Ming Chen viajaba a caballo hacia su ciudad natal situada en Yunnan, esta provincia había sido recientemente conquistada por el emperador Zhao en su objetivo de unificar toda China. Del norte se olía ya a los cultivos quemados y desde el este olía a cadáver. «El olor a muerte atrae a los monstruos» pensó Ming Chen. Tras estar veinte minutos cabalgando el calor en el ambiente era cada vez mas insoportable. «El fuego debe de estar cerca» pensó Ming Chen mientras bajaba de su caballo. A la distancia avisto una aldea y una tierra de cultivos que no habían quemado y decidido acercarse a ella a pie mientras su caballo lo seguía obedientemente. Cuando tan solo estaba a quince pasos de la primera casa de la aldea un grupo de personas armados con hoces y rastrillos salieron a su encuentro con actitud amenazante.
—Ya hemos pagado suficiente a los soldados para que no quemen nuestra aldea—grito un viejo—Fuera de aquí demonio.
—No soy un soldado—contesto Ming Chen—Me dirijo a la capital de Yunnan solo he parado para beber y comer algo, tranquilos os puedo pagar.
—Si no eres un soldado ¿Por qué portas armadura y una espada? —pregunto un aldeano.
—Contestadme a algo ¿los soldados a los que habéis pagado portaban mí misma armadura?
—No, no es la misma armadura—contesto el viejo.
—Luego no soy un soldado del emperador Zhao.
—¿Has dicho que pagaras por la comida? —pregunto el viejo bajando su rastrillo.
—Eso he dicho—contesto Ming Chen palpando la bolsa de monedas que llevaba en su cinturón.
—Esta bien, puedes venir a mi casa te daremos agua y comida, pero cuando acabes tendrás que seguir tu camino.
La casa de aquel hombre era pequeña y humilde pero esta bien cuidada y no parecía en mal estado a los ojos de Ming Chen. Mientras ataba y le quitaba la silla a su caballo se fijo en que ya estaba oscureciendo y el olor a comida empezó a salir de la casa del aldeano. Cuando entro vio al viejo sentado en la mesa y a su mujer delante de la olla revolviendo algo parecido a un guiso.
—Siéntate por favor la comida esta casi lista—dijo la mujer girando la vista hacia Ming Chen pero sin dejar de revolver el guiso—Ya he llamado a mi hija para que prepare la mesa en unos minutos podremos comer.
Como dijo la mujer una chica de unos quince años salió de una habitación próxima a la que estaban ellos con cucharas de madera y vasos.
—Padre, saco vino y pan?—pregunto la chica.
—Claro hija mía nuestro invitado ha pagado mucho por nuestros servicios el guiso no será el mejor del mundo pero al menos le podemos ofrecer pan y un vino decente.
Ming Chen no soltó ni palabra tan solo se enfoco en comer y beber y cuando todos terminaron se volvió a colocar la espada en el cinturón y se dirigió a la puerta para salir pero una voz le hizo detenerse
—Padre fuera esta oscuro ¿por que no le preparamos una cama al viajero y que se quede a dormir?—pregunto la chica
—Te puedo pagar mas—dijo Ming Chen mirando al hombre.
El hombre suspiro y dijo:
—Esta bien preparadle una cama al viajero mientras nosotros negociamos el precio por quedarse.
Las dos mujeres dejaron el comedor y se fueron a otra habitación.
—¿Cuánto quieres?—pregunto Ming Chen.
—Cuatro monedas de plata será suficiente por desgracia no podemos ofrecerte una cama de calidad ni una habitación para ti por lo que tendrás que permanecer en el comedor.
—Es suficiente—contesto Ming Chen mientras dejaba las cuatro monedas en la mesa en la que habían comido.
Ming Chen ayudo al hombre a apartar la mesa y las sillas para dejar espacio para que las mujeres prepararan la cama improvisada. Cuando acabaron el hombre le ofreció salir fuera a fumar de su vieja pipa de madera y a tomarse una ultima copa de licor.
—Veras como te encanta viajero esta hierba la llamo "aliento de dragón" la cultivo yo mismo—dijo el viejo mientras colocaba aquella hierba rojiza en la pipa.
—Perdona que te pregunte esto pero—Ming Chen toma un trajo del licor antes de continuar—Tu mejor y tu ya sois mayores ¿Cómo tenéis una hija tan joven?.
—Es adoptada, algún desalmado la dejo delante de nuestra puerta hace quince años—el viejo dio una larga calada de su pipa y se la paso a Ming Chen—Mi intención era dejarla morir yo no tenia un suficiente dinero para mantener otro niño pero mi mujer no paraba de rogarme que la metiéramos en la casa aunque solo fueran unos días—El hombre suspiro—Como puedes ver los días se convirtieron en años.
La hierba empezó a afectar a Ming Chen que notaba su cuerpo mas ligero y la boca seca.
—Vayamos dentro a dormir veo que la hierba ya te ha relajado el cuerpo demasiado—dijo el viejo riéndose.
Cuando entraron su cama ya estaba preparada y tenia su ropa y sus cosas perfectamente colocadas al lado de ella. El viejo le deseo buenas noches mientras se metía en una de las habitaciones y Ming Chen se acostó e intento dormir. Pero tras varios minutos intentándolo lo dio por imposible algo se lo impedía. Fuera se empezaron a escuchar pasos y tras eso gritos empezaron a estallar por todas las casas de la aldea. Ming Chen cogió su espada rápidamente mientras el viejo también salió de su habitación rápidamente. Este miro fijamente a Ming Chen y le señalo que abriera la puerta lentamente. Cuando abrió la puerta el caos se presento ante sus ojos. Ming Chen desenvaino su espada y se preparo para la batalla.
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