NOTAS PREVIAS DEL AUTOR:
"Esta historia está basada e inspirada en los personajes y lugares del universo de Batman, creado originalmente por Bob Kane, y cuyos derechos le pertenecen a DC Comics y Warners Bros. Enternaiment."
Hola a todos. El día de hoy les traigo una nueva Historia un tanto diferente a lo que estoy acostumbrado: una historia basada en Batman. Ciertamente no soy ni cercano a ser un experto en el universo de este héroe de comic, ya que mi cercanía con éste es mucho más reciente que el de la mayoría, ni estoy muy acostumbrado a escribir o leer fanfics no involucrados con alguna serie de Anime o Manga... Pero realmente quise llevar a cabo esta idea y hacer esta historia como un tributo al que posiblemente es mi héroe favorito del comic americano. Antes de progresar con el primer capítulo, quisiera aclarar unos puntos previos:
- La historia se ubica en una Línea Alterna, es decir, no se encuentra ubicada en ningún punto específico de los comics, series, películas, o juegos, sino en otra línea nueva imaginada por mí. Sin embargo, aunque se encuentre en una Línea Alterna, se usarán como inspiración y base diferentes puntos y conceptos de los comics, así cómo tal vez de alguna otra adaptación.
- En esta Línea Alterna intentaré mantener los aspectos sobrenaturales o mágicos, así como los súper poderes, a un nivel moderado. No quiero decir que no vaya a haber personajes con habilidades especiales, pero no serán muchos, y dichas habilidades no serán muy exageradas. Esto incluye a villanos y otros héroes.
- En su mayoría usaré los términos originales de los comics, como Bruce Wayne, Richard Grayson, Joker, Red Hood, Wayne Enterprise, etc. Sin embargo, más que nada por gusto personal y por costumbre propia, algunos términos los usaré en su versión al español, como por ejemplo Ciudad Gótica, Baticueva, Batimovil, etc. Espero esto no sea incomodo o molesto, como digo es simplemente por gusto personal, pero sólo será con algunas cosas.
- Aunque al inicio la historia se enfocará principalmente en Dick, Barbara, Jason y Tim, en capítulos posteriores tengo pensado que la historia se amplié a más personajes y apariciones como Damian, Stephanie y Cassandra.
- La caracterización de los personajes será principalmente una interpretación personal de cada uno. No quiero decir con esto que las personalidades vayan a cambiar; intentaré sobre todo mantenerme lo más cercano las personalidades originales sin hacer ningún cambio brusco en ellas. Simplemente quiero decir con esto que no están basadas específicamente en ninguna versión oficial de los personajes, ya sea impresa, animada o actuada.
Espero les agrade. Cualquier comentario es bienvenido, así como cualquier sugerencia, ya que como dije no soy muy experto en este tema, y si alguien cree que debe de señalarme algo importante que estoy dejando pasar por alto, estaré feliz de que lo haga.
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Jueves, 18 de julio del 2013
Cuando salieron de la iglesia cargando el ataúd, alzó su mirada unos momentos para ver el cielo; éste se había nublado por completo en menos de un hora. La gente empezó a preparar sus paraguas en espera de la lluvia, pero a él no le pareció que fuera a llover, al menos no antes de llegar al cementerio, y al parecer tuvo parte de razón. Cuando llegaron allá, empezó a caer un pequeño rocío, que empapaba ligeramente los abrigos oscuros de todos. Algunos optaron por usar sus paraguas, pero otros, como él, prefirieron resistirlo. Todos estaban posados a un lado del agujero ya cavado y preparado, con sus ojos puestos en diferentes puntos: en el césped verde bajo sus sus pies, en el Padre Michael que estaba empezando a hablar, en la lápida o en la foto de gran tamaño del difunto... Pero la mayoría miraba fijamente el ataúd de roble cerrado; él era uno de ellos.
- El señor es mi pastor; nada me falta. – Pronunciaba el sacerdote con su voz profunda y serena. Vestía su sotana negra, encima de ésta su túnica blanca, y una casulla morada. – En verdes praderas me hace descansar, a aguas tranquilas me conduce, me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su nombre...
Los asistentes al funeral no eran pocos. Aún así, el número de amigos y personas que se podrían considerar "cercanas", era reducido. La mayoría eran socios de negocios, empleados de las empresas, gente importante de la ciudad, incluido el propio Alcalde Hill y el Comisionado de Policía, Gordon. De seguro cada persona en ese lugar tenía su propia idea en la cabeza, pero ninguno tenía alguna de las muchas que revoloteaban dentro de la suya en esos momentos.
