Así empiezan todas las historias de amor: cuando ella gira en esa ocasión, él está ahí y ella apenas tiene tiempo de soltar un pequeño "¡oh!" cuando él ya está alzando la vista, dando un paso brusco hacia atrás. El café cae sobre el dorso de su mano y ella, horrorizada, olvida su propio cargo cuando estira la mano en su dirección.
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