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Escribiendo en la oscuridad

Como si fuera el primer día

Como si fuera el primer día

Sep 11, 2024

La sociedad actual se rige por un tipo de creencia muy clara, mayormente hablamos de las ciencias, la moralidad e incluso la religión, las cosas se rigen por esa forma y el equilibrio establecido es mayormente manejable, pero dentro de esta ley establecida hay detalles jamás revelados y que están más que bien conviviendo entre las sombras y el anonimato. 

Hace miles de años, muchos más que eso en realidad, cuando apenas se empezaban a vislumbrar los primeros rasgos de la raza humana, una especie altamente adaptable a su entorno y las dificultades que se presentaban; ellos aprendían, se desarrollaban, practicaban, tenían una inteligencia que mejoraba cada vez más y eso era una total genialidad, claro que no iban a ser los únicos en querer desear la supervivencia. Otra característica de los ancestros de la humanidad era que les gustaba aparearse con otras especies semejantes, así que todas esas pruebas de especies extintas que no llegaron a mucho puede que no estén tan extintas como se piensa. 

Por el bien de la supervivencia se mimetizaron tanto que ahora mismo si señalaras a alguien era muy probable que fuera plenamente humanos, había tantas especies que nadie iba a contabilizarlas y mucho menos a descubrirse entre sí mismas, solo habitas en tranquilidad con la esperanza de seguir adelante con tu vida aburrida y para nada llamativa. Los primeros en desear esto eran los vampiros, una de las especies no tan mitológicas más conocidas y aclamadas, pero que se empeñaban tanto a no sobresalir por supervivencia que parecía ya un rasgo característico.

Si vamos a culpar a alguien de la propia existencia de los monstruos y las criaturas debes de señalar a los vampiros; su pasatiempo principal es escribir y eran tan longevos que son realmente fiables en sus narraciones, si quieres conocer una época deberías de mirar el diario de algún vampiro, son muy detallistas y tan desinteresados que no iban a plasmar sus pensamientos, solo eran escribas del paso del tiempo. Para sorpresa de nadie, muchos se esconden actualmente en editoriales, hay una específica que parecía atraer a todos ellos y dejarlos existir libremente. 

«Claro de Luna» era la editorial líder en novelas vampíricas y lleva tanto tiempo como la imprenta misma, apenas se hizo medianamente posible publicar historias por ocio, ellos aparecieron para arrasar con el mercado. Siempre actuales, siempre con lo mejor para trabajar, pero en estos últimos años parece haber siempre alguien reticente a avanzar al mismo ritmo que el resto. 

Vail era aquel que se negaba tanto como podía, era todo un trabajo estar con él, pero también era la mayor fuente de ventas que se le permitía cierta holgura. Incluso él tenía que presentarse ante el nuevo jefe, así que arrastrando los pies entraba en una sala de juntas a una hora en la que él debía estar durmiendo. 

—Siempre estás tan radiante— una chica de cabello tan rizado que podía tener un afro de tono cobrizo tan pulcro que sería la envidia de toda persona, delgada, labios gruesos y unos ojos verdes que se divertían con cada cosa a su alcance, pero con unas pestañas blancas que revelaban el color natural de su pelo.

—Solo cierra la boca, en veinte años vas a cansarte de arreglarte tanto— Vail rodó los ojos mientras se sentaba, tenía un cabello blanco tan largo que tenía que apartarlo cuando se sentaba en un lugar, podías pasar tus dedos por él y no poder sacarlos de nuevo, estaba totalmente enredado y enmarañado, pero limpio dentro de todo. 

—Kayla solo bromea, aunque es cuando conoceremos a nuestro jefe, tal vez deberías poner un poco de esfuerzo en tu ropa— Dylan era alguien que parecía rondar sus treinta años, una sonrisa brillante, una ropa semi-casual y una mirada marrón bastante noble, su cabello teñido en castaño y sus manos rojas delatando que había expuesto su piel al sol más de un solo instante. 

Ellos dos eran los que más veía con frecuencia, podía llamarlos amigos porque ciertamente se llevaban de esa forma juguetona, afilada y un tanto grosera, lo justo como para reconocer que había confianza entre ellos. Claramente, no mentían sobre la vestimenta de Vail. 