El Sacerdote seguía hablando. Podía oír su voz, pero le parecía más un murmullo muy lejano e incomprensible.
- Señor, nos hemos reunido el día de hoy para orar por el eterno descanso de nuestro hermano, quien ha sido llamado a tu honrosa presencia. Dale consuelo a su familia y amigos, y hazlos sentir con claridad tu misterioso plan. In nomine Patris, et Filii, et Spiritus Sancti.
Lo primero que pensó cuando se enteró del hecho, fue el pensamiento que de seguro la gran mayoría de los que reciben esa noticia tienen: "No puede ser cierto". Pero en su caso era diferente, pues literalmente pensaba que no podía ser cierto. De todos los posibles escenarios que su mente se permitía armar sobre cómo serían los siguientes días, meses, semanas o años, ninguno involucraba algo como eso. Debía de haber un error, y luego de todo lo que había visto y vivido en todos esos años, estaba más que seguro de ello. De inmediato se puso en camino, desde el corazón mismo de New York, hasta la enorme y majestuosa Mansión que se posaba sobre la colina, como un castillo por encima de su reino, que era Ciudad Gótica, New Jersey. Estaba seguro que en cuanto entrara, todos desmentirían tal noticia. Todos le aclararían que no era más que parte de un plan, de un engaño con un fin mayor. Que era lo que "él" quería que el público en general pensara. Pero conforme se encontraba con más caras largas, con las bocas que no eran capaces de pronunciar palabra alguna, y se empezaba a impregnar de todo ese aire pesado y denso... Esa idea empezaba a desgastarse más y más.
Pero no por completo. No importaba lo que los demás dijeran, se seguía repitiendo que no podía ser cierto. Y entonces empezó a maquinar todas las posibilidades. Primero necesitaba ver el cuerpo. Como legalmente era uno de sus familiares más cercanos, tuvo tal derecho sin discusión. Cuando lo vio, la imagen ante él simplemente la pareció irreal. Estaba ahí, ya preparado, vestido, arreglado, colocado en el interior del cajón elegido, con su rostro sereno, tranquilo, y sus ojos cerrados. Ese era su rostro, sus facciones, su cabello negro, incluso el traje que vestía era suyo. Pero no podía ser él. ¿Y si era un cuerpo falso? No sería la primera vez que los engañaran con algo así. Esa noche entró sigilosamente y en secreto a la funeraria, para poder examinar el cuerpo. Lo revisó todo dentro de lo posible, y sin hacer algo que dejara alguna marca de su presencia. El cuerpo era real, de carne y hueso. Bien, ¿pero y si no era él realmente? Toda marca distintiva estaba ahí, pero sabía muy bien que eso no era definitivo. Tomó una muestra de ADN y se fue de inmediato a analizarla. Repitió la prueba al menos unas tres veces, y el resultado siempre fue el mismo: positivo.
Luego de haber quitado todo lo lógico, empezó con las explicaciones ilógicas. ¿Un clon tal vez?, ¿alguna clase de ser de otro tiempo o espacio? O incluso, ¿podría tal vez estar soñando o en algún tipo de ilusión? Pero conforme más pensaba en ellas, más absurdas e imposibles le parecían. Al final, estando ahí de pie en el cementerio, frente al ataúd, bajo la lluvia y con todas esas personas de negro reunidas a su alrededor... Tenía que empezar a aceptar que lo que decía esa lápida a la cabeza del ataúd, no era ni un engaño, ni un error, ni un truco, ni ninguna otra explicación verosímil o inverosímil que se le pudiera ocurrir. La verdad estaba justo frente a él, tallada en piedra y con letras totalmente legibles:
BRUCE WAYNE
Febrero 19, 1967 – Julio 15, 2013
Nunca se había detenido a apreciar la simplicidad de cómo las personas intentaban resumir la vida de una persona con el sencillo acto de listar su fecha de nacimiento, seguida de la fecha de su muerte. Y eso era todo, todo lo que esa persona fue, se englobaba en eso: en dos fechas puesta una detrás de la otra. Todo lo que pudo ser, lo que quería ser, quedaba totalmente fuera de eso... Eso era realmente... Triste.
- Dick. – Escuchó que alguien decía, pero la primera vez no lo logró entender. Fue hasta la segunda, acompañada de un pequeño toque en su brazo, la que se hizo más legible.
