Al sonar el timbre encargado de marcar la mitad del día escolar, nos dirigimos al salón especializado para nuestra primera clase de química en los laboratorios escolares. Jamás había tenido esta asignatura, por lo tanto me encontraba sumamente nerviosa. Gracias a mis compañeros logro serenarme para disfrutar de la clase, que según ellos, era sumamente divertida. Al recorrer el extenso pasillo del instituto rumbo a los laboratorios, dejamos atrás la puerta de la dirección general del instituto. En ese fugaz vistazo por la ventana de la puerta al pasar pude apreciar algo que me dejo paralizada y me hizo retroceder sobre mis pasos para dar un mejor vistazo. Finalmente comprobé que lo que me había parecido una ilusión óptica resulto ser una imagen verídica transcurriendo en ese preciso instante tras esa puerta de madera antigua roída por el pasar del tiempo. Detrás de esa puerta se hallaban mis padres teniendo una charla con el director de la institución. Sigo inevitablemente el camino rumbo al laboratorio, al alcanzar a Kevin y Nicolás que ya se encontraban tomando sus lugares les cuento lo que acaba de pasar. Ellos no le toman demasiada importancia ya que los padres son citados a menudo al instituto por temas de documentación mas aun si el alumno es ingresante del secundario recientemente, eso hizo que lograra concentrarme en la clase con total normalidad. Transcurrida media hora de iniciada la clase, esta es interrumpida al ingresar el director del instituto al laboratorio de química en plena clase, esto era algo que no sucedía a menudo por eso llama la atención de todo el alumnado incluyendo la mía. Con el permiso correspondiente a la profesora dueña de la clase impartida en ese momento, solicita la presencia de una alumna a su despacho con suma urgencia. Me quedo paralizada al escuchar mi nombre a la vez que todos los alumnos dirigían sus miradas de desconcierto hacia mí. Con total calma sigo al director hacia la oficina, ya que según mis amigos nada malo habría, se suponía que era todo papeleo de rutina institucional. Al llegar allí me encuentro con mis padres, solo podía ver conmoción en sus rostros. El director me hace tomar asiento para luego comenzar a explicarme cual era el motivo de la visita de mis padres.
"Señorita Lourdes Aquino, como usted sabrá muy bien, recientemente una compañera de usted, una alumna repetidora del primer año de secundaria se dio a la fuga de su hogar y hasta ahora nadie sabe nada de su paradero, sus padres están a punto de hacer la denuncia policial correspondiente e iniciar la búsqueda. Si usted tendría alguna información seria de gran ayuda para su amiga y para el instituto".
La citación ya no me parecía tan grave, el instituto debió de citar a los padres para lograr alguna información del paradero de Meredith antes de que la policía tome cartas en el asunto. Algo entendible ya que ninguna institución educativa quiere tener en su haber una intervención policial. Me limito a responder, simulando una total sinceridad.
"Yo no sé donde puede estar, no nos hablamos mucho".
Al terminar mi respuesta logro ver a mi padre de reojo tomarse automáticamente el puente de su nariz con sus dedos mientras cierra los ojos. Sin dejarme reaccionar a este gesto casi intuitivo de mi padre, el director comienza su segundo discurso.
"Señorita Lourdes Aquino ¿ sabe usted el motivo de la citación de sus padres, el señor Edgardo Aquino y la señora Eleonor Villanueva a la institución? " .
Niego con la cabeza ante la pregunta pudiendo ver la expresión de consternación de mis padres para dar paso a la ultima parte del discurso del director.
"Señorita Lourdes Aquino, lamento mucho dar esta información a sus padres ya que es algo intimo pero en esta ocasión lo ocurrido incumbe de manera directa al instituto. Un alumno del instituto notó la puerta forzada del depósito escolar, al acercarse para constatarlo pudo ver por la puerta entre abierta a usted y a la señorita Meredith Salgado, en una situación intima. El instituto no pretende inmiscuirse en la vida intima de nuestros alumnos, solo le pedimos encarecidamente que nos diga dónde podemos encontrar a su compañera".
