Planeta: Meredita
Realidad: Xcv
El planeta Meredita es gemela a la tierra, pero está en una segunda realidad..
(Consagrado Abías)
17/Marzo/2029
Los secretos, son tan importantes para los humanos que el simple hecho de vivir sin uno te puede condenar, el mundo se caí a pedazos día con día, solo rezo cada noche a mi deidad que no deje caer su furia sobre nosotros, pero tal parece que estamos retándolo a castigarnos.
También he notado que últimamente las personas se ofenden por cualquier cosa que se parezca un poco a algo equivocado, incluso si una rama pequeña de madera les recuerda una cara la llegan a demandar y las cosas por las que enserio deberían ofenderse les causa risas y las comparten con sus amigos. Ya no entiendo este mundo, ya no me siento parte de él, solo espero que mi deidad me llame para estar a su lado. El planeta Meredita lo estamos destruyendo los humano, pero yo no tengo voz al final soy un simple Consagrado.
La Abadía mayor ha sido mi hogar por un largo tiempo, la Abadía mayor es una gigantesca pieza arquitectónica en la cual vivimos la principal jerarquía de la iglesia mundial desde los episcopados que le dicen que hacer al santo padre de luz, hasta nosotros los Consagrados. En total vivimos 5,000 personas sin incluir al personal y los guardias del edificio y su santidad el Santo padre de luz. Existen 9 Abadías mayor en todo el mundo y todas tienen a su propio Santo padre de luz los cuales juntos forman El pacto jerarca, este pacto tiene más poder que los 60 reyes del mundo juntos, así que las ordenes de El pacto jerarca son las mas importantes.
Aunque mi rutina diaria comienza a las 6:00 de la madrugada me levanto una hora antes para dar gracias a mi deidad por el día que me regalo.
Este día me siento mucho mejor que otros días, al bajar al comedor principal me encontré con el Diacono Emet, decidí darle los buenos días, pero al acercarme el dio un gran salto en su asiento, asustado vio toda la sala. Se veía confundido y unas grandes ojeras descendían de sus ojos como brea, tan oscuras y caídas. Confundido me respondió.
Emet: ¿Qué? ¿Qué quieres? ¿Qué sabes?
Toque su hombro para preguntar qué era lo que sucedía, pero al hacerlo se levantó y me empujo con mucha furia y comenzó a correr. Los otros consagrados y los Laicos corrieron a ayudarme a levantarme. ¿Qué le sucedió? Pregunto uno de los Laicos, estaba igual de sorprendido que él, no sabía que le sucedió al Diacono Emet siempre ha sido una persona feliz.
Comí mis alimentos y unos minutos después la gran campana sonó, era hora de las oraciones de cada mañana, en esta nos juntamos 50 Consagrados y un líder de oración el Diacono Emet. Existen 40 salas iguales para orar, dependiendo tu jerarquía es a la que tendrás que ir. Los consagrados tenemos 6 salas para esto y esta vez a mi grupo nos tocó en la 7F. Llegue antes que los demás como de costumbre, pero al parecer en la sala se encontraba otro Diacono lo supe ya que cada jerarquía tiene una vestimenta exclusiva, los Diáconos tienen una gran túnica de cuero con dos capas en cada costado. Me acerque a preguntarle cual era la razón de su visita y muy amable y sonriendo dijo
–Lo lamento, pero esta vez sustituiré al Diacono Emet ya que se encuentra mal y está en su cuarto, además los Cardenales comunicaron que esta prohibido ir a visitarlo, así que son ordenes de los altos mandos y tenemos que hacer caso.
Esto último que dijo no lleno mi curiosidad más bien aún se ensancho mas ¿Hizo algo malo? O ¿tan grave es la situación? Preguntas que rondaban mi cabeza. Las oraciones comenzaron y no lograba concentrarme, estaba temeroso ya que le estaba fallando a la santa Deidad. Tengo que ir a visitar a Emet, es una buena persona.
No quería desobedecer a las órdenes de los Cardenales, pero no creía que me había tratado así, algo debió de suceder. Las oraciones acabaron y salí rápido, pero el Diacono me tomo del brazo con fuerza y comento
-Señor esta orden no fue solo de los Cardenales, esta orden viene de más arriba fue dada por el mismo Cleros y Episcopados así que la situación es grave y se lo digo porque lo vi en su mirada cuando comente la orden.
Quite su mano de mi brazo y mencione –Tranquilo mi Diacono, se lo que es una orden señor.
¡Esto es grave! Es lo que mi mente decía una y otra vez, camine muy rápido por el pasillo para llegar a mi cuarto, al entrar cerré la puerta y asustado me recargue sobre la misma, mi pecho se mueve más rápido, estoy comenzando a respirar más acelerado. Abri un poco la puerta para asegurarme de que nadie estuviera en el pasillo, al revisar al final de este estaba una sombra gigantesca con varios cuernos, solo alcance a verla dos segundos ya que no podía creerlo.
