-2 días antes de la captura de los cuatro jinetes-
“Con monedas compro un dedal
Si hay más, una aguja
Aunque dinero debo ganar
¡Ahí va la comadreja!
Corre y corre por el moral
Tras una comadreja
Un mono al que le gusta jugar
¡Ahí va la comadreja!”
Era pasada las ocho de la noche, y un hombre de traje llegaba a su ansiada casa, deseoso de ser recibido por su esposa y acostar a su precioso hijo.
Estacionó su coche, que bien no era del año, era aparentemente lujosos; bajó de éste y cerró, logrando escuchar aquella infantil canción venir de su hogar, limitándose a bufar una risa, creyendo que como era usual, a su esposa se le había pasado el tiempo jugando con el niño. Sin embargo, al entrar, vio que no había presencia alguna de su familia, mientras que la música sin pena ni gloria seguía suene y suene en un bucle que comenzaba a tornarse infernal.
—Amor, ya regresé —anunció el hombre, aflojando su corbata. Su mirada se paseaba por el vestíbulo, buscando el origen de la melodía que comenzaba a cansarlo—. ¿Bebé? —insistió, comenzando a ir escalera arriba, encontrándose al filo del piso superior la figura de lo que parecía ser un hombre delgado que lucía aquella famosa máscara que identificaba a Muerte. El trajeado palideció un poco, sintiendo su corazón latir y su sangre irse hasta sus pies; podía observar cómo el intruso ladeaba la cabeza, acechándole con la mirada, siendo acompañado de ahogado gritos femeninos que provenían del fondo de la casa. Lo primero que pasó por su mente, fue su familia, corriendo sin meditarlo escalera arriba para taclearlo y quitarlo del camino.
El depredador pujó un momento, clavando un cuchillo en el omóplato del hombre, quien sorpresivamente estaba siendo víctima de la adrenalina y desesperación de ver su esposa e hijo, provocando que no se diera cuenta cuan profundo había entrado el filo del arma, aunque en esos momentos era lo de menos.
—¡John!—gritó su esposa, quien logró quitarse la mordaza.
Ante el llamado, el hombre se apartó del asesino, corriendo lo más que pudo. El peso de sus pisadas y los gritos eran fuerte, pero no lo suficiente como para sobrepasar la estridente música. Una vez pudo llegar al cuarto de su hijo, observó cómo ambos estaban no sólo amarrados, sino disfrazados de una manera extraña; su pequeño lucía como un extraño Pinocho y su esposa como el hada madrina, era un escenario tan retorcido y confuso que su estómago se revolvía.
—¡Cuidado! —chilló la mujer, observando al asesino venir detrás de él.
-Un día después de la investigación del senador Robles-
—Noup, esto no lo hizo Luke —dijo Sky, quien volvía a esta nueva escena del crimen, que recién había sido descubierta gracias a que habían reportado la ausencia del hijo en la escuela y del padre en el trabajo.
—¿Qué opinas? —musitó Lukyan, mientras observaban la escena.
—Bueno, creo que todos concordamos que hubo pelea, cosa que nunca verás en nuestro trabajo. Esto es un poco desastroso, y sinceramente… —dijo Sky, observando los cuerpos de la familia no sólo decapitada, sino colgada por medio de los tendones, pareciendo un grupo de marionetas— Luke será lo que sea, pero sádico no es. Al menos no se tomaría la molestia de hacer esto —confesó tranquilamente, dejando ver la retorcida compasión que tenían sus compañeros.
—¿Quiénes serían los sádicos, entonces? —preguntó Lukyan con un deje de ironía, claramente era una pregunta retórica.
—El señor Balaam y yo —suspiró Sky, realmente enamorado de pensar en su alma gemela.
—Yo…no estaba…no importa —carraspeó, mirando a Keita para saber si podía decirle algo.