Comienzo a llorar desconsoladamente respondiéndole que no lo sabía, solo la vi en ese lugar. Mis sentimientos estaban desbordados, no pretendía que mis padres se enteren de esta manera, solo veía la decepción de mi padre y no lo soportaba. El director sin haber imaginado en que la cita terminara de esta manera, en un intento de calmar lo generado da permiso solo por esta ocasión que pudiera marcharme a mi casa con mis padres, todo lo necesario para tener lo más alejado posible de su oficina el problema. "Sus elementos personales le serán devueltos por el compañero más cercano a su domicilio lo más pronto posible". Comenta mientras estrecha con fuerza la mano de mi padre.
Mientras salía del instituto escoltada por mis padres como si fuera un reo al que ejecutaran al amanecer pude ver la puerta abierta de par en par del almacén escolar donde Meredith se había refugiado, muchas personas entraban y salían pero no había rastros de ella. Nos sentamos en la cafetería ubicado en la esquina del instituto donde generalmente era el punto de encuentro de todos los estudiantes que asistían al instituto "La gran fraternidad".
─¿Estás loca Lourdes, como le podes hacer una cosa así a tu madre y a mí?
Me dirige la palabra mi padre con una voz apenas audible mientras miraba en todas direcciones para constatar que nadie oyera sus palabras.
─¿Hacer que cosa? no puedo evitarlo papá, me gustan las mujeres.
Respondo completamente aterrada pero a la vez me sentía por fin liberada de este sentimiento.
─No eres lesbiana, solo es una fase, o una moda como lo llaman.
Replica mi madre tratando de no desbordarse y romper en llanto.
─No creo que sea una moda ni nada parecido, me pasa desde muy chica, solo que ahora lo siento con más intensidad, lamento que se hayan enterado de esta forma y sé que no es lo que esperaban de mi.
─ Tranquila hija, esto es culpa mía, por consentirte en demasiadas cosas, primero esas camisetas de rock con camisas, luego el skate y en amistades con chicos muy raritos, y ahora me sales con el pelo corto y como si fuera poco ¿besando a tus compañeras del colegio? Creo que esto ya llego demasiado lejos.
Antes que pueda responder a toda esta lista de estupideces que salen de la boca de mi padre como una catarata de mierda inundando todo el lugar, mi madre se adelanta a tomar la palabra.
─Tranquila hija, no estamos enojados contigo, solo queremos enseñarte las cosas que están bien y las que están mal. El director del instituto nos recomendó un psicólogo con el que puedes charlar y veras como todo esto será solo una anécdota tonta de tu adolescencia.
Estas palabras me enfurecieron de una manera que no me había sentido en mi vida, no por el contenido de ellas sino mas bien porque venían de mi madre. Yo pensaba, tenía la fe y esperanza de que ella más que nadie podría entenderme solo por ser mi madre. En una mezcla de ira e impotencia me levante de la mesa y salí de la cafetería corriendo, llorando e insultando a todo el mundo.
─¡No me llevaran a un maldito psicólogo!
─Tu iras a ese loquero, porque eso lo que eres, una loca sin sentido que arruinara a su familia!
Mi padre atina a salir detrás de mi a toda prisa pero es frenado bruscamente por Francisco que lo toma del pecho y lo hace retroceder.
─Tranquilo señor Ochoa.
Escucho decir a Francisco mientras corría de ese lugar. Ambos se miraban con miradas desafiantes pero mi padre finalmente cede ante Francisco. Nunca había visto esa expresión en la cara de Fran, adoptaba un tono tan serio y adulto que era imposible reconocerlo de ese chico tan alegre y bromista.
Al alejarme unos metros, una puerta se abre de repente metiéndome en su interior. Se trataba de Meredith y Ezequiel en la parte trasera de la cafetería donde solo el personal de ese lugar tiene acceso, era un lugar de trabajo muy amplio, con estantes cubiertos de productos para la elaboración de comidas y heladeras rebosantes de bebidas. Mi cara de asombro al verlos no tenia disimulo, entre feliz y nerviosa me hundo en un abrazo sin fin, cuando mis la grimas comienzan a cesar ellos me dicen que acaban de escuchar todo lo sucedido, Ezequiel sin conocerme mucho me hace tranquilizar pidiéndome que me quede con ellos en el bar. Entrando más en calma le pido que me cuenten como fue que llegaron a la parte trasera del bar mas transcurrido del barrio, lo cual Meredith con un fuerte suspiro comienza a relatarme su historia detalladamente.
