Capitulo Uno.
Aquella mañana de junio como lo había sido por los últimos dos días, Noah Laughty se encontraba tendido en su cómoda cama de matrimonio, organizando su agenda universitaria aun faltando un par de meses para su ingreso, pensando en que quizá literatura, clases avanzadas de bioquímica y estadísticas lo agotarían si las pone en un periodo de tiempo injustificable, se levantó de la cama asegurándose de ponerse a la altura su pantalón de chándal blanco con rayas negras, aunque con Fränze la mayor parte del tiempo que se queda en su habitación, se desata la discusión en la cual Noah defiende su opinión de que es blanco con rayas negras, poniéndolo en contra de Fränze defendiendo su posición como defensor de lo negro con rayas blancas, llegando casi a alzarse la voz mutuamente hasta que la madre de Noah les jala de la oreja poniéndolos en vergüenza. Como todas las mañanas arrastra los pies hasta su baño inquieto por empezar el día y se lavó los dientes contando mentalmente ciento doce veces hacia cada lado.
— ¿aún haces lo de contar ciento doce veces cuando te cepillas?— dijo un chico alto y delgado, fornido pero no musculoso. Justo del otro lado del umbral. Noah solo se limitó a asentir rodando mentalmente los ojos. — Es más que un hábito el cual tú deberías aprender. — dijo. Sacándose el cepillo a media frase.
Noah salió del pequeño cuarto y se apresuró a abrir su armario, repleto de camisas de vestir y corbatines azules con rayas blancas. Tomó uno de cada uno, dejando los mocasines a lo último.
— ¿No sé por qué estás tan entusiasmado, si por qué iremos a la fiesta de fin de curso de los mellizos ricachones o porqué mi madre me ha obligado a ir al museo de historia natural al que tanto has querido ir? Y está más que claro que como buen amigo que eres me acompañaras en esta aburrida travesía. — Noah frunció el ceño.
— No es un museo de historia natural, y mucho menos es aburrido Fränze. Es el museo donde exponen las reliquias poseídas por guerreros de Grecia hacia el año IIX a.n.e, las cuales tienes que ir a fotografiar amigo. —Por más que el castaño lo molestara Noah siempre defendería la historia, así que mientras acomodaba su corbata de moño pensó en que si algún día Fränze podría centrarse más es sus estudios que en andar filtreando con chicas por allí.
Ambos chicos bajaron las escaleras hacia la cocina, donde saludaron a los padres de Noah mientras hacían el desayuno, la mayoría de las veces—por no decir que siempre— cuando ellos bajan los padres de Noah se han ido, ellos trabajan mucho para darle lo mejor a su hijo sin saber que lo mejor que podrían darle es su atención y tiempo, entonces Noah se refugia pasando el tiempo con su mejor amigo. Fränze tomo una caja de cereales y un tazón, una chuchara y leche, lo clásico de su castaño amigo. Sin embargo Noah estaba cortando una extraña planta que era entre rosa y verde, como apio bicolor, y sobre eso puso sal y crema, no era extraño ver a Noah comer cosas raras, el noventa por ciento de las veces termina vomitando o en el hospital, siempre experimentando con cosas que vio en la internet para cuidar mejor de la salud, aun asi nunca aprende.
— ¿Qué es esta vez?—preguntó Fränze sonriendo sabiendo que eso terminaría mal.
— Ribon con crema.
— Y para...— Noah le interrumpió sabiendo lo que venía.
— Para la vista, algo así como la zanahoria.
— ¿Llamo a la ambulancia ahora o espero a que la cosa te haga efecto? —preguntó Fränze y luego soltó una sonora carcajada.
— Graciosito.— lo burló Noah imitando su risa pero agregándole, sonidos como de cerdo, al estilo risa nasal que obviamente no era como se reía Fränze en realidad, pero a Noah le encantaba hacerlo creer que así era.
Y asi pasaron toda la mañana molestándose entre si hasta que llegó la hora del museo.
Mientras la cola en la entrada en el museo avanzaba, Fränze le decía a Noah por octogésima vez que cambiara su forma de vestir, catalogada como anticuada por él mismo.
— Mira scrawny1 si quieres que vaya a esa estúpida fiesta será a mi manera, no iré vestido cómo aprendiz de actor porno.— Y es que había visto chicos que con trabajo llevaban calzoncillos aquella vez hacia dos meses atrás cuando había llevado a su prima la robusta a una de sus fiestas universitarias. Noah solamente quería llegar a casa y poder terminar el libro sobre enfermedades causadas por estruendos en el plexo solar, y aunque realmente detestaba pensar que pasará toda la noche de su viernes de lectura en una fiesta donde Fränze de seguro lo abandonara por cualquier culo bueno que pase a su lado, debía hacerlo porque él era un hombre de palabra, y Frenno—como lo llamaba cuando se pasaba se astuto. — lo había hecho darle su palabra torciendo su brazo izquierdo hasta que su meñique rozó su omoplato derecho, por más que se reusara, iría. La cola avanzó rápidamente mientras Noah sacaba su billetera y ordenaba los billetes de forma ascendente, basándose en el número de serie, haciendo pausas cuando Fränze lo interrumpía para quejarse por la lentitud de la cola, y no, Noah Laughty no tenía padres ricos, solo tenía un aprecio mayor por los billetes de baja denominación. Una vez dentro la guía los condujo a lo largo de la visita, tomaron un par de fotos y salieron de allí, no sin que antes Fränze intercambiara un par de halagos con la guía de grandes pechos y se dieran un par de besos.
