El timbre del instituto suena retumbando en toda la cuadra dando el aviso para el ingreso al establecimiento "La gran fraternidad". En unos pocos minutos el salón comienza a llenarse por completo, yo ya estoy en mi lugar cuando veo ingresar a Kevin y Nicolás, se sientan en los lugares vacios frente a mí, la charla no se hace de esperar, tras charlas entretenidas con los chicos la profesora se hace presente, su rostro muy serio, con un gesto de manos enmudece a todos los presentes. El director se hace presente en nuestro salón dándonos una sorprendente noticia. Meredith no regreso a su hogar el día de ayer y actualmente se encuentra desaparecida y pide encarecidamente si alguien sabe donde podría llegar a estar. Rápidamente me envuelve el recuerdo de Meredith junto con Ezequiel en la mesa del kiosco, No puedo recordar si se fueron juntos o no. Mientras yo medito de esa posibilidad, Ezequiel ingresa bruscamente al aula pidiendo permiso y perdón por llegar un poco más tarde. Se lo puede notar un tanto cansado como desvelado, rápidamente se acomoda en su lugar sin hacer tantos movimientos como queriendo no0 llamar tanto la atención. En ese momento el chico obeso que Ezequiel humillo hace un día atrás comenta algo generando que las miradas de todos los presentes se dirijan hacia Ezequiel. "Yo vi a el chico que acaba de entrar y a Judith juntos a la salida del instituto el día de ayer". Ezequiel le dirige una mirada al chico obeso que arrugaba el entrecejo mientras ambos se miraban desafiantes. —Si tienes alguna información te pido que me la hagas saber de inmediato —. Replica el director con los ojos posados en Ezequiel que se encontraba enrojecido y no tarda en responder. —Vi a Meredith a la salida, luego nos separamos —. Comento Ezequiel con una voz temblorosa. El director vuelve a dirigirse a todos los presentes en el salón. Mucho más preocupado que antes que entrara. —Si no se sabe nada de su compañera de curso hasta esta tarde la madre no le quedara más alternativa que hacer la denuncia a la policía —. Dicho esto le da las gracias a la profesora por el tiempo interrumpido de clases marchándose. Apenas cruza la puerta se desata un ensordecedor bullicio de especulaciones. El único que se encuentra callado es Ezequiel que se ve algo conmocionado.
En ese momento la puerta se abre, esto no hace que los alumnos hagan silencio. Al salón ingresan dos alumnos de último año de secundaria, lo que me pareció algo totalmente extraño ya que los alumnos de último año jamás se dirigen a los alumnos recién ingresados a primer año. Rápidamente estos dos jóvenes se dirigían hacia mí, o eso es lo que mi mente se imaginaba porque detuvieron su apresurada marcha en los asientos justo frente al mío.
—Hola chicos ¿Cómo andan? dice uno de los jóvenes apenas audible debido al ensordecedor bullicio del salón. Ambos jóvenes saludan a Kevin y Nicolás con un fuerte apretón de manos. —Escuchamos todo ese lio de la desaparición de su compañera. Comento uno de los jóvenes. Antes de que alguno pudiera responder, el joven agrego —Igual los venimos a ver si van a venir la semana que viene. El bullicio iba en aumento haciendo que la respuesta de Kevin quedara inaudible, esto desato el enfado de uno de estos jóvenes que tomando toda la autoridad de un profesor se puso de pie y al grito de —¿Pueden hacer silencio por favor? Gracias.
Estas palabras logro que todo el bullicio se transformara en un leve murmuro casi inaudible por todos los alumnos. Por cursar el último año de secundaria tienen autoridad similar a la de algún profesor o persona con algún cargo dentro del instituto con los que recién ingresan al primer año de secundaria ya que los más grandes tienen que dar el ejemplo de las pautas de comportamiento.
—¿Entonces vienen la siguiente semana?. Volvió a preguntar esta vez perfectamente audible.
—No lo creo, no tenemos auto. Respondió Nicolás con un dejo de inquietud.