¿Era acaso el demonio de la curiosidad que viene por mí? En mis venas se inyectaba cada vez más el miedo y sentía como recorría toda mi carne. Un fuerte golpe se escuchó en mi venta, estaba demasiado asustado, la revise y me encontré con que el aire está haciendo que se golpeara una y otra vez. Después de cerrarla me arrodille en mi cama y comencé a orar a mi hermosa deidad. Mi corazón volvía a su estado normal, mi respiración se controlaba estaba a punto de bajar para seguir con mis trabajos diarios, antes de dar dos pasos golpes comenzaron a sonar muy fuertes, estos venían del otro lado de mi puerta, eran golpes tan repetitivos que parecían querer derribar la puerta.
No quería abrir, era mucho para mí, pero comenzaron a hablar –¡¡Por favor Consagrado Abías, abra esta puerta!!
Esa voz era la consagrada Navia, abrí la puerta lo más rápido que pude y me abrazo pidiendo ayuda, corrí con ella hacia donde quería, en ese lugar se encontraban otros Consagrados, Laicos y el mismo Diacono que fue líder de oración hoy en la mañana. Pregunte a Navia – ¿Navia porque venimos al cuarto del Laico Edgar?
Ella no contesto mi pregunta y entonces con la mano me indico que entrara mientras estaba en llanto, al entrar me di cuenta de una gran cantidad de sangre que descendía como rio por la cama del Laico Edgar, el Diacono dijo – ¿Qué fue lo que sucedió? Un Laico de ellos contesto que no sabía nada de lo que sucedió.
El Diacono tomo su cabeza, al acercarme más vi que era el cuerpo de Edgar tendido en la cama con varias puñaladas dadas en el corazón, el Diacono me vio con ojos de preocupación y dijo –Le dije que no trajera a nadie más, esto se tiene que quedar entre nosotros.
Consagrado Abías: ¿Qué? ¡Esto lo tienen que saber todos!
Diacono: ¡No! Si lo demás se enteran que esto paso en una de las 9 abadías mayor todas las jerarquías comenzaran a salir del gigantesco templo y la economía mundial se verá afectada, no podemos esparcir esto, no podemos decir que ay un asesino suelto en la casa, solo los 4 guardaespaldas que se encuentra aquí en la casa saldrán a buscarlo por toda esta gigantesco edificio.
Consagrado Abías: ¿Está escuchando lo que está diciendo señor?
Diacono: Si, todos en esta sala estamos de acuerdo con eso y si usted no lo está ordenare su expulsión inmediata por desacato a un Diacono, usted tiene la última palabra.
Los guardias se acercaron a mí, decidí irme de ahí y lleve conmigo a la Diacono. Una vez en mi cuarto le ofrecí un vaso con agua, temblando ella tomo el agua, ya era una mujer de avanzada edad y una creyente muy antigua.
Consagrada Navia: Lo lamento, tengo 62 años aquí y jamás había visto algo como eso.
Trate de calmarla y una vez que se sintió mejor la lleve a su cuarto para que se recostara, al ver su reloj de pieza me di cuenta que eran las 12:00 de la mañana, ya iba tarde para mis trabajos diarios y hoy me tocaba visitar a una pequeña familia pobre la cual tiene un hijo con cáncer a unos días de morir. La deje en la cama y corrí uno de los choferes me llevo hasta la casa y dos guardaespaldas me acompañaron hasta la casa, como cada vez que salimos cualquiera que pertenezca a una de las abadías mayor. De un momento a otro me encontraba afuera de la casa tocando la puerta, un señor anciano abrió esta misma y me dijo que pasara. Era bueno salir, me hacía olvidar lo que paso hoy en la mañana
Cuando entre al cuarto del chico lo vi, este se encontraba decaído con la mirada hacia abajo, sin cabello alguno en su piel y viendo antiguas imágenes en su teléfono. Le acerque y voltio a verme, le sonreí y el giro sus ojos otra vez hacia el teléfono. La madre me dijo que lo sentía por esa actitud, pero que últimamente no quería escuchar de nadie. Me incline y pregunte.
Consagrado Abías: ¿Así que perdiste toda esperanza ehh? No te preocupes, es normal, ya no quieres escuchar que te digan que todo estará bien y que no pasara nada, pero yo no vengo a decirte eso, yo vengo a hablarte con la verdad.
El muchacho volvió a verme, sus ojos reflejaban más interés que al inicio y seguí.
Consagrado Abías: Muy pronto te iras y nos dejaras, sé que eso es muy triste y te hace sentir muy mal, pero ve el lado bueno iras con el que creo todo.
El muchacho dijo un poco enojado – ¿Con quién? No creo que exista alguien allá que me quiera.
Consagrado Abías: Mmm tal vez no, pero que pasara si existe alguien allá ¿iras con esa actitud? Mejor ¿qué te parece si solo por estos días creemos fiel mente en esa persona? Tal vez estés cansando, pero si el existe, el jamás estará cansado de ti y te quiere ver junto a él.
