran todo lo que está a su alcance. Su misión era hacerles frente, pero la realidad era cruel. El espectro que estaba a la cabeza, se movió en un instante de manera ágil, se deslizó entre ellos y desgarró con facilidad a uno de los hombres que estaba hasta el fondo, en un abrir y cerrar de ojos con sus enormes garras. La sangre salpicó el suelo y el resto al ver esto dieron un paso atrás, titubearon, ese espectro se posicionó detrás de ellos, ya no tenían manera de salir de ahí. El temor comenzó a invadirlos, pero al recordar lo que estaba en juego, tomaron valor y atacaron, pero sus armas rebotaban en sus cuerpos sin hacerles daño alguno.

El herrero, que blandía su poderoso martillo, intentó hacerles frente y se abalanzó en su contra, pero el espectro lo esquivo con demasiada facilidad y lo golpeó con una fuerza brutal, arrojándolo contra el muro de una de las casa del pueblo, chocando con gran fuerza contra este, mientras salpicaba mucha sangre alrededor, muriendo en el acto.

La anciana curandera, que había intentado esconderse en el bosque, no tuvo tiempo de correr antes de ser atrapada, entre gritos y forcejeos fue arrastrada y devorada viva, mientras se escuchaban sus desgarradores gritos a la distancia, los cuales hacían eco en la espesura del bosque.

El panadero, en un acto de desesperación, trató de proteger a algunos niños de un grupo de espectros, los cubrió con su cuerpo, pero estos al verlo solo sonrieron con malicia, burlándose de él y sus actos, en un instante fue atacado por todo el grupo al mismo tiempo, delante de los niños, estos observaron completamente aterrorizados como el hombre era masacrado. Cuando terminaron con él, uno de ellos volteo, y con una macabra sonrisa, se abalanzó sobre ellos, de los cuales no quedó más que una mancha de sangre detrás.

El leñador, al ver todo el peligro, tomó a su hija y huyó rápidamente, sin importarle nada más, pero lamentablemente algunos espectros los alcanzaron. Al verse acorralado contra un muro, tomó con fuerza su hacha y se abalanzó sobre las criaturas, siendo una resistencia inutil, ya que en un instante un espectro mostró una sonrisa maliciosa y alzó sus enormes garras, las cuales de un zarpazo desgarró por completo el cuello del leñador, despojándolo de su cabeza, la cual salió volando hacia donde estaban los otros espectros, estos se abalanzaron para devorarla. Mientras tanto el cuello desgarrado despedía una gran cantidad de sangre, parte de la cual cayó sobre el rostro de Marie, mientras está aterrorizada, con los ojos muy abiertos por el shock, cayó al suelo, temblando.

El primer espectro luego de terminar con el leñador centró su atención en la pequeña Marie, y dirigiéndose a esta mientras yacía en el suelo, temblando y sin pronunciar palabra alguna, el espectro se posó frente a ella, en los ojos aterrorizados de la niña, se reflejaba la oscura figura del espectro, que abriendo su enorme y grotesca boca procedió a devorar a la pequeña.

Lyria, mientras corría con desesperación junto a su madre, había presenciado todas y cada una de las muertes de aquellos que alguna vez había conocido. Sus ojos temblando por el terror de ver todo aquello, su corazón latía a toda velocidad, sus piernas comenzaban a fallar, respirando con dificultad, cayó al suelo.

Elara, al ver que su hija cayó, rápidamente dio la vuelta, para ayudarla a levantarse. Ella también presenció todo lo que estaba pasando en el pueblo y sintió el pánico apoderarse de su cuerpo, pero no podía vacilar. Debía proteger a su hija. Ya que Lyria no reaccionaba, la tomó a en brazos y corrió hacia la cabaña, su mente trabajando con rapidez, buscaba una salida.

"M-mami... tengo miedo..."

"Shh, mi amor. Todo estará bien"

Sus manos temblaban, trataba de tranquilizarla con dulces palabras.

Entró en la cabaña y buscó con desesperación un escondite. Los espectros se acercaban. Su rugido estremecía el aire. Entonces vio por la ventana el viejo pozo en la parte trasera. Sin pensarlo, corrió hacia él, al llegar bajo a Lyria, comenzó a despejar la entrada del pozo a toda prisa, una vez terminó, se giró hacia Lyria, se arrodilló frente a ella y con sus manos temblorosas, sostuvo su rostro.

"Mi amor, escúchame... vas a esconderte aquí. Pase lo que pase, no hagas ruido. ¿Entiendes?"

"¡No, mamá! ¡Ven conmigo!"

Reaccionando ante las palabras de su madre, sus ojos se nublaron con lágrimas, negándose a soltarla.

Elara tragó el nudo en su garganta, la abrazó con fuerza, mientras luchaba por contener sus lágrimas, y besando su frente sonrió.

"Voy a estar bien. Solo necesito que hagas lo que te digo. Sé valiente, mi amor. ¿Lo harás por mamá?"

Lyria con lágrimas en sus ojos, simplemente pudo asentir ante las palabras de su madre. Elara colocó una cuerda en su cintura, la tomó nuevamente en brazos, y con delicadeza, bajó a Lyria al fondo del pozo. Una vez en el fondo, soltó la cuerda. Elara dio un último vistazo a su preciosa hija, y con lágrimas en sus ojos, cerró el pozo.

