Chris despertó, pero un gran dolor de cabeza le dificultaba poder abrir los ojos. Se quedó ahí en la cama, con los ojos cerrados tratando de recordar qué hizo la noche anterior para amanecer con no solo un dolor de cabeza, pero también con un gran dolor de cuerpo.
La palabra que buscaba apareció rápido en su mente: resaca. Recordó que la noche anterior se puso a beber con sus amigos en el bar del hotel donde se hospedaban. Recordaba beber trago tras trago de tequila mientras sus amigos lo animaban. Normalmente no se emborracharía tan descaradamente pero había un motivo especial: se iba a casar.
Sus amigos tuvieron la más brillante idea de llevar a Chris a Las Vegas para su despedida de soltero. Naturalmente a Chris no le gustaba aquella idea. Sabía que estaría infestado de alfas, y él odiaba a los alfas.
Pero Eric, un beta y su prometido, lo animó a ir. Es tu despedida de soltero, diviértete con tus amigos, recordó.
Suspiró pesadamente y al fin se animó a abrir los ojos.
Pero algo andaba mal.
La habitación andaba mal.
Le era familiar, pero a la vez no. Es el mismo diseño que su habitación pero era diferente. Y era claro: no era su habitación.
Pero lo que le causó terror no fue despertar en una habitación que no era la suya.
Feromonas alfa.
La habitación estaba plagada de feromonas alfa. Cuando se dio cuenta que no estaba en su habitación, se le ocurrió que tal vez llevaron la fiesta a una de las habitaciones de sus amigos y por eso amaneció en una habitación diferente.
Pero era imposible esa idea. Sus amigos eran betas y omegas. No había ningún alfa. Y esas feromonas eran tan fuertes que era obvio que no era cualquier alfa… era un alfa dominante.
―Puta mierda ―susurró para sí mismo.
Se levantó lentamente de la cama, primero para no despertar al hombre que sabía estaba durmiendo a su lado y segundo porque no aguantaba el maldito dolor de cuerpo.
Comenzó a buscar su ropa, la cual estaba esparcida por toda la habitación junto con condones usados.
Se maldijo de nuevo y solo así se atrevió a mirar al hombre en la cama.
El hombre dormía boca abajo, probablemente tenía el sueño pesado o quizás también había bebido alcohol como si fuera agua y por eso, aunque Chris había hecho un poco de ruido al vestirse, ese hombre ni siquiera se movió un poco. Si no fuera porque podía verlo respirar podría pensar que estaba muerto.
Estaba desnudo, la sábana solo cubría su bien formado trasero y dejaba a la vista su espalda ancha y sus piernas torneadas. Tenía el cuerpo de un típico alfa dominante. Irónico, pensó. Odiaba a los alfas pero había follado con uno en su despedida de soltero.
Porque no podía engañarse. No podía esconderse bajo el pretexto de que ese hombre se aprovechó de él. Podría ser omega pero pobre de aquel hombre que se atreviera a tomarlo a la fuerza, sea alfa dominante o normal. El alcohol le hizo una mala jugada, pero no toda la culpa era del alcohol. Más allá del dolor de cuerpo y cabeza por la resaca, se sentía… satisfecho. Cada respiro que daba, cada que las feromonas de ese alfa entraban por su nariz, le hacían sentir cosquillas en su ano.
Y era extraño. De todas las feromonas alfa que había sentido en toda su vida, ninguna se comparaba con la de ese hombre. Era un aroma suave, dulce y embriagante; no asfixiante y asqueroso.
―¿Por qué no me despertaste si ya te ibas? ¿Puedes darme tu número de teléfono? La verdad no quiero que esto se quede como algo de una sola noche… creo que me gus…
Chris estaba tan inmerso en sus pensamientos que no se dio cuenta de que aquel alfa se había levantado de la cama y se había acercado tanto que lo abrazó por la espalda. Incluso podía sentir su erección matutina.
El alfa se quedó a media palabra porque Chris, asustado por sentir y desear esa erección, le dio un puñetazo.
Y salió corriendo de la habitación.
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