Tobías, el más joven de los «necromantes», como la gente del lugar llama a quienes vagan de noche por los antiguos sepulcros, tiene su primer «contacto» con «lo que está más allá». Pero, como dice el viejo cuento sobre un aprendiz de hechizero que conjuro un demonio por accidente, podría lamentarlo.
En los alrededores, algunas comunidades que no necesariamente compartían las mismas creencias, se establecieron. La gente del lugar recelaba de ellos; los consideraba parias. Una de esas comunidades era especialmente mal vista: la de los nigromantes.
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