Sonrió un poco más y asintió con la cabeza, oramos durante unos 20 minutos por él, cuando terminamos me enseño sus dibujos y pregunte que eran, el respondió –No lo sé, solo aparecen en mis sueños, son círculos con diferentes tipos de color dorado. Cuando acabe hable con los padres y ellos me dieron las gracias, antes de irme una noticia que estaba en el televisor llamo mi atención la cual decía.
Noticias: Y con este suman 14 niños entre los 15 y 18 que desaparecen misteriosamente, no se sabe nada más de la situación y los padres están furiosos.
Ya estaba al tanto de lo que estaba pasando en este distrito, es una pena que jóvenes estén desapareciendo.
Ya estaba de regreso hacia la Abadía mayor, me pregunto que estará sucediendo ¿Por qué tanto mal? ¿Cuál será la razón de asesinar a un Laico o lastima a un joven? Aún recuerdo lo que el Obispo Emanuel me dijo en su lecho de muerte.
-Recuerda siempre, en el mundo existen muchas personas que solo buscan hacer un mal, existen personas que no les importa decir mentiras para obtener dinero, personas que no les importa la fe de otros solo para lucrarse, recuerda el mundo fue hecho para amarlo y amarnos no teniendo en cuenta que seas hombre o mujer, el amor no tiene género, solo mantén los ojos abiertos de las mentiras.
Muchas personas despreciaban el pensamiento del Obispo Emanuel por decir que no había muros en el amor, pero al final murió feliz y en paz con sus pensamientos y con nuestra deidad y su esposa sabía que él ya estaba mejor. Tanta confianza en algo, quisiera tenerla. Ya me encontraba en la Abadía mayor, camine hacia mi cuarto y me senté unos momentos, pensando en aquel niño y como perdió su fe en nuestro creador.
De un momento a otro me acorde del Diacono Emet ¿Qué pudo pasarle? Pensando seriamente en lo que me dijeron acerca de lo que le pasaba.
Sin pensarlo me decidí a ir al cuarto de Emet. Mientras caminaba por los pasillos y los inmensos cuartos de la Abadía Mayor, sentía un inmenso miedo ya que la orden descendía de los de arriba, los que sostienen esta iglesia. Ya estaba a punto de llegar a su cuarto, me encontraba en el área Blanca, respire un poco la verdad no sabía el motivo de mi miedo.
Antes de llegar me di cuenta que afuera de su cuarto estaban tres guardias protegiendo la entrada, dos de ellos posicionados afuera de la puerta y el tercero en la esquina de un corredor que da a su cuarto. Sentía que tenía que hablar con él, no me agradaba lo que pasaba.
Si no me equivoco el cuarto del Diacono Emet da justo a una fuente, fui directo a checar mi teoría y era cierta, escale un poco la fuente y al ver por la ventana lo vi, estaba con la mirada hacia abajo, llorando sin parar y con las manos en su pecho sosteniendo un colguije.
Empuje un poco la ventana y se abrió, trate de trepar el marco, pero mis huesos me dolían un poco, hace tanto que ya no hago nada de ejercicio. Aun con mis 43 años logre pasar, aunque sé que no son muchos para mí es muy doloroso.
Emet se asusta al escuchar el golpe al caer, pero cuando vio mi cara se alegró, y sus lágrimas las limpio. Los guardias inmediatamente preguntaron desde afuera si todo estaba bien.
Diacono Emet: Si, todo está bien…. No se preocupen.
Me ayudo a levantarme y me dio un gran abrazo. Si era el Diacono que conocía, me sentó en su cama y dijo mientras golpeaba mis manos ligeramente.
Diacono Emet: Tengo que contarte algo que es muy importante, no puedo mantener el secreto.
Emet veía mucho la puerta y susurraba lo más que podía, estaba muy nervioso y sus manos temblaban al igual que sudaban. Sus ojos se veían hinchados de tanto llorar.
Diacono Emet: Esta gran iglesia, guarda secretos…. secretos que no deberían ser mencionados, necesito tu ayuda.
El Diacono Emet se veía cada vez más nervioso.
Consagrado Abías: Si, adelante dígame lo que necesite ¿Y porque colocaron guardias en la puerta si puede salir por la ventana?
Diacono Emet: Ellos saben que a mi edad es muy peligroso saltar tan alto además no puedo si quiera sentarme en el marco de la ventana, existe una habitación…..
Antes que lograra decirme unos pasos se escucharon afuera y una voz dijo – Soy un Patriarca y vengo a llevarme al Diacono Emet.
Ambos comenzamos a mirarnos, trate de convencer a Emet que saltara conmigo para irnos, pero él se oponía.
Diacono Emet: No, no voy perjudicar tu estatus por mi culpa.
Las llaves comenzaron a sonar, se escuchaban que afuera había más de 7 personas. El Diacono me dio la mano, la apretó y agacho su mirada.
Comments (1)
See all