El sol de la mañana asomaba sus primeros rayos cuando el “Extranjero” arribó en una pequeña isla de Bretaña de nombre “Benoone” llamada así solo por los altaneros que ahí se detenían a beber y olvidar sus problemas, y tal vez, robar un poco. Set por otro lado dejó encargos a sus tripulantes y se encaminó a cobrar una vieja deuda. Camino por las calles buscando orientación hasta que dio a parar con la vieja cantina “Despicable”; se quito el sombrero de tricornio y dejó a la vista su hermoso pero corto cabello color cian y su pendiente de obsidiana, no entraría con algo en la cabeza, ella era educada. Camino a la oficina del propietario orientada por una mesera de busto pronunciado y tras entrar cerró con llave la puerta.
-Hola Rob. Viejo amigo- dijo con una buena pronunciación que casi no dejaba notar su acento latino.
-Vine por que tu tienes algo para mi ¿Verdad?- poco a poco se acercaba más al viejo escritorio y al corpulento y calvo hombre que en él estaba sentado.
-Ve a casa niña. Por que hasta que tu padre no me pague, no tienes permitida la entrada- la respuesta no le agrado a Set, pero en definitiva no le sorprendió.
-Oh, entonces ¿somos nosotros los que te debemos algo? No es así como lo recuerdo mi gordo ami- Set no pudo terminar su oración, pues para cuando reacciono estaba volando contra la ventana de la oficina, el golpe contra el suelo y los vidrios rotos dañaron su bronceada piel, los clientes de la cantina no podían dar crédito a sus ojos cuando ella levantó la mirada y gritó “¡A VER HIJO DE PERRA! ¡O TE CALMAS O TE CALMO! ¡Elige bien tu respuesta gordo ridiculo!” con gotas de sangre manchando su rostro. El dueño de la cantina era conocido por su mal temperamento, pero Set era conocida por ser temeraria.
-¡Paga la deuda y vete niña! ¡No quiero sangre de mujer en mis mesas y menos en mis manos!- comentó en tono burlón y con su gruesa voz.
La joven irguiendo su postura saco su arma y como un parpadeo le disparó en la cabeza, él le debía su vida y cada que le intentaba cobrar con algún favor él se inventaba alguna ridícula excusa, pero esa fue la ultima vez que lo dejo hacer lo que quisiera.
-Que alguien venga y limpie esto por favor. Estimados clientes lamento que vieran eso ¡Hoy invita la casa!- y asi Set se marchó de la que ahora era su nueva propiedad, no sin antes dejar a uno de sus amigos de confianza a cargo. Cuando el barco zarpó Set pudo ver una extraña silueta observándola desde la bahía, pero poco le importó y se dirigió a su nuevo destino. Iría a visitar a su padre.
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