Una playera de manga larga que parecía ser la favorita del hombre, unos pantalones negros algo desgastados y unos zapatos deportivos grises que parecían haber visto mejores días. No era mejor que un adolescente que pasaba por una etapa rebelde de descuidar su arreglo personal y limitado a lo absolutamente necesario e higiénico. Era un hombre en sus «cuarenta años» con cara de bebé que le hacían ver más joven que eso y aun así parecía un negado a usar algo más presentable, ni siquiera usaba un polo y no creía tener siquiera uno en su armario. 

Era una sala de quince personas que compartían dos características, una piel pálida que parecía casi enfermiza y un encanto físico que los hacía objetivamente atractivos para muchas personas. Vail podía ser uno entre algunos pocos del lugar con ojeras tan notorias que eran azules en su piel, una mirada cansada y aun así no ser más que una versión desalineada de un modelo y eso objetivamente hablando no era ser un desastre. Necesitaban verse atractivos para reproducirse, era una bonita forma de evolución y supervivencia. 

—Gracias a todos por venir— un hombre notablemente viejo saludaba a todos con una sonrisa, ese hombre tenía sesenta y dos años y finalmente decidió retirarse, su cabello antes negro ahora era canoso y mayormente grisáceo, aún mantenía un porte firme y una mirada atenta —Han sido buenos años, para algunos no es nuevo despedirse, para otros será su primera vez, pero hasta aquí termina mi historia con ustedes. 

Todos dieron unos aplausos, algunos con más energía que otros, pero Vail sonreía con cierta nostalgia, había visto a ese hombre presentarse, saludar, sonreír y ser alguien en sus veintes, ahora era centímetros más pequeño y mucho más frágil que esa primera vez que lo vio cruzar la puerta. El hombre seguía con su discurso mientras él podía casi superponer la imagen del padre de Dan, así que antes de que siquiera hiciera un ademán, él ya estaba mirando hacia la puerta. 

—Así que dejo a mis hijos en muy buenas manos, confió tanto en ellos que no tengo ninguna preocupación con mi partida, así que espero puedan brindarles esa confianza y aceptarlos como lo hicieron conmigo. 

Dos chicos jóvenes aparecieron por la puerta, estaban claramente entre sus veintes y eran tan altos como Dan cuando se presentó esa primera vez. Ambos eran morenos, pero uno tenía cabello castaño y mirada totalmente relajada y amistosa de tono marrón, su cabello en un corte de libro hasta la mitad de sus orejas. El otro tenía unos ojos de un azul marino bastante vistoso, cabello negro corto y parecía mucho más serio y frío. 

—Este es mi hijo Anatoly— y sujetó al hombre de cabello castaño —Es el mayor de mis hijos y se hará cargo como jefe de toda la editorial.

—Será un placer trabajar con ustedes. 

—Y este de aquí— atrajo al pelinegro, quien realmente tuvo que inclinarse un poco a su lado —Es Ekain y será el jefe editor, así que trabajaran mucho más con él, pero cuiden de ambos. 

—Espero poder trabajar con ustedes.

Todos aplaudieron para darles la bienvenida, todo era sonrisas y alegría, aunque Vail estaba conteniendo un bostezo tras una de sus manos, fingía poner su total atención, pero en realidad estaba bastante distraído y desinteresado de lo que sucedía. 

—Vail— Dan lo llamó sin sorprenderse de su total desconexión y solo le dedicó una mirada sin realmente responder a su llamado —Estás por comenzar un nuevo proyecto ¿Cierto?

—Mi último trabajo. 

—Ekain se encargará personalmente como lo he hecho durante estos años, no necesitas preocuparte, más tarde podrán hablar de los detalles. 

—Más tarde, estaría bien cerca de las nueve de la noche— no lo estaba sugiriendo. 

—En ese caso arreglen todo mientras vamos todos a comer algo a la sala de descanso, todo debe estar listo ahora. 

Solo pudo bostezar mientras todos se levantaban y se iban tras la promesa de comida, él solo pudo arrastrar los pies, siendo uno de los últimos en salir de ahí. Sería una mañana larga, él era un vampiro, debía de ser de sentido común saber que estaban robando sus horas de sueño ahora mismo al insistir tanto en estas juntas matinales.
Trodent3
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Vail está en proceso de escribir su última gran publicación, después de ser mejor en ventas en cada publicación y sagas, está listo para escribir su última obra maestra y retirarse. Solo tiene que lidiar con el dolor de los recuerdos, revivir sentimientos que creía muertos gracias a cierto jefe novato y sobre todo lidiar con el trabajo, se agotaba de solo pensarlo.
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