A las seis de la mañana en punto mi reloj inteligente comienza a repiquetear, pero yo hago como si no lo escuchara, lo único que quiero es seguir descansando y entonces le grito — ¡Treinta minutos más! — y se detiene, eso significa que la alarma volverá a hacer su escándalo dentro de media hora exactamente; así que, simplemente me acomodo boca abajo para poder seguir durmiendo a mis anchas.
Cuando suena el despertador de nuevo, me levanto prácticamente a regañadientes ¡Cómo me gustaría lanzar el ruidoso artefacto por la ventana y permanecer en la cama toda la santa mañana! Desde los últimos meses me he pasado varias noches despierta hasta muy entrada la madrugada para concluir con los últimos detalles de mi Proyecto de Vida que me ha agotado todas las energías, y por esa razón, traigo muchísimo cansancio acumulado; pero no tengo otra opción, me espera un largo y rutinario día de escuela.
Los párpados aún me pesan y siento que el sentido del equilibrio me traiciona, me apoyo con las manos en la superficie de la mesita de noche para no caerme al salir de la cama y sin querer tiro al suelo los dos portarretratos que están colocados ahí: en uno de ellos tengo una foto donde estoy con mis mejores amigas de toda la vida, Dido y Cleo, en el campamento juvenil de la iglesia al que asistimos durante el verano pasado. La otra foto me la sacaron cuando era pequeña, en el parque, meciéndome en los columpios con mi papá; prácticamente esa foto es el único recuerdo que me quedó de él antes de que muriera en un accidente aéreo cuando yo tenía apenas un año y medio de edad. A tientas busco el interruptor para encender la luz, recojo los portarretratos y los vuelvo a acomodar en su sitio.
Salgo de mi habitación y avanzo a paso de tortuga hacia el cuarto de baño, nada mejor que un buen regaderazo con agua caliente en una fría mañana para volver a estar completamente en mis cinco sentidos. En cuanto termino de ducharme, comienzo con la fastidiosa rutina que debo realizar todos los días para desenredarme el cabello; todas las personas que me conocen siempre me dicen que les encantan mis largos rizos color caoba, pero si tuvieran que lidiar con ellos al peinarse todas las mañanas, estoy segura de que no les parecerían tan bonitos. A veces pienso que me gustaría llevar el cabello corto como los chicos, pero enseguida me saco esa idea de la cabeza, ya que, como dice uno de los pasajes de la Compilación de Textos Sagrados: "El cabello largo es símbolo de respeto para las mujeres virtuosas, mientras que el cabello corto es señal de desvergüenza."
En cuanto termino de peinarme me visto rápidamente con la primer muda que encuentro en mi armario, unos pantalones azul celeste, una camiseta de manga larga de un tono verde pálido y encima me pongo el uniforme de invierno que consiste en una amplia túnica blanca con una gruesa franja de color rosa en los costados. Después, debería cubrirme la cabeza con el "velo de modestia" para poder realizar mis plegarias matutinas, normalmente lo hago en cuanto termino de vestirme; pero esta vez no tengo tiempo, así que tendré que rezar el doble por la noche antes de acostarme.
Acto seguido, bajo corriendo las escaleras para poder salir de casa todavía a buena hora, pero en cuanto mi mamá escucha mis pasos presurosos, me ordena severamente desde la cocina. — ¡Towy, ven aquí! ¡Tu desayuno está listo!
"Towy" es el diminutivo con el que mi familia y mis amigos me llaman desde que era una niña, ya que Fioletowy, mi nombre completo que quiere decir "violeta" en una lengua eslava, les resulta demasiado extravagante. Fue papá quien decidió llamarme así porque nací durante el Equinoccio de Primavera, la estación donde las flores renacen, aunque no entiendo qué fue lo que lo motivó a elegir esa flor en concreto porque jamás he visto violetas en los jardines de las casas, ni en los parques y viveros de la ciudad.
— Pero mamá... — comienzo a protestar — voy a llegar tarde a la...
— ¡No quiero oír ninguna excusa! ¡No irás a la escuela con el estómago vacío!
Nada más asomarme a la cocina me llega enseguida el delicioso aroma del café recién hecho y el pan tostado caliente con mantequilla.
— Lo lamento, en verdad — le respondo resignada. — No tengo tiempo ni para probar un bocado ¡Te veré después de clases!
Lo mejor será que me vaya preparando mentalmente para la dura reprensión que voy a recibir; pero para mi sorpresa, mi madre no me dice nada, ya que se encuentra totalmente hipnotizada por la TV holográfica que a estas horas transmite el noticiero local matutino. Desde el umbral de la cocina no alcanzo a entender gran cosa de lo que está diciendo el reportero, pero me parece que hablan de un muchacho de diecinueve años que fue encontrado muerto hoy por la madrugada. Me acerco más a la TV para prestar atención a los detalles y me entero que se suicidó ahogándose en la bañera, luego mencionan su nombre completo y muestran una fotografía suya en una esquina; mi alma por un lado descansa al ver que no es ningún conocido mío de la escuela o la iglesia, pero por otro, siento una profunda tristeza por él y por sus padres que en ese instante salen de su casa para hacer su aparición ante las cámaras, ambos están hechos un mar de lágrimas al tratar de relatar lo ocurrido.
