El cálido sol salió por la mañana, en un día de verano en la aldea De Brum, aunque las personas que viven aquí son de muy bajos recursos y débiles, todos trataban de ser felices con lo poco que tienen.

El viento desplegaba el aroma de las flores de Jazmín a la ventana de uno de los aldeanos, el cual es un niño que sueña con ser alguien fuerte algún día, este es Kenji el cual observaba detenidamente como entrenaban en el pequeño campo que está al exterior de su arruinado hogar.

Él estaba pensando en ese momento cuando podría entrenar en ese lugar, ya que su padre nunca lo llevaba, puesto que él solo estaba interesado por su hermano, el cual tiene un don para usar sus habilidades.

Después de unas horas, Kenji término de observar el entrenamiento en el campo cercano a su humilde hogar, él seguía reposado en su ventana donde los rayos de sol se posaban en su rostro, su mente se llenaban de sueños y aspiraciones donde él se convertiría en el rey de la familia de los Darkers.

Kenji sintió el chirrido de la puerta y, en ese momento, su madre, Rina, entró en la habitación. Preocupada por la desanimada expresión de Kenji, ella irradiaba una presencia animada y reconfortante, llenando la habitación de calma y tranquilidad.

La madre de Kenji, Rina se acercó a donde estaba posado Kenji y lo abrazo, transmitiéndole su amor y apoyo incondicional.

Rina: — Kenji, últimamente has estado muy desanimado, ¿Por qué no vamos a preparar la comida juntos y hablamos al respecto? Estoy aquí para escucharte.

Kenji miro a los ojos a su madre y sonrió: — ¡Claro! — le dijo a su madre alegremente.

Rina y Kenji tomados de las manos caminaron a la humilde cocina del hogar, Rina al percatarse del prolongado desánimo de Kenji le preparo una sorpresa.

Rina: — Kenji sabes, hoy tengo algo especial para ti. — Le sonríe.

Rina fue a la cocina y agarro un objeto del mueble de cocina y lo escondió detrás de su espalda.

Kenji: —¡Puede ser lo que estoy pensando! — En su rostro se dibuja una gran sonrisa y se notaba emocionado.

Rina se acerca a Kenji y le muestra el objeto, este es la comida favorita de Kenji, la lasaña, la cual es imposible de conseguir para las personas que viven en estas aldeas.

Kenji al ver este abrazo fuertemente a su madre: —¡Gracias Mama! Hace años que no he comido esto — Sonríe.

Rina se sorprendió del repentino abrazo y ella también lo abrazo: — Deberías agradecerle igualmente a tu padre —Se acerca al oído de Kenji y le susurra — Aunque yo le dije que te lo trajera, ya que hace mucho que querías comer de esto.

Rina se separó de Kenji y le sonrió, aunque ella percató que Kenji se molestó de la nada.

Rina: — ¿Qué sucede Kenji? ¿Dije algo malo? — Le coloca la mano en su hombro.

Kenji bajo la mirada y en su mirada se notaba la frustración que sentía: — Es solo que… ¡Porque mi papá no nos toma en cuenta, parece como si fuéramos fantasmas para él! — Suspiro y empezó a mostrar los dientes por la molestia que sentía.

Rina miro con a Kenji con ternura y comprendió su frustración: — Entiendo cómo te sientes. A veces también creo que tu padre nos deja de lado, pero él tiene muchas responsabilidades. Está cerca de convertirse en el próximo rey de la familia real de los Darkers, y eso le demanda mucho tiempo. Pero si te sientes solo, recuerda que tanto tu hermano como yo te amamos muchísimo. Siempre estaremos aquí para ti. — Rina abrazó a Kenji y él se sintió más calmado.

Kenji le contesto sutilmente: — Gracias por escucharme, mama —Este la abrazo.

Rina calmo completamente a Kenji y mientras preparaban la comida, Kenji le hablo de sus sueños y el motivo por el cual quiere lograrlo, Rina estaba muy feliz al saber que tenía un hijo noble y perseverante.

Rina y Kenji comieron juntos y se alegró al ver que Kenji estaba más feliz de lo habitual.

Kenji quedo satisfecho con la comida y llevaba una expresión alegre con él: —¿Mama, quedará para la noche? —Pregunto con emoción.

Rina: —¡Claro Kenji! Aunque comiste mucho, eres un glotón —Le sonrió — Ahora que terminamos, ¿Me ayudas a lavar los platos?

Kenji Respondió alegremente: —¡Claro!

Kenji se levantó de la mesa y escucho unos pasos avecinándose a la puerta de su hogar, Kenji se apoyó por la ventana y vio que era su Hermano Taro, el cual se le veía con una expresión de preocupación.

Taro Golpeo la puerta fuertemente y Kenji la abrió apresuradamente.

Taro entro y Rina lo vio con una cara de preocupación e inanimado.

Rina al verlo de esa forma, se preocupó y fue corriendo a calmarlo: —Taro, tienes que calmarte, ¿Qué está pasando?

Kenji, sintiéndose igualmente preocupado aunque desconociera los detalles, se acercó a su hermano.