—Tenemos que esperar a las pruebas de laboratorio, pero puedo deducir que por los cortes…básicamente murieron desangrados, y la manera en que los colgaron, sólo hizo que el cuerpo se drenara…incluso la alfombra sigue húmeda —dijo Keita, sin mostrar el entusiasmo que usualmente le caracterizaba. Estaba acostumbrado a estos escenarios, pero era raro que incluyeran niños, lo cual ponía sus nervios de punta.
—A simple vista, y comparando con los casos, creo que ya podemos determinar que evidentemente estamos lidiando con un nuevo asesino —musitó Lukyan—. Y no estamos lidiando con un imitador.
—¿A no? Es decir, eso es obvio porque lo hace terriblemente mal —cuestionó Sky—, pero es evidente que lo intenta, ¿no? Tal vez quiere remplazarnos.
—Un imitador quiere perfeccionar a su predecesor, y honestamente, creo que en sus crímenes de una manera retorcida…han sido los crímenes perfectos, si no hubiese sido por aquella cinta, ustedes seguirían libres —bufó Lukyan un poco de mala gana—. Además, está en un punto donde ya no desea imitarlos, pero tampoco parece ser amateur.
—Cierto, le decía a Keita que por más “al azar” que fuera el ataque de ese tipo, en ningún momento ha dado a órganos vitales. Aparentemente apuñala a matar pero es perfectamente cuidadoso…bueno, más o menos.
—¿Mas o menos? —arqueó una ceja tanto Keita como Lukyan.
—Sí, más o menos. Nosotros a excepción de Luke investigamos a profundidad a nuestras víctimas para poder prever el umbral de dolor que tienen, basado en eso es como trabajamos. Ya saben, para una tortura más duradera —dijo con simpleza—. Pero este tipo no parece saberlo, es decir, sabe lo del manual que es entender cuáles son los puntos vitales del cuerpo pero el señor Robles se le murió por un ataque al corazón…si me preguntan, eso no me hubiera pasado a mí.
Lukyan y Keita, a pesar del enfermo egocentrismo de Sky, se miraron mutuamente, reconociendo que el menor tenía un punto.
—Entonces, será difícil crear un perfil si es que tienes razón —musitó pensativo Keita un poco inocente.
—En realidad, no del todo. Si el muchacho tiene razón, la víctima probablemente tiene conexión con el señor Robles.
—Pero hasta ahora hemos visto que ha trabajado al azar. Ha asesinado a políticos, activistas, obreros…—Keita se quedó callado, como si hubiese descubierto algo.
—Creo que acabas de unir los puntos —resopló Lukyan, sonriendo sólo un poco, siendo una mueca que apenas se asomaba.
—Creo que sí —dijo tomando a Sky de la muñeca, para salir de ahí y subirse al coche.
—¿Qué es lo que tienes en mente?— dijo el peliblanco realmente intrigado, admirando un poco más el cómo parecía funcionar Keita.
—Ustedes dijeron que sus víctimas siempre eran más de lo que aparentaban, ¿no es así? —preguntó el hombre mientras arrancaba el auto.
—Bueno, sí, básicamente sí…pero no entiendo.
—¿Qué pasa si este tipo ataca exactamente por lo que son? Cuando visitamos la última escena de ustedes en la mansión del señor Huang encontramos a un niño, y Balaam le confirmó al jefe quién era en realidad ese tipo.
—Entiendo…creo, no…espera, explícate.
—Ustedes nos han estado confirmando que en la Gran Ciudad hay cosas turbias, cosas turbias que funcionan como un gran negocio… ¿qué pasaría si alguien no le gusta que le arruinen ese negocio?
—Oh, entiendo, entiendo…—Se quedó un momento callado, aun confundido.
—Es algo malo. —Indicó Keita, al notar la reacción del menor.
—Entiendo…bueno, en realidad no…—confesó, apretando un poco los labios—. O sea entiendo lo del sicario, pero no lo de lo malo.