Mamá deja de prestar atención a las noticias, se gira hacia mí y me dirige una mirada cargada de reproche. — ¡No me digas! ¿Otra vez te quedaste dormida?
— Pues sí... en verdad lo siento, pero últimamente me cuesta mucho levantarme temprano.
Ella sacude negativamente la cabeza, se levanta de su silla y me toma por los hombros. — Hija, tienes que madurar de una buena vez, mañana por fin serás mayor de edad y debes aprender a ser más responsable o de lo contrario no lograrás ocupar un buen lugar en La Sociedad. — Dicho esto, señala con un movimiento de cabeza a la proyección de la TV. — ¿Ves a ese chico? Tenía toda una vida por delante, una vida que podría haber sido satisfactoria y provechosa, pero él no supo como ser un adulto juicioso y capaz, por eso prefirió optar por la salida cobarde. — Luego alza sus ojos cerrados al cielo a modo de suplica. — ¡Que el Divino Rey tenga misericordia de su alma desdichada!
Yo solo me limito a agachar la cabeza y abro mi mochila para comprobar que llevo todos los libros y cuadernos de las materias que tendré el día de hoy. — Sé que no debo poner pretextos, pero desde que comencé a preparar mi Proyecto de Vida me he sentido muy presionada, tengo muchas cosas en qué pensar y a veces siento que estoy a punto de perder la cordura.
La expresión dura de mi mamá se suaviza, me abraza y me da un beso en la frente. — Recuerda: en tus oraciones siempre debes pedir paciencia, sabiduría y disciplina en abundancia. Encomienda todas tus cargas y angustias al Divino Rey y ya verás que todo te saldrá bien.
Le devuelvo una sonrisa y salgo de la cocina corriendo hacia la puerta principal, me despido con una mano mientras con la otra descuelgo mi abrigo y mi bufanda del perchero que está a un lado de la entrada.
— ¿Y dime, al menos irás en tu moto? — pregunta mi madre con preocupación.
— Está descompuesta, como siempre ¡Menos mal que existe el aerobús! — y cierro la puerta a tiempo de evitar una nueva reprimenda.
A pesar de que es el último día de invierno y el sol está brillando con todo su fulgor, afuera sopla un viento gélido que me cala hasta los huesos; y para mi mala suerte, los aerobuses no aterrizan por las colonias como la mía, así que debo apresurarme si quiero llegar a tiempo a la parada más cercana. Al caminar voy contemplando mi vecindario, todas las casas tienen la misma forma cuadrada y están pintadas de color azul pálido, eso hace que sea casi imposible distinguirlas las unas de las otras, pero las normas de La Sociedad no nos permiten cambiar el color de las viviendas a nuestra elección personal, es una decisión que todos los colonos debemos tomar en conjunto.
Después me pongo a pensar en todo lo que mamá me estaría diciendo si estuviera a mi lado en este momento: "Si no te agrada vivir en este barrio, debes de hacer tu mejor esfuerzo para subir de escalafón en La Sociedad. Así podrías conseguir un buen trabajo donde ganarías dinero suficiente para comprarte un piso entero en un gran rascacielos, poder tener tu propia aeroneta y olvidarte para siempre del transporte público."
Al resto del mundo le llama mucho la atención el estilo de vida que llevamos en nuestro país, la República Del Águila. Aquí las personas que logran llegar a los niveles socioeconómicos más altos viven en lujosos e imponentes rascacielos de cristal que tienen diversas formas psicodélicas y están ubicados en los centros de las grandes ciudades.
Para las personas cuyo estatus es intermedio, como mi familia y la de mi amiga Dido, están las colonias de Casas Cubo, las cuales se componen de puros bloques de forma completamente cuadrada. Todos los cubos cuentan con tres habitaciones, sala-comedor, cocina, dos baños y un garage en la parte de arriba para meter hasta dos aeromóviles; lo mejor de todo, es que puedes comprarlas ya equipadas con muebles que también tienen forma cúbica. Una de las desventajas que tenemos los que vivimos en las Casas Cubo, además de que no hay transporte público a la mano, es que debido a la estrechez de las calles a duras penas puede aterrizar un aeromóvil compacto. Pero lo importante es que el precio de estas viviendas es razonable y nos proporcionan lo básico para llevar una vida cómoda y decente; hasta tenemos parques llenos de árboles, flores, juegos para los niños, senderos para trotar y áreas deportivas.
En cambio, mi amiga Cleo vive en un barrio de Casas Triángulo; al pasar por su colonia solo se ven varios bloques rectangulares de concreto, pero dentro de cada uno de ellos hay varias divisiones que forman triángulos escalenos para separar una vivienda de la otra, y así como los muebles de mi casa tienen forma de cubo, los de esas casas son todos triangulares. Según lo que me ha platicado Cleo, para conseguir una casa de ésas su padre solo tuvo que apuntarse a un programa gubernamental donde le descontaron el 5% de su salario durante dos años para poder pagarla a crédito.