Kenji: — ¿Hermano, estás bien?

Taro, con lágrimas brotando de sus ojos debido al miedo que sentía, les gritó fuertemente a su madre y a Kenji.

Taro: — ¡Corran, por favor, solo corran!

Rina, preocupada por el estado emocional de Taro, trató de consolarlo y secarle las lágrimas.

Rina: — Taro, cálmate. ¿Qué está pasando? Cuéntanos, estamos aquí para ayudarte.

Taro apretó con fuerza las manos de su madre, tratando de transmitir la gravedad de la situación.

Taro: — ¡Salgan ahora mismo de la aldea, los demonios están atacando! ¡Vámonos, toma a Kenji y corramos juntos!

Kenji, con lágrimas llenando sus ojos y una mezcla de miedo y determinación en su voz, asintió ante las palabras de Taro.

Kenji: — ¡Vámonos ahora! No quiero que les suceda algo a ustedes.

La tensión y el peligro aumentaban a medida que Kenji, Rina y Taro corrían por las estrechas calles de la aldea. Los gritos de los aldeanos y los sonidos de la batalla resonaban en el aire, recordándoles constantemente la amenaza que los rodeaba. Kenji apretó con fuerza la mano de su madre, buscando consuelo y fortaleza en su presencia.

Taro, siempre protector y valiente, se mantenía alerta en el frente, preparado para enfrentar cualquier peligro que se cruzara en su camino. Su rostro reflejaba una determinación feroz y un deseo inquebrantable de mantener a salvo a su familia.

A medida que avanzaban, la visión desgarradora de los aldeanos muriendo y las casas siendo consumidas por el fuego se intensificaba. Aunque continuaban corriendo, el fuego se aproximaba cada vez más, cerrando las posibles salidas.

Taro se colocó en una posición defensiva, consciente de que los demonios los estaban acorralando. A pesar de la inminente amenaza, tenía claro que haría todo lo posible para proteger a su familia, incluso si eso significaba sacrificar su propia vida.

Un demonio gigante se aproximó amenazante hacia ellos, su figura imponente cubriendo el horizonte. Taro se preparó mentalmente para lo que vendría, dispuesto a enfrentar al monstruo y luchar por la seguridad de sus seres queridos. Mientras tanto, Kenji, temeroso, pero determinado, se escondía detrás de su madre, sintiéndose impotente pero deseando desesperadamente encontrar alguna manera de ayudar en esta terrible situación.

El momento del ataque finalmente llegó cuando el demonio levantó su enorme puño y lanzó un ataque devastador hacia ellos. Taro, confiando en su habilidad de oscuridad, canalizó todas sus fuerzas para crear un escudo protector. Sin embargo, en el fondo de su mente, una duda persistente lo acechaba: ¿sería suficiente para resistir el impacto de semejante fuerza?

El ataque del demonio se aproximaba rápidamente, amenazando con destruir todo a su paso. Taro se mantenía firme, su concentración enfocada en mantener el escudo protector a pesar de la duda que lo atormentaba. Sin embargo, en ese momento crucial, un portal de oscuridad se abrió frente a ellos, revelando la figura de alguien familiar.

La figura familiar que emergió del portal de oscuridad resultó ser el padre de Kenji y Taro, Ryo. Su aparición sorprendió a todos, pero no había tiempo para explicaciones. Ryo rápidamente tomó acción y realizó un poderoso ataque.

Haciendo una señal de arma con sus manos, Ryo apuntó directamente a la cabeza del demonio y pronunció las palabras mágicas: — ¡Black Shoot! — En un instante, una bala de oscuridad surgió de sus manos y se dirigió velozmente hacia la cabeza del monstruo.

El impacto de la bala fue fulminante. El demonio fue aniquilado al instante, desvaneciéndose en una nube de oscuridad. El silencio llenó el aire mientras todos observaban el resultado de la poderosa habilidad de Ryo.

Pero la batalla aún estaba lejos de terminar. Mientras el humo de la desaparición del monstruo se disipaba, Ryo reveló su verdadero propósito al haber llegado a la aldea: llevarse a alguien con él, y ese alguien era Taro.

Ryo enojado le grito a Taro:  — ¡Tenemos que irnos ahora!

Taro: —¿De qué hablas papá? — Pregunto con miedo al verlo enojado.

Ryo se teletransporto adelante de Taro y lo tomo: —¡No hay tiempo que perder!

Kenji en ese momento tomo valor y también tomo de la mano a Taro, mirando enfurecido a su padre.

El intercambio tenso entre Ryo, Taro y Kenji llenó el aire con una mezcla de miedo y determinación. Ryo miró a Kenji con una sonrisa siniestra, desafiando su valentía y lealtad hacia su hermano.

Kenji, con la mirada fija en su padre, apretó con fuerza la mano de Taro y respondió con determinación en su voz.

Kenji: —No permitiré que te lleves a Taro sin una explicación clara. Si hay algo que debemos enfrentar juntos, entonces lo haremos como familia.