—Tenemos que ver el patrón —dijo tratando de contener la leve risa que deseaba escaparse—. Y ver porqué a pesar de imitar a los cuatro, ha estado más empeñado con la “técnica” de Luke.
—Supongo que porque a primera vista es el más desordenado y menos meticuloso, y cree que nadie iba a notar los detalles, cuando en realidad de los cuatro, Luke es el más obsesivo con los detalles, incluso más que el señor Balaam.
—Pareces conocerlo bastante bien, y quererlo a pesar de decir que no te agrada —habló Keita un tanto enternecido, pero intrigado.
—Claro que lo conozco, gracias a mi es que está en nuestro grupo —sentenció orgulloso—. Ese idiota me ha causado tantos problemas, ¿sabes lo difícil que es escapar con dos cuerpos? Ah, pero el imbécil no quería dejar a sus papás —gruñó rodando los ojos—. Aunque bueno, estas cosas ya deben saberlas.
—En realidad, creo que a Yon le está costando trabajo llegar a él, es decir…es amistoso y es muy lindo pero tiene una despersonalización muy. —Keita guardó silencio cuando notó que Sky no le entendió eso último—. Me refiero a que es muy “imaginativo”, no le gusta convivir mucho con la realidad.
—Supongo que sí. —Sky se quedó en silencio, pues comenzaba a cuestionarse demasiadas cosas. A su parecer, él era alguien que no le importaba nada, hacía lo que quería porque quería y podía, pero comenzaba a percatarse que tal vez sí tenía sentimientos…sentimientos que le daba miedo mostrar no sólo por temor a complacer a la gente que lo lastimaba, sino también por el miedo a él mismo lastimarse al ver a la gente que…posiblemente quería, ser herida.
—No te preocupes, he podido ver el historial del doctor Yon, es muy bueno. Ha estado haciendo trabajos cognitivos con Luke y…
— ¿Y si es mejor que se quede así? Es decir, él no sabe a veces lo que hace. Sé que dije que es el más meticuloso, pero es meticuloso dentro de su fantasía…si se da cuenta lo que hizo, a diferencia de Balaam, Noa incluso o de mí… siento que él podría sentirse incómodo, y no sé, hacer alguna estupidez.
—Sky… —Detuvo el coche un momento, estacionándose debidamente —. ¿Hay algo que me quieras contar?
—No le vayan a enseñar específicamente las escenas del crimen donde han intentado copiarlo, por favor.
—Entiendo, le haré saber al jefe y al señor Lukyan.
Sky asintió un tanto agradecido, sin poder evitar recordar cómo había conocido a su compañero hace cinco años, en aquel barrio que cercaba la zona de casas rodantes de la ciudad, y aunque Luke no vivía en una, su hogar había sido tan modesto que casi parecía una con sus paredes y tejados de lámina.
— Con monedas compro un dedal, si hay más, una aguja. Aunque dinero debo ganar. ¡Ahí va la comadreja! —Un Luke de tan sólo cinco años daba saltitos por la acera, canturreando aquella canción con una enorme sonrisa en la cara.
El pequeño era lo que podíamos describir como un niño Gerber o un niño Coppertone, es decir, de rasgos muy bonitos ya que su nariz y rostro eran afilados pero tiernos, que contorneaba su suave cabellera rubia que casi se perdía en su pálida y cremosa piel. Sin embargo, sus rasgos lejos de ser una bendición, parecían un castigo debido al entorno donde crecía donde las envidias de otros niños y los abusos de los adultos eran pan de cada día, pero podía sobrellevarlo gracias a su vecino, el señor Winchester, un hombre que vivía justo al lado de él.
—Luke, Luke —le llamó con una dulce sonrisa, ese hombre de mediana edad de cabellos castaños.
—¡Señor Winchester! —gritó emocionado, corriendo torpemente moviendo de un lado a otro su cuerpo.
El hombre rió enternecido, hincándose para recibirle y mostrarle sus manos, donde había un par de donas. El señor siempre compartía o regalaba golosinas al pequeño, disfrutando su compañía y cercanía.
