La canción que se menciona en este capitulo No aparece en la lista para ser puesta a disposición. Para oírla y entrar en el ambiente de la historia siga el siguiente enlace de YouTube. Disculpe las molestias. https://www.youtube.com/watch?v=-uWqiDIZJ4U
| Inicio de la segunda parte |
Hoy llego el día, hoy inicio el secundario. Estoy lista para lucir mi nuevo look del pelo corto. Me encuentro un tanto ansiosa de ver a mis nuevos compañeros, descubrir que historias me tiene preparada este nuevo año. Mi cabeza se subleva de pensamientos mientras me abotonaba mi camisa blanca que posee un logo bordado en uno de sus bolsillos con una inscripción. "Instituto la gran fraternidad". El grito de mi madre se hace oír en cada rincón de la casa. ¡Lourdes, se te hace tarde! Agarro mi enorme mochila de oso panda, me coloco unos audífonos, tomo mi skate que descansaba debajo de mi cama y al salir a toda marcha. Montada en mi skate enciendo la música.
Come on baby, I ain't crazy
Come on baby, pick me up, pick me up!
Come on baby, do me baby
Come on baby, hook it up, hook it up
Al llegar ya las puertas se encontraban abiertas. Me sentía algo rara entrando por la puerta de la modalidad de secundario. Pero como llegaba tarde no tuve mucho tiempo para detenerme a pensarlo. Recorriendo los pasillos de un color bordo mezclado con tierra de zapatos buscaba el salón donde debería estar mi clase, hasta que por fin logro encontrarlo. Tomo asiento y mirando a mi alrededor me doy cuenta que el salón aun no se encontraban ni un cuarto de los alumnos. Se los podía contar tranquilamente con los dedos de una mano. Una voz masculina que emano repentinamente detrás de mí que me hizo voltear inmediatamente.
"Creí que los osos pandas terminado el verano comenzaban a invernar". Seguido de unas suaves risas por lo bajo. Se trata de dos jóvenes de mi misma edad que tomaron asiento junto a la puerta. Lo único que hago es atinar a devolverle una tímida risa de niña tonta. Esto desato una sorpresiva y prematura charla de compañeros de curso con la intención de socializar conmigo. Algo no muy común que me suceda.
─Siéntate en el banco detrás de nosotros panda.
─¿Como sabes que me dicen panda?
─¿Quién crees que te puso ese apodo?
Esa respuesta me hizo estremecer, no es posible, no era para nada posible que este chico desconocido supiera mi historia. Únicamente que se trate de alguien que conoce a Angie. Rápidamente tome asiento en el banco ubicado justo detrás de estos dos chicos. Antes que pueda decirles algo soy interrumpida por sus palabras.
"Yo soy el que te puso ese apodo. Te vi todo el verano patinando en la pista de skate, patinas muy bien y quería que me enseñes unos trucos que haces. Es por eso que te llamaba panda a los gritos las veces que te veía patinando".
Mil cosas cruzaban por mi mente antes de escuchar estas palabras forzándome a volver a la realidad. Mi rostro se encontraba pálido y casi me faltaba el aliento, tanto así que los jóvenes se percataron al instante de ello.
─¡Oye! ¿ estás bien?
─¡Claro! solo me sofoque un instante.
Trate de responder con total frialdad y calma pero esto no convenció mucho a mis nuevos compañeros que insistieron en que me dirija al baño a mojarme el rostro, lo que sea para salir de ese mal estar. Entonces allí me dirigía yo, rumbo al baño de damas, mis piernas temblaban y el suelo se zarandeaba a mis pies, tal como si me encontrara en estado de ebriedad. Finalmente consigo llegar al baño. Recuperando por fin el aliento al empaparme el rostro con el agua helada, ya me sentía mejor, me sentía yo misma nuevamente. Mi rostro aun rosaba la llave del agua cuando de repente oigo una voz a la par.
─Que linda medallita la que cuelga de tu cuello, velvet revolver, buena banda de música.
Rápidamente levanto la mirada. Se trataba de una joven, un año más grande que yo, o eso me parecía, obviamente más alta, de un rubio natural, unos extraños ojos grises y sus labios con Rush de un rojo intenso. Mientras terminaba de retocarse el mismo, mirándose al espejo, es interrumpida al sonar el timbre que indica el comienzo de el horario de clases. "Ya es hora". Dijo ella con una sonrisa, coloca la tapa al labial guardándolo en su diminuta cartera. Apurada sigo su paso para no llegar tarde a clases. Para mi sorpresa la joven ingresa al mismo salón. No había duda, seriamos compañeras a lo largo de este año. Tomo asiento detrás de los jóvenes de la pista de skate, el salón ya se encontraba atestado de alumnos hablando a la vez, en ese momento alguien ingresa por la puerta, el rector, a la orden de "todos a sus asientos" el rector no quita su mirada de sus hojas. Solo quedaba de pie la joven del baño, a lo cual el rector con gran sarcasmo le dirige la palabra. ─Señorita Meredith, la orden va para usted también.
Con una carcajada tímida la joven va en busca de su asiento. En todo su recorrido no podía sacarle la mirada de esos ojos que me hipnotizaron. Hasta que el comentario de uno de los jóvenes de la pista de skate me baja a la realidad.
─¡Tranquila panda! No apuntes tan alto, esa chica rubia es recursante y es la presidenta del centro de estudiantes, no te ilusiones.
─¿Como sabes que me atraen las chicas?
─No lo sabía, solo lo sospechaba, me lo estas confirmando en este momento. Además te pasabas los días con Francisco, el chico gay de tercer año.
Vaya, toda una sorpresa, al parecer estos jóvenes conocen a Francisco o al menos de vista.
─Me llamo Nicolás y mi amigo Kevin.
Se presenta el chico de la pista de skate mientras señalaba al joven a su par.
─Yo me llamo Lourdes Aquino.
Respondo entrando mas en confianza, ya no me sentía tan nerviosa.
─Ten por seguro que no te llamaremos así, vos seguirás siendo panda.
Mi risa inundaba el ambiente de clases dando comienzo a mi primer día de clases en la modalidad de secundario y por suerte no me sentía un bicho raro entre todos ellos.
¡Hey, ese es mi asiento! Se escucha desde el otro extremo del salón. Un joven notablemente obeso reclama que le pertenece, el otro joven que se encontraba sentado plácidamente en el banco. ─Búscate otro lugar gordo, no me molestes.
El joven se da media vuelta colmado de impotencia hasta que una mirada preocupada lo hace entrar en razón. Meredith lo miraba con su rostro apenado por lo que estaba ocurriendo. El joven retrocede sobre sus pasos sujetando con fuerza de la camisa finamente planchada y de un tirón saca a ese joven de su asiento.
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