El espacio virtual del Sector Económico nos dice al respecto: "Somos muy afortunados de que nos haya tocado vivir en este siglo donde todos podemos tener un techo para dormir y pan que llevarnos a la boca todos los días, en el antiguo país la necesidad económica era terrible." Y ahí mismo, podemos ver documentales acerca de la vida en los siglos XX y XXI, gracias a los cuales sabemos que las personas sin recursos dormían en las calles, en las bancas de los parques y debajo de los puentes cubriéndose del frío con papeles que llamaban "periódicos" donde la gente de antes leía las noticias. Mientras tanto, otras que eran un poco más afortunadas, vivían en frágiles chozas hechas con techo de lámina y paredes de cartón sin tener agua corriente ni luz eléctrica y cuando llegaba el invierno muchos otros morían por no tener ni siquiera un sitio donde refugiarse.
Me parte el corazón ver en aquellos vídeos a esas humildes personas que para poder tener un poco de comida en su mesa hacían cosas que hoy en día serían impensables: algunas mujeres se sentaban en las aceras con sus bebés en brazos para pedir limosna a los transeúntes, otras a las que decían despectivamente "prostitutas" o "rameras" se apostaban de noche en las esquinas o en sitios llamados "burdeles" vestidas con poca ropa y maquilladas en exceso para que los hombres les dieran dinero a cambio de favores sexuales, había niños que en lugar de estudiar andaban con los rostros llenos de mugre trabajando en las calles limpiando los cristales de los antiguos vehículos "automóviles", algunos otros se pintaban la cara de colores llamativos y realizaban pequeños actos de malabarismo lanzando pelotas y botellas vacías al aire a cambio de unas cuantas monedas. Pero los que más me ponen los pelos de punta son aquellos a los que llamaban "tragafuegos"que eran adultos, jóvenes e incluso a veces niños que llevaban consigo una botella llena de gasolina a la cual daban un pequeño sorbo para luego escupirlo hacia el cielo al mismo tiempo que encendían un fósforo para que brotara una larga llamarada de su boca, estando siempre en constante peligro de sufrir graves quemaduras e inclusive la muerte.
Afortunadamente, todo eso es parte de tiempos muy remotos, ahora somos nosotros los que tenemos el poder en nuestras manos, todos los ciudadanos que conforman La Sociedad y los cuatro Sectores Principales que nos rigen y gobiernan: el Sector Político ("Una política firme para una patria firme"), el Sector Económico ("Una economía estable para una patria estable"), el Sector Educativo ("Una educación eficiente para una patria eficiente") y el Sector Religioso ("Una religión verdadera para una patria verdadera").
Al comparar el estatus de la vida actual con el del pasado, compadezco a todas las personas que tuvieron la desdicha de nacer en esos tiempos donde había tanta inmoralidad y desigualdad social. Por eso en la iglesia, al concluir el sermón dominical, el reverendo Teófilo nos pide que siempre demos gracias al Divino Rey por haber sido tan misericordioso con las generaciones de hoy de no haber tenido que sufrir ninguna de esas dificultades. Ahora todos vivimos bien, prácticamente no nos falta nada; además, nuestra fe y nuestros profundos valores religiosos nos ayudan a ser cada día mejores personas, así es como hemos pasado de ser un país del Tercer Mundo a uno de los mejores en cuanto a calidad y esperanza de vida.
De aquellos lejanos y desgraciados siglos solo queda un remanente en las orillas al sur de la ciudad, una zona que llamamos los "Suburbios del Ayer" donde todavía se encuentran en pie algunas casas y edificios que fueron construidos en esas épocas, aunque todos están completamente abandonados y descuidados. Casi nadie osa acercarse por ahí, los pocos valientes que se han atrevido a hacerlo dicen que aparecen hologramas de personas recreando la dura vida que se llevaba en ese entonces. Mis amigas han tratado de convencerme de que un día vayamos a explorar por allá, pero yo jamás he tenido ni la más mínima curiosidad por poner un pie en ese sitio, todo lo que tenga que ver con aquellos siglos oscuros me aterra.
Bueno, también debo admitir que en estos tiempos no todo ha ido siempre sobre ruedas. En la clase de Historia Contemporánea nos cuentan que hace aproximadamente veinte años, justo antes de que yo naciera, se levantó un grupo de rebeldes anarquistas que se hacían llamar "Los I.I.L." donde varios adultos y jóvenes se organizaron para tratar de abolir nuestro sistema de gobierno y a La Sociedad recurriendo a métodos violentos como el vandalismo y el terrorismo, pero gracias al Divino Rey no lograron su propósito, muchos de ellos terminaron muertos y los pocos que sobrevivieron ahora se encuentran exiliados.
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