—¡Glaseado rosa! —Saltó Luke sobre sus pompitas una vez se sentó en el pórtico a su lado.
—¿Cómo siguen tus heridas? —preguntó el señor Winchester tranquilamente, alzando la playera del pequeño, para genuinamente revisar su torso.
—Me duele un poco menos gracias a su medicina secreta —dijo inocente, con las mejillas llenas de sprinkles y glaseado.
—¿Hablas de esta medicina? —rió acercándose para hacerle trompetillas en pequeño pecho y abdomen, causando la risa y pataleo del menor.
—noma coquilla…noma coquilla —chilló entre las carcajadas, comenzándose a atragantar con la dona.
—AY dios, ¡Luke! —gritó espantado, sentándolo en sus piernas para comenzar a palmear su pequeña espalda, logrando que como bola de pelos, sacara el pedazo de dona, la cual volvió a tomar y se metió en la boca. El hombre suspiró aliviado.
—Perdón, manché tu ropa —dijo un poco angustiado y apenado, con un leve puchero.
—Descuida, esto se limpia —sonrió suavemente, acariciando sus cabellos y mejilla. El cariño que le tenía era sincero.
—Debo irme a casa, no quiero preocupar a mis papás. —Luke se puso de pie, engulléndose el último pedazo de dona—. Pometo que coando tenga muxo dinedo, te compadé muchas donas —gimoteó con las mejillas llenas.
—Esperaré ansioso ese día…
—¡Señor Winchester! Mira, mira…son donas con glaseado rosa —gritó Luke casi como una cabra, acercándose con una caja que le había traído Yon—. Espera, falta tu babero…iré por tu babero, iré por tu babero, vamos por tu babero —soltó un gallo, dejando la caja en la barra de la cocina para tomar la cabeza.
—Veo que te llevas muy bien con el Sr. Winchester. —Sonrió dulcemente Yon, quien seguía al menor, no sólo vigilando cada acto sino analizando la clase de mente que era.
—No sea grosero, señor Winchester —susurró Luke a manera de reprimenda, para después asentir enérgicamente a Yon—. Es mi mejor amigo, nos conocemos desde hace mucho y es tan bueno, es —suspiró tan feliz que era imposible describir aquel sentimiento—. Él es increíble, ¿quieres cargarlo? —sugirió amablemente extendiéndole la decrépita cabeza, la cual tenía diversas suturas con alambre oxidado.
—Claro, podría…—Yon apenas lo tomó, soltó la cabeza al sentir un fuerte pinchazo que le sacó sangre—. Uh, lo siento fue un…
—Señor Winchester, eso no fue muy amable —regañó Sky a la cabeza—. Lo siento, a veces es muy celoso. —Rió apenado, apegando la cabeza a su pecho y forzando una sonrisa.
—¿Celoso, de verdad? —Carraspeó nervioso, tratando de mostrar una mueca amable—. Ha atacado a otros.
—No lo llamaría atacar, sólo han sido accidentes.
—¿De qué hablan? —dijo Sky, quien entraba con Keita. Al ver la mano sangrante del coreano, dedujo rápidamente lo que sucedía—. ¿Esa cosa volvió a atacar?
—SHHH, sabes lo sensible que es el Sr. Winchester. —Luke apenas pudo, cubrió los oídos de su amigo.
—¿Volvió…? —Keita miró extrañado la escena sin comprender del todo.
—No fue nada, sólo fui torpe y sin querer me pinché con uno de los alambres.
—Ajá, “accidentalmente” esa porquería me tiró de las escaleras. Estuve una semana con la pierna enyesada.
—Fue un accidente, tú te tropezaste con él.
—¿El señor Winchester volvió a hacer de las suyas? —preguntó Noa, quien se asomaba por la puerta de cristal, sin moverse del camastro donde se asoleaba.
—Noa, por el amor de dios…ponte algo de ropa —gruñó Sky asqueado.
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