Allí me tenía, acorralada contra mi puerta, sin saber qué hacer, una rara sensación recorría todo mi cuerpo, mi piel se erizaba y mis piernas temblaban. La puerta se abre empujándome ya que prácticamente estaba acostada sobre ella, mi madre y mi primo ingresan a mi habitación. Se les había pasado avisarme que una chica se encontraba muy cómoda sentada en mi sillón. "Me pidió conectar su teléfono, se le había apagado." Agrega mi madre al ver mi rostro aun en shock. Como un resorte la joven salió de la habitación entre avergonzada y sonrojada pero aunque no lo notó la que estaba mucho más avergonzada era yo. Cierro la puerta de mi habitación por fin sola con mis pensamientos. No sabía que era lo que me había ocurrido. De repente me encontré sudada, sonrojada y para mi gran sorpresa al sentarme en mi cama advierto que mi ropa interior estaba hecha agua. Jamás había experimentado una sensación igual, en medio de mi confusión solo tenía algo bien claro, quería repetirla.
Espere un tiempo prudencial y salí de mi cuarto como si nada habría pasado, mi familia y los huéspedes se encontraban charlando el holl de entrada, me siento en las escaleras al lado de mi padre que habla de autos y las precauciones en la ruta, al voltear mi cabeza veo a esta joven parada más atrás sola como no sabiendo cómo integrarse a la charla, que se puede esperar con mis padres que no dejan un espacio para poder hablar.
Me acerco a ella disimuladamente, como si fuera que la conozco hace mucho tiempo pero ya, que va, después de todo se queda en mi casa. "Te dejaron sola aquí parada". Absurdo empezar una charla así pero es lo unico que me salió, ella con una carcajada me responde, era genial ya había roto la barrera de solo mirarnos. Se llama Angélica y le dicen Angie, tiene diecinueve años que no los aparenta para nada.
-¿Vos sos la novia de Fede? (Mi primo)
-Para nada, es mi amigo, íbamos juntos a la primaria y secundaria.
La charla continuo unos minutos más conociendo un poco y demás. Mi sensación ya había pasado, pero por alguna extraña razón Angie me caía muy bien, me pareció simpática, logró conseguir mi total atención con la última parte de la conversación que decía algo así.
-Me encanta esa medallita que tienes en tu cuello, ¿es de Velvet Revolver?
Si, le gustaba Velvet, o por lo menos conocía a la banda. Antes de entrar a la casa a cenar quedamos en que le mostraría como patinar en las rampas aunque dudaba mucho en que quisiera subirse. Ya en mi cuarto, escuchando música desde mi computadora, sentada en mi sillón de oso panda mensajeaba con mis amigos poniéndonos de acuerdo con el horario en que nos juntaríamos mañana por la mañana, luego de una hora, o media hora no recuerdo, salgo de mi habitación para el baño y ya acostarme a dormir. En el espejo de la antesala me encuentro con Angie maquillándose, retocándose esos labios de rojo. "Hola" me saluda al verme a traves del espejo con una vocecita como aniñada. Muy absurdamente de mi parte le respondo.
-¡Hey, hola! ¿Quieres que baje la música? Yo ya estoy por dormir de todos modos.
A lo cual ella me responde entre risitas muy tiernas, como si fuera un conejito.
-¡No te preocupes corazón, estamos por salir con tu primo a pasear!
Se da la vuelta, le coloca la tapa al labial rojo que usaba y agrega.
-¡Sos un amor Lulú!
Acto seguido se agacha y me da un enorme beso en la mejilla dejándome el Rush marcado. Colmada de risas tiernas desaparece por el pasillo de las habitaciones.
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