Volteó hacia su derecha un tanto sobresaltado al ser sacado de sus pensamientos. Barbara lo veía fijamente con algo de confusión, estando sentada en su silla de ruedas, con su vestido negro largo, su cabello rojizo recogido con una cola, y sobre su cabeza un pequeño sobrero negro; en su cuello, usaba un collar de perlas blancas, y sus manos tenían guantes de piel, negros como su vestido y sombrero. Ella no era la única que lo miraba; parecía que se había vuelto el centro de atención de todos, desde hace quien sabe cuánto. Se dio cuenta de que el Padre ya había callado, y todo estaba en silencio. No necesitó mayor explicación: era ya el momento, y estaba tan sumido en sí mismo que no se había dado cuenta de ello.
Tomó con delicadeza la mano de Barbara y la apartó gentilmente. La volteó a ver de nuevo y le sonrió, asintiendo con su cabeza, una forma modesta de decirle "estoy bien". ¿Lo estaba realmente?, ¿alguien en ese lugar lo estaba?
Caminó hacia el padre Michael, que estaba al frente de todos en el lado contrario del ataúd. Estrechó su mano en señal de gratitud por sus palabras, aunque no había oído ni la mitad de ellas. El sacerdote se hizo a un lado, dejándole el camino libre. Ni siquiera le habían preguntado si deseaba decir algo; siendo el hijo adoptivo mayor, todos dieron por hecho de que tenía que hacerlo, y no hubo discusión alguna al respecto. Y ahí se encontraba ahora, intentando encontrar la forma correcta de empezar a hablar de una situación, que apenas hace unos minutos atrás empezaba a percibir como algo "real".
Se tomó unos momentos para inspeccionar con la mirada a los presentes. La mayoría tenían expresiones serias y respetuosas, cómo tendría cualquier invitado a un funeral, pero que fuera de cierta forma ajeno a éste. Los que más le importaban en esos momentos se encontraban en la fila de hasta enfrente: primero, el Comisionado de Policía James Gordon, de cabello y bigote en un tono anaranjado, un par de anteojos cuadrados, vistiendo abrigo negro y traje como la mayoría. Era una figura importante de la ciudad, y como tal muchos esperarían que estuviera ahí por mero requisito; su expresión no lo reflejaba, sin embargo. Tenía sus manos cruzadas al frente, y miraba fijamente al suelo. Se veía realmente afligido, pero... ¿Por qué?, ¿por la muerte de un hombre bueno simplemente? Tal vez. Después de todo, él era ese tipo de persona, y además era imposible que supiera al funeral de quién estaba asistiendo realmente... A su lado estaba su hija, Barbara Gordon, en su silla de ruedas. Ella era algo difícil de interpretar para él. Era obvio que estaba triste, posiblemente destrozada por dentro, pero intentaba mantener un semblante sereno, fuerte, que de vez en cuando se rompía, sólo para luego volver a la normalidad. No se permitiría destrozarse, no ahí, no frente a todos.
A lado de Barbara estaba el espacio vacío que había dejado al moverse. Luego estaba Timothy Drake, el tercer hijo adoptivo del fallecido, un joven delgado de dieciséis años. Él no era como Barbara, él no se esforzaba por esconderlo. Tenía la mirada baja, sus ojos cerrados y sollozaba cada lapso de tiempos. Tim había sido casi incapaz de hablar de lo sucedido. Cualquiera diría que sería el más afectado por esto por su reacción... Pero él sabía que no era así. A su lado, se encontraba el mayordomo de la familia, quién había servido a sus padres, y luego a la persona que honraban en esos momentos, desde que éste era prácticamente un niño: Alfred Pennyworth, un hombre ya mayor de origen inglés, con cabello y bigote blanco. Él estaba mirando fijamente el ataúd, con su espalda firme y rostro sereno. Era justamente esa actitud tan calmada la que demostraba que no estaba bien... Al igual que él, de seguro todos los escenarios imaginados terminaban con él en el ataúd, y Bruce en su lugar. Eso era lo natural... Pero no fue así. Aunque también era posible que ya hubiera previsto ese escenario. Siendo la persona más cercana a él, quién más lo conocía, quién más lo quería... Tal vez ya había previsto que eso podría pasar. Sin embargo, eso no lo hacía más digerible.
Ahí estaban todos, o casi todos. Faltaba una persona... ¿O no era así? Volteó a ver con cuidado por encima de las personas, más allá de ellas. Entre las gotas de rocío cayendo, el viento soplando y las lapidas de piedra alzándose, logró ver algo que llamó su atención. A lo lejos, en la colina más cercana al punto en el que se encontraban, logró ver la silueta de una persona, sobre una motocicleta, estacionado justo debajo de un árbol. Parecía estar mirando en su dirección, pero sin ninguna intención de acercarse; parecía precisamente querer mantenerse ahí, alejado, pero no lo suficiente...
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