Hay una región de la que muchos hablan pero que sólo unos cuantos conocen. Le llaman la «Región Oscura». Se halla fuera del poder del reino. Allí yace la «Necrópolis», una ciudad en ruinas y desolada que nadie sabe quién construyó y en la que nada, plantas o animales, parece sobrevivir.
Se dice que sus viejas callejas son angostos túneles y sus rudimentarias moradas son huecos horadados en la piedra dura y gris que predomina en toda la región. También se dice que guarda cuantiosas riquezas para quien se atreva a buscarlas, pero que nadie que se haya adentrado ha vuelto a ser visto.
Hasta allá se aventuran dos vagabundos irredentos que provienen de mundos distintos: Lucius el romano, soldado desertor del imperio romano, que durante su huida por mar, bajo una terrible tormenta, cruzó sin proponérselo la línea entre mundos; y Pilipo el duende, antiguo noble que dilapidó su fortuna en juergas y que, como Lucius, cruzó la línea sin proponérselo, en una de sus frecuentes visitas al septentrión del inframundo.
Cada uno reconoció algo común en el otro. Así se aliaron. Juntos han acometido distintas empresas, pero ninguna tan peligrosa como su incursión a la Región Oscura.
El afán de aventura y riqueza lleva a dos cumplidos guerreros (dignos representantes cada uno de su respectiva especie), a sumergirse en una región remota y olvidada que, se rumora, linda con el reino del más allá. Un viaje del que quizá no haya regreso.
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