Una semana después una Arthiel mucho más animada prepara pan de pasas mientras se pone a esperar a la ventana de la choza mirando a la lejanía.
-¿Esperas a Alfred?-dijo la abuela con tono amoroso.
La sonrisa de la chica fue un si evidente y sus mejillas tenían ese rosado color que Alfred solo provocaba.
Lastimosamente la abuela terminó la armonía del momento diciendo unas palabras que marcarían a Arthiel para siempre.
- Ven Hija...acércate, hay algo de lo que debemos hablar. –
La joven se apresura de lo más preocupada.
-Arthiel...Es hora de que sepas algo que te he ocultado durante mucho tiempo- la mira y su aspecto apesadumbrado la hizo temer.
-¿Que pasa abuela? ¿Todo bien?-se pone de rodillas frente a ella.
-No es nada de mi salud...pero ya casi eres una mujer, una hecha y derecha, para mi felicidad. Dios es testigo del amor y los cuidados que puse al crecerte y ahora que Alfred ha pedido tu mano en casorio me siento más tranquila con tu futuro; pero mucho me temo ha llegado la hora de consumarse la mecha de mi existencia y es por eso que siento que ya es tiempo de decirte la verdad..-la chica frunce el ceño.
-¿De qué verdad hablas abuela?...no te entiendo...-la abuela tomo su mano fuertemente.
-Arthiel nunca hubiera imaginado que tú darías felicidad a mi vida; a la vida de esta vieja marchita y pecador- hace una pequeña pausa- Sabes que te quiero como si fueras...como si realmente...- duda en continuar.
-Lo sé abuela, no hagas como que te despides...eso me inquieta- la abuela aprieta la mano de la joven en señal de que aún no ha terminado de hablar.
-Hija...tienes que saber...- comienza a toser bruscamente- tienes que saber tu verdadero origen.- Arthiel abre los ojos con angustia.
-¿De qué hablas abuela?- la anciana la mira con dolor.
-Tú no perteneces aquí hijita, tú debes estar en el lugar donde naciste, a lado de tu verdadera familia... con tu madre, En el castillo del reino de Asturias- La chica suelta la mano de la anciana abruptamente.
-De...de que hablas abuela...para yo... nací aquí, tú me cuidaste porque mis padres murieron de la fiebre amarilla y...- la anciana la mira agonizantemente.
-Si...efectivamente murió tu padre, pero no de fiebre amarilla; tu madre vive...Su nombre es Loreine...y Es la Reina de nuestro país- Arthiel siente sus piernas flaquear.
-No...no no no....no no...No es verdad¡¡...mis padres murieron de fiebre, tu eres mi abuela...y Alfred...- mira hacia la puertecita de la choza- Alfred está a punto de venir por mí , estoy a punto de hacer mi vida y ser feliz...no abuela; déjate de bromas no puedo escuchar tus paranoias- la abuela la mira desconcertada.
-Por más dura que sea...es la verdad. Tu eres Arthiel, PRINCESA DE ASTURIA... Hija de los Gobernantes Loreine y Arthur Alphonse Abenathiel, Príncipe de este reino, Hijo del poderoso Rey Alphonse IV –su corazón se detuvo un instante.
-No...No es verdad...abuela...no digas esas cosas...di que no es verdad¡¡- la anciana comienza toser desesperadamente respirando con mucha dificultad.
Al verla tan mal, Arthiel se tranquiliza un poco y corre a los pies de la cama nuevamente.
-Ya...ya tranquila abuela, no hagas esfuerzos...todo estará bien...no pasa nada...no sé porque estoy aquí o el motivo por el cual mi vida esta como esta, pero por favor...no lo cambies. soy feliz como estoy justo ahora...me casare con Alfred y seré muy feliz...ya...ya..-dice mientras acaricia el brazo de su abuela quien aun tose fuertemente; de pronto la abuela comienza a desesperarse y se ahoga de poco a poco.
-Arthiel...en el último cajón de mi viejo baúl...busca una pequeña caja de bronce. Tiene las iníciales L.D.A; pertenece a tu madre y en su interior encontraras un pañuelo de algodón bordado con hilo de oro con las letras A.A.A. Esta es la prueba que buscas..-Repentinamente la anciana comienza a ahogarse.
Al verla así la chica se desespera e intenta levantarse para ir por un poco de agua pero la abuela la detiene agarrando fuertemente su brazo.
-Prome*tose y respira con dificultad* - prométeme...que tomaras tu lugar en el reino, y que serás una maravillosa reina, la mejor... *tose una vez más* - La mejor gobernante...de este reino... traerás abundancia y felicidad. Prométemelo...- agonizando la anciana la mira rogando.
Arthiel llora desesperada y asiente para tranquilizarla
-S...si...si abuela, te lo prometo....pero estarás bien, déjame ir por agua Y...-El brazo que antes sostenía fuertemente su brazo cae inerte.
Arthiel la llama entre dolor y llanto y al percatarse de su inexistencia llora desconsoladamente.
Cuando Alfred llega consuela a la joven que está destrozada.
No pasa mucho tiempo y deciden darle sepultura de la manera más sagrada. Con fuego.
Y Así es como en un pequeño recinto de piedras Arthiel observa la existencia de su criadora desaparecer.
-Lo que no comprendo... Es aquello de que eres hija de la reina- dice Alfred con la chica entre sus brazos.
- Yo no lo creo aun...no puedo creérmelo...debe ser una pesadilla..-suspira de lo agotada que se encuentra.
-Pues solo hay una manera de averiguarlo..- Arthiel se le separa y le mira angustiada.
-No... -
-Sí, debemos mirar la cajita que te mencionó.
Arthiel camina de un lado estrujándose las manos –No...no sé si pueda.
El chico sonríe cariñosamente mientras toma sus manos y las entrelaza entre las suyas intentando calmarla.
-Si puedes, Yo estoy contigo... Hagámoslo juntos- la chica derrama lagrimas y lo abraza fuertemente.
Una vez frente al viejo baúl que se encontraba en una de las esquinas de la choza Arthiel sintió sus piernas flaquear, por un momento estuvo a punto de salir huyendo del cuarto más sin embargo la mano de Alfred en su hombro le hizo darse cuenta de que; no importando el resultado, El siempre estaría ahí para apoyarla. Eso le dio el coraje necesario a su corazón.
-Muy bien...- La joven un poco temblorosa abre el baúl empolvado de tantos años.
Un chirrido sale de esté al abrirse por completo. Algunas prendas de la anciana, bordados y otras cosas sin importancia estaban ahí. Arthiel aun tenía la esperanza de que solo fuera una paranoia de la mujer...así era...Hasta que su mano topo con un objeto en lo más profundo del cajón.
Lentamente lo sacó. Unos hermosos grabados y bordes lucían de su exterior..De color dorado y rosas en relieves y más detalles. Y las iníciales L..D.A escritas con una hermosa caligrafía y tinte de oro.
-L...D...A...- susurra la chica queditamente mientras explora las letras con sus dedos.
*Pese a la modesta vida que Arthiel habida llevado en su niñez...La anciana se las había ingeniado para que ella aprendiera un poco de letras e historia por medio de un fraile e ya retirado. Arthiel no sabía muy bien para que le serviría ese conocimiento. Pero la mujer lo sabía...y muy bien.*
Metida en sus pensamientos Alfred le llama de improviso.
-Loreine de Asturias...son las iniciales de la reina...- Arthiel abre los ojos impresionada.-
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