—Por eso no hay problema, los mellizos le pueden dan aventón. Respondió el segundo joven con una voz cálida, hablando por primera vez desde que entró al salón. "Bueno ya vemos como arreglamos". Responde Nicolás. "No sé si nos podrán llevar a los tres en el auto". Agrega Kevin mirando hacia atrás posando la mirada en mi que automáticamente me pongo incomoda y comienzo a sonrojarme al mismo tiempo que las miradas de estos dos jóvenes se clavan en mí.
—¡Hey! ¿Vos sos la chica skater?. Exclama uno de los jóvenes logrando sonrojarme aun más.
—Francisco Ochoa nos habla siempre de vos, nos conto tu desempeño con el skate el otro día venciendo a la líder del instituto Internacional que no es nada fácil.
Los dos jóvenes me estrechan la mano en forma de saludo presentándose.
"Me llamo julio". Me dice el primer joven de pelo marrón ondulado, de hombros anchos.
"Yo me llamo cesar". Agrega el segundo joven, de pelo negro lacio, con un peculiar mentón dividido por el centro formando un rostro llamativo, de una ligera barba que al parecer comenzaba a crecerle luego de unos días sin afeitarla.
—Yo me llamo Lourdes, me dicen Lu, o Luly. Pero mi apodo es Panda. Por eso prefiero mi apodo.
"Es un apodo genial". Responde Cesar, sentándose arriba de una mesa a mi lado formando un circulo involucrando a Kevin, Nicolás y Julio. Este ultimo siguiendo el comentario de su compañero me dice. —Es un buen apodo, seguro a las demás chicas le va a encantar. — ¿A las demás chicas? Respondo con mi mente comenzando a imaginarse cualquier cosa hasta que me vuelven a responder. —!Claro! Exclama Cesar, —¿Creíste que eras la única mujer dueña del instituto?. Esto me desconcierta aun mas. ¿Dueña del instituto? respondo arrugando el entrecejo. —"Los dueños del instituto..." Responde Julio pero siendo interrumpido bruscamente con la entrada de la profesora al salón, logrando que Julio y Cesar que se encontraban sentados cada uno sobre una mesa, rápidamente se pongan de pie al verla. —¿Que les digo de sentarse sobre las mesas?. Pregunta la profesora acomodando sus pertenencias en su escritorio. Antes que pudieran responder vuelve a hablarles. —Kevin Velardez y Nicolás Mancilla. Veo que lograron amistades a causa del acuerdo que se les puso a disposición el año pasado. Veo que tenían algo de inteligencia por lo menos. Ahora Señor Cesar y Julio si serian tan amables de retirarse a su salón y dejarme dar mi clase, muchas gracias.
Luego las dos horas intensas de con la profesora de matemática el timbre que avisa que el recreo comenzó se hace oír por toda la cuadra del instituto. Como ya es de costumbre me dirijo al Kiosco donde Francisco ya se encontraba sentado en una de las mesas acompañado de Julio y Cesar. Al vernos dirigimos hacia allí levanta sus brazos en señal de festejo, como si festejara un gol en un partido de futbol. —Me contaron los chicos que irán a la fiesta de egresados de nuestro curso. Menciona Francisco en voz alta ya que aun nos encontrábamos bastante lejos de su mesa pero debido a su emoción no aguantó. Al ser muchos tuvimos que arrimar unas cuantas sillas de mesas vacías. —Aun no sabemos, no creo que entremos todos en el auto de los mellizos. El rostro de Francisco cambia automáticamente adopta un tono serio. —Vamos chicos, es mi salida del instituto, no pueden fallarme, además usare traje. En ese momento entendí de que hablaban. La fiesta de egresados celebra el último año de los alumnos en el instituto, estas fiestas son famosas porque es la última vez que se verán todos juntos y la última oportunidad para hacer o decirse algo que todos estos años no se atrevían, generalmente mucho alcohol y descontrol. Es por eso que solo los alumnos de tercer y último año asisten. Ni siquiera los de segundo año son vistos por allí. Es una fiesta especial para los egresados que dura toda la