Con prisa, se aseguró de cubrir la abertura del pozo con tablones de madera y sacos de harina para ocultarla por completo. Una vez bloqueada, cayó de rodillas junto al pozo, rompiendo en llanto, pues sabía lo que estaba a punto de vivir su pequeña, pero esto era lo único que podía hacer por ella en esa situación.

El sonido de unas fuertes pisadas hizo que se pusiera de pie de inmediato. Se giró justo a tiempo para ver a los espectros acercarse, ella sabía que venían, por eso no podía esconderse con Lyria, porque de hacerlo, ambas morirían.

No gritó. No corrió. Sabía que no podía ganar. Pero estaba satisfecha al saber que su pequeña estaría a salvo, ella se aseguraría que así fuera. Saco una pequeña daga que siempre llevaba consigo, al ver esto los espectros se detuvieron por un momento, pero luego sonrieron, como si se burlaran de ella.

Elara sin titubear, se abalanzó sobre estos con el objetivo de por lo menos distraerlos, para que se centraran solo en ella, pero al golpear con su daga a uno de los espectros, esta rebotó con suma facilidad y salió volando lejos, lo cual la dejó desarmada, esto hizo que el terror se hiciera visible en su rostro, el espectro al ver esto sonrió con satisfacción, tomo el brazo izquierdo de Elara con el que había intentado apuñalarlo, y sin esfuerzo lo torció hasta deformarlo.

Esto hizo que gritara de dolor, pero al recordar que Lyria seguía en el pozo, cerró la boca con fuerza, mordiendo sus labios, para evitar que escuchara sus gritos.

Lyria desde la oscuridad, se tapaba la boca con todas sus fuerzas mientras sus ojos muy abiertos por el terror se inundaban en un mar de lágrimas.

Los espectros continuaron destrozando lentamente el cuerpo de Elara, como si disfrutaran hacerlo, mientras ella en todo momento hacía lo imposible por mantenerse en silencio, pero todo resultaba inutil. Aunque no gritara, el sonido de sus huesos siendo destrozados, de su carne siendo desgarrada, lo quejidos de todo su cuerpo ante la brutal masacre, todo era escuchado por la niña.

Lyria estaba totalmente horrorizada ante todo lo que estaba sucediendo, las lágrimas continuaban surgiendo de sus ojos, su cuerpo entero temblaba con descontrol. En esa profunda oscuridad podía escucharlo todo, sus fuertes y acelerados latidos resonaban en sus oídos, los gruñidos de los espectros, los gritos de los demás aldeanos que aún estaban siendo masacrados, y en medio de todo esto, un suave viento comenzó a soplar a su alrededor, silenciando todos aquellos horribles sonidos.

Elara, en medio de todo aquello, movía la boca con dificultad, su cuerpo, totalmente destrozado, ya no le respondía, las lágrimas corrían por su rostro, pero no era por el dolor, sino que era porque había que tomar una decisión, y por esto su pequeña tendría que sufrir mucho de ahora en adelante, pero no habia otra opcion.

Lyria, sumida en aquel gran silencio, escuchó claramente la voz de su madre.

"Mi tesoro…”

"¿M-mama?"

"...mamá te ama, mi pequeña. No importa lo pase, nunca olvides que... mamá siempre te amara."

Al final, como si se cansaran de ella los espectros retrocedieron un momento, dando un vistazo al destrozo que habían creado. Elara, aun respiraba, con mucha dificultad, su cuerpo se retorcia del dolor, sus extremidades, totalmente deformadas, su carne, desgarrada, su pecho, abierto, lo único intacto, era su rostro. 

Después de admirar su obra, los espectros sonrieron satisfechos, y avanzaron todos al mismo tiempo, comenzando a devorar el destrozado cuerpo de Elara, entre los gruñidos de los espectros y el sonido de su carne siendo arrancada, todo lo que rondaba la mente su era el rostro de su preciosa hija.

"Lyria... mi pequeña Lyria..."

Recordaba cómo su pequeña amaba jugar en el jardín.

"...Mi tesoro..."

Recordaba cómo su pequeña odiaba que la obligara a comer verduras.

"...Mamá te ama..."

Recordaba cómo su pequeña siempre mostraba un rostro sonriente al caminar junto a ella.

Sumida en la oscuridad, Lyria se tapaba la boca con ambas manos con todas sus fuerzas, una gran cantidad de lágrimas brotaban de sus ojos, su cuerpo ya no le respondía, sintiendo su mundo colapsar por completo, y en un momento, en el viento, se escuchó un suspiro... La voz de su madre desapareció, y con ello, todos aquellos horribles sonidos regresaron, incluyendo ahora, el sonido de su madre siendo devorada.

Desconsolada y sola en aquella profunda oscuridad, ni siquiera podía gritar, sus emociones la sobrepasaba, y entonces, algo dentro de ella, se rompió. Su conciencia poco a poco comenzó a desvanecerse, mientras perdía todo aquello que conocía y amaba, ante un destino que aún desconoce.