Dulce brisa golpeando el rostro, tanta paz que podrías hundirte incluso por años entre el pastizal, no existe preocupaciones, es un trato demasiado gentil por parte del mundo.
¿Por qué es tan inquietante?
Con una palma reconociendo tierra húmeda y con la otra arrancando pequeñas malezas, recostado entre toda la hierba, de pronto surge la duda sobre qué se encontraba haciendo con anterioridad.
¡Arriba!
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¡ARRIBA!
Gritaban a lo alto y aun con ello se escuchaba demasiado distante, picando entre la oreja como si se tratara de un pensamiento.
¡ARRIBA!
¡LEIF!
Los ojos estaban abiertos, pero solo pude percibir oscuridad.
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