noche para convertirse en inolvidable. —Tenemos el mejor grupo, este año los miro a ustedes tres y me enorgullezco de que el legado de los dueños del instituto queda en buenas manos, Cada uno de ustedes son importantes para mí y no hace falta que les aclare los motivos. Decía Francisco dirigiéndose a Nicolás, Kevin y yo. Pero yo solo lo escuchaba sin prestar tanta atención ya que en ese preciso momento Ezequiel salía a toda marcha del instituto, mirando a todas partes asegurándose que nadie lo esté siguiendo. Como un resorte me levanto de la silla. "Nos vemos en clases". Les digo a los chicos saliendo al trote para no perder a Ezequiel de vista. Llego hasta la escalera metálica que dirige a el cuarto de herramientas del instituto que generalmente se encuentra bajo llave. Ezequiel frena la marcha, se asegura que nadie este mirando, corre el pestillo de la puerta ingresando al lugar. Subo las escaleras suavemente para no hacer ruido metálico y logro escuchar la voz de Ezequiel hablando con Meredith. Yo sabía que la estaba ocultando o por lo menos sabia donde se ocultaba. —Tu madre llamara a la policía esta tarde, tienes a todo el instituto en alerta. Escucho que Ezequiel habla con un tono preocupado. —¿No me delataras verdad? Me dijiste que ya no pensabas solamente en ti mismo. Responde Meredith implorando que Ezequiel no rompa su promesa. —Si quisiera delatarte, ya lo hubiera hecho y les dije que no sabía nada de vos ¿sí?. Responde Ezequiel a la vez que el timbre que finaliza el recreo suena en toda la cuadra. —Tengo que volver a clases, no hagas ninguna locura ¿Sabes rubia? Agrega Ezequiel mientras yo bajo rápidamente las escaleras. Entro al baño de mujeres y puedo ver como Ezequiel pasa para el salón, me aseguro de que nadie está cerca y corro hacia las escaleras subiéndolas apresuradamente. Le quito el pestillo a la puerta y me encuentro a Meredith sentada sobre unas colchonetas viejas de educación física, abrazada fuertemente a sus piernas y escondiendo su cabeza entre ellas. Al verme entrar se sobresalta. —Tranquila, no diré a nadie que estas aquí. Me apresuro a decirle calmándola, ella me da un enorme abrazo y comienza a llorar. Ya más calmada comienza a contarme el motivo de su huida de su hogar mientras comemos papas fritas que había traído Ezequiel junto con una bebida cola y abrigo. —Bueno tengo que volver a clases. Le digo mientras daba unos sorbos de bebida cola. —Volveré para saber que estas bien. agrego pero en ese momento recuerdo las palabras de Ezequiel y se las repito para asegurarme que este bien y se cuide. —No hagas ninguna locura. Ella se sumerge en una profunda risa burlona haciendo que me sonroje muchísimo, después de todo ni siquiera la conozco. Ella para de reír. Se acerca murmurando a mi oído. —¿Una locura como esta? Antes que pueda entender de qué me habla toma mi rostro con sus manos y comienza a besarme apasionadamente. Nuestras lenguas jugaban unas con otras en distintas bocas, sin pensar mucho en lo que hacía introduzco mi mano por debajo de su ropa interior encontrándomela húmeda y tibia, mientras más jugaba con mi mano mas se mojaba. El seco ruido de la puerta nos vuelve a la realidad. —No recuerdo si la puerta quedo abierta y se cerró sola. Me dice Meredith asustada de que alguien descubriera su paradero. Y sinceramente no recordaba si había dejado la puerta abierta o no. Rápidamente me incorporo, acomodo mi uniforme y con la promesa de volver a asegurar de de que ella se encuentra bien me dirijo a clases. Pero mi mente solo deseaba volver con ella. —Te ves rara. Me dice Kevin en voz baja. —¿Tuviste acción verdad?. Murmura Nicolás entre dientes. —¡Cállense!, ¡son dos idiotas!. Respondo no pudiendo contener más mi risa al ver sus rostros. Por suerte nadie más se fijo en mi.
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