Ryo al escuchar esto empezó a reír y le dijo a Kenji: —¿Como familia? Tú ni siquiera deberías haber nacido, igual que tu madre, ella no tiene talento ni un poder para considerarlos personas y menos familia. —Sonrió.

Ryo se acercó a Kenji convirtiendo su dedo en una cuchilla, la cual atravesó el estómago de Kenji.

Kenji comenzó a gritar de dolor mientras Rina y Taro se quedaban petrificados ante lo sucedido. Kenji se retorcía en el suelo, sufriendo intensamente, mientras Ryo se regocijaba en su propia crueldad.

Ryo: —¡Adiós, Kenji! ¡Rina, púdranse! —Abrió un portal y arrastró a Taro consigo, dejándolos con la angustia y la confusión en su estela. Taro lloraba desconsolado antes de ser arrastrado por el portal, mientras Rina observaba impotente la partida de sus seres queridos.

Rina, desesperada por la situación de Kenji, intentó sanarlo con todas sus fuerzas, aunque sus habilidades de curación eran limitadas. Las lágrimas brotaban de sus ojos mientras veía a Kenji sufrir.

Rina: "¡Kenji, estarás bien! Por favor, no te vayas de mi lado" - susurró con angustia y desamparo, mientras continuaba tratando de aliviar el dolor de su hijo.

Kenji se empezó a recuperar de una forma muy lenta, pero al menos le dio fuerzas para vivir.

Rina, con el corazón lleno de amor y determinación, abrazó a Kenji mientras continuaba luchando contra sus propias lágrimas. Sabía que debía encontrar una manera de mantener a Kenji a salvo y enfrentar a los demonios que los acechaban.

Con un gesto firme, Rina se separó del abrazo y miró directamente a los ojos de Kenji, transmitiéndole su fuerza y convicción.

Rina: —Kenji, mi valiente hijo, escucha atentamente. No importa lo que pase, siempre estaré contigo. Juntos superaremos esto, te lo prometo.

Kenji, aún débil, pero inspirado por las palabras de su madre, asintió con determinación.

Kenji: —Gracias, mamá. Sé que puedo confiar en ti.

Con su mínima fuerza, Kenji se puso de pie, apoyándose en Rina para mantener el equilibrio.

Tenían que avanzar rápidamente, ya que un demonio los empezó a seguir, este se dirigió rápidamente para atacarlos.

Rina, en un acto de valentía y amor incondicional, se dio la vuelta rápidamente para proteger a Kenji de la inminente amenaza del demonio. Sin dudarlo, se colocó entre el demonio y su hijo, dispuesta a enfrentar el peligro, ella misma.

El demonio atacó a Rina, perforando su estómago y causando heridas a Kenji. Kenji, al presenciar esto, comenzó a llorar. Estaba completamente destrozado, pero en ese momento su furia superó su dolor. En ese momento crítico, algo dentro de él despertó un poder oculto y desconocido. Con movimientos ágiles y precisos, Kenji lanzó una serie de ataques letales contra el demonio, a pesar de su agotamiento extremo.

El poderoso despliegue de habilidad de Kenji permitió que el demonio cayera sin piedad ante él. Aunque sus fuerzas se desvanecían rápidamente, Kenji se acercó tambaleante hacia su madre, preocupado por su estado después del ataque.

Kenji: —¡Madre, te pondrás bien! Te llevaré a la aldea más cercana, aguanta, lo prometo.

Rina: —Kenji... sigue tu camino. No tienes fuerzas... ¿Recuerdas lo que me dijiste hoy?

Kenji se sentó a su lado, tomando sus manos con ternura.

Kenji: —Sí, mamá... Te prometo que cumpliré nuestras metas, realizaré nuestros sueños.

Rina: —Cumple... tus metas... tu sueño... —lágrimas empiezan a surcar su rostro.

Kenji: —Mamá, por favor, no te vayas... —llora desconsoladamente.

Rina: —Kenji... Cumple tus sueños... por mí... promete que no te rendirás... —con su mano, limpia las lágrimas de Kenji.

Kenji: —Sí, mamá... —sonríe a través de las lágrimas y abraza a su madre con fuerza.

Rina: —Siempre estaré contigo, te amo, Kenji...

El corazón de Rina deja de latir, y Kenji, devastado por la pérdida, comienza a llorar. Sin embargo, al darse cuenta de que más demonios se acercan, toma la decisión de seguir adelante por su cuenta, adentrándose en un largo bosque en dirección a la aldea vecina.

Kenji, caminando con cada vez menos fuerzas, comienza a sudar y finalmente se desploma debido a la pérdida de sangre. En ese momento, todas sus emociones se entrelazan, pero la ira es la que más destaca.

Kenji: "¿Por qué los más fuertes pueden vivir mientras nosotros no?"

Kenji: "Nos dejan morir solos, sin ayuda. Juro que cambiaré este mundo".

Kenji: —¡Transformaré este mundo en un lugar donde todos puedan vivir seguros!

Al pronunciar esas palabras, Kenji se desploma. Su corazón late débilmente y sus heridas siguen sangrando. Está al borde de la muerte.

Fin Capitulo 1.