Luego de la visita inesperada de Lourdes en el provisorio cuarto de limpieza o almacén donde el instituto guarda diversos materiales, donde Meredith se hallaba oculta. La joven relata que al haber ingerido la comida y bebida que Ezequiel le había proporcionado, esto sumado a sus nervios, causo que su cuerpo actuara rápidamente proveyéndola de unas insostenibles ganas de orinar, no podía hacerlo allí dentro, pero al ver la bolsa donde Ezequiel trajo la comida, se apareció inmediatamente dentro de su cabeza la solución perfecta. Cruzaría la calle diagonalmente hacia el bar, utilizaría el baño y volvería a su escondite.
Al entrar al bar prácticamente vacío no tiene ningún problema en pasar al baño, al salir se encuentra con el dueño del bar, un hombre de baja estatura, muy carismático y conocido por todos los que alguna vez estudiaron en el instituto La gran fraternidad como "El Oruga". Al verla, El Oruga se sobresalta, era evidente que los rumores de la desaparición de Meredith habían llegado a sus oídos inmediatamente, ser el dueño del bar donde decenas de adolescentes toman su refrigerio diariamente tenía sus beneficios, toda clase de chismes pasaban por sus oídos siendo el primero en saberlo.
─¿Qué haces acá? Te están buscando por todos lados, llamaran a la policía.
─¡Ya lo sé Oruga, no me importa! ¿Me dejas esconderme acá? por favor Oruga.
─No puedo hacer eso corazón, eres menor, si te encuentran aquí me llevan a prisión.
Un movimiento en la puerta de entrada hace que El Oruga de un fuerte empujón envié a Meredith contra una puerta que se abre con la envestida. Por la puerta de entrada ingresa Ezequiel totalmente nervioso, gracias a sus nervios no pudo notar que El Oruga se encontraba aun más nervioso que él, para tratar de calmarse un poco, Ezequiel pide una gaseosa sabor naranja. Mientras da unos leves sorbos de su bebida no deja de llevar sus manos hacia su cabeza y mirar hacia el depósito escolar donde se hallaba oculta Meredith hace no más de una hora. El Oruga finalmente oye a Ezequiel murmurar entre dientes. "Dios, en que lio me metiste rubia". El Oruga se le aproxima a centímetros y le susurra. "¿Vos estas ayudando a la rubia Meredith del centro estudiantil ?".
La puerta del almacén se abre de un fuerte sacudón, El Oruga y Ezequiel entran apresuradamente. "Que lio estas armando rubia". Comenta Ezequiel abrazándola fuertemente mientras Meredith comienza a sollozar en su pecho.
El sonido de la puerta de entrada se vuelve a oír, El Oruga les permite quedarse allí hasta que arreglen que harán, la puerta del almacén del bar se cierra tras la espalda de El Oruga que se dirige a seguir atendiendo su establecimiento. Luego todo comienza volverse confuso para Meredith y Ezequiel, solo pudieron ver entrar a Francisco, hablar unos minutos con El Oruga con muchos gestos, Francisco se pierde en los baños cuando me ven entrar a mi junto con mis padres, al discutir en voz alta pronto se enteraron que es lo que ocurría, al retirarme completamente enfadada Meredith sin dudarlo decide salir por la puerta de empleados para agarrarme en cuanto me vea pasar a la par de la puerta. Francisco que al parecer había odio la discusión desde los baños se apuró a salir para intervenir aunque solo llego justo a tiempo para frenar a mi padre de una posible persecución por toda la calle. Ahora nos encontrábamos mirando desde las ventanas del área de trabajo de los empleados una charla entre Francisco y mis padres que no llegábamos a escuchar bien. Nos limitamos a alejarnos de las espejadas ventanas, me desplomo en el suelo y comienzo a llorar, cuando termino de ponerlos al día con lo ocurrido en el instituto ambos se arrodillan ante mí y nos fundimos en un enorme abrazo sin fin.
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