— Me alegra haber venido al Museo.
— Exposición — corrigió Noah.
— Como sea— susurro el castaño, acomodando su flequillo rubio tras la oreja derecha.
La tarde paso de calurosa a helada, faltando media hora para la dichosa fiesta de loa mellizos Jardine, Noah se encontraba buscando que vestir para ir a la fiesta, cuando Fränze entró a su cuarto cerrando la puerta y poniendo el pestillo, a Noah le entró pánico, toda la vida ha sido claustrofóbico y eso Fränze más que nadie lo sabía ya que —sonara ofensivo— fue su culpa que Noah se volviera así. Dejando la corbata que tenía en mano otra vez en el gancho metálico para ropa, pudo observar las dos grandes bolsas con nombres de marcas de ropa cara que colgaban de las manos del más delgado.
— ¿Qué es eso?
— ¿Tú que crees? — respondió la pregunta con otra pregunta, crispando más los nervios de Noah.
— Hoy será una gran noche, te verás espectacular.
— ¿No escuchaste lo que dije en la exposición? No me vestiré como ese tipo de gente.
— Anda, sabía que te negarías, así que vine preparado. — sacó de la bolsa más grande un libro enorme, Noah sabía qué libro era, y no cabía la menor duda que su amigo quería escoger su atuendo esa noche, en ese momento detestó amar tanto la lectura, aunque en cierta forma era más un estilo de vida que una costumbre o un hábito.
— Las crónicas del astrónomo, segunda edición. — dijeron al unísono, aunque la voz de asombro de Noah se escuchaba más que la de Fänze.
— Está bien. —tomó el libro casi arrancándolo de las manos del castaño, el cual ahora tenía una sonrisa tan grande que desbordaba maldad.
— Vale, desvístete. — Noah se quitó hasta la (casi) última prenda de ropa, vistiendo aún sus holgados bóxers de helados. — esos también— señalo los ridículos bóxer.
— ¿Qué? ¡NO!
— Nada de no, sabía que tenías bóxers tan ridículos como esos y si quieres ligarte a alguien hoy debes tener al menos unos boxers decentes.— dijo guiñándole un ojo. La transformación de Noah tardo al menos quince minutos sin contar el tiempo que gastaron en el peinado, usualmente Noah se peinaría de raya en medio, lo clásico, pero la extravagancia de Fränze no terminaba en el atuendo, sacó gel con «aroma masculino» como él lo definía y le moldeo un peinado de chico de onda. Como último recurso saco un frasco y una caja, el frasco era colonia. Y Noah se puso sus gafas para ver que era la caja pequeña.
— Epa, nada de gafas mi amigo, estos. — añadió sacudiendo la caja. — son unos lentes de contacto, y casualmente graduados con 2.8, ¡Vaya! Tu graduación.
— ¿Cómo es que sabes que graduación llevan mis gafas? — preguntó tirándose en la cama para ponérselos.
— Soy tu mejor amigo, se hasta que talla de calzones usas. — sacó un frasco de lubricante ocular y lo tiro sobre el abdomen de Noah para que se echara un par de gotas.
Salieron de casa de Noah a las diez menos cuatro menos cuatro, llegarían a tiempo, el camino no era del todo largo, solamente que Noah conduce exageradamente lento, las palabras de Fränze diciéndole que conduce como anciana no le han hecho cambiar de opinión respecto a la velocidad antes, así que no lo intentaría ahora. Faltando dos cuadras para llegar se escuchaba la música de la mansión Jardine, una vez fuera del auto Noah observó con detalle el lugar, había un patio gigantesco, con botellas vacías de cerveza por todos lados, dentro casi media escuela estaba ahí unos besándose, otros bebiendo, en un rincón había una pareja que parecía estar follando, Noah quedo pasmado al ver que ambos eran chicos. La pista de baile estaba repleta de gente borracha que en lugar de bailar se refriegan entre ellos, haba una barra improvisada y un par de bancos, volteó para hablar con Fränze y ¡vaya no estaba! Justo como lo había predicho, luego todo pasó demasiado rápido como para verlo venir, y se vio en el piso con la cara de una chica a milímetros de la de él, sus ojos verdes lo cautivaron por un par de segundos, un chico como él no tenía la valentía para besar a una chica tan linda cómo ella.
— Lo siento, no te vi...
— Noah, soy Noah.
— Mucho gusto. — dijo agitando sus largas pestañas y sacudiendo su falda. La noche seria larga, pensó Noah. Y él nunca se equivoca.
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1. Flacucho en Latín.
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