Hace tiempo, escuché a un hombre decir que Dios nos enviaba a este mundo por algún motivo, que todos nacemos con una misión. Pensaba que conmigo se había confundido, que no era más que una creación defectuosa sin destino, resultado de un error que incluso un ser divino puede cometer.
Más tarde, descubrí que no sólo Dios es quien nos pone en este mundo.
Desde el momento en que nací, nadie me había recibido con afecto. Todos me rechazaban, incluso mis “padres”. No era fácil vivir con alguien que pensaba que existías para hacer del mundo un lugar peor, que creía firmemente que no eras más que un enviado del mismísimo Diablo... Fue irónico descubrir que no se equivocaban.
Era de noche cuando se perdieron en el bosque. Los animales salvajes no se atrevían a acecharlos debido al terror que les infundía la presencia de aquel castillo antaño abandonado.
El grupo también estaba aterrorizado, pero sabían que debían entrar en él si querían rescatar a los pocos supervivientes que quedaban.
Comments (0)
See all