Advertencia: El siguiente contenido puede ser no apto para gente sensible. En ningún momento se justifica ni se glorifica la violencia, y se quiere señalar que los protagonistas son personas que carecen de salud mental, por ende, no es bonito, no es romántico. Disfruten la obra, y sólo pido empatía, y que se separe la realidad de la ficción. Gracias.
“Juguemos en el bosque, mientras el lobo no está
Porque si el lobo aparece, a todos nos comerá…”
—Has crecido mucho, pero sigues viéndote pequeño —musitó el Sr. Winchester, quien tenía a un pequeño Luke de 10 años sentado en sus muslos, observando cómo lamía la paleta que le había regalado—. ¿Tus papás te dan bien de comer? —preguntó genuinamente preocupado.
—Sí, hoy mi mamá me hizo sopa con mucho amor —sonrió inocente, pelando sus dientes al hombre.
El Sr. Winchester sonrió, arqueando las cejas pues sabía que era mentira. Cada vez podía ver cómo Luke se inventaba su propia fantasía…entendía que eso era menos doloroso que la realidad.
—¿Quieres pasar a mi casa? Compré nuevos juegos de mesa.
—¡Sí, sí, sí! —gritó emocionado, abrazándole por el cuello.
El Sr. Winchester tembló un poco, correspondiendo el abrazo tratando de controlar aquellos terribles pensamientos. Genuinamente amaba al pequeño.
—Luke, Luke…—llamó Yon al menor, quien parecía perdido en sus pensamientos.
—Uh, ¿sí? —respondió con su ya conocida sonrisa insana, apegando a su pecho al Sr. Winchester.
—¿Está todo bien? —dijo con gentileza, atreviéndose a palmear su nuca.
—Sí, está todo dupi supi duper bien. —Guardó un leve silencio, atreviéndose a sacar una ligera inquietud—. Mis papás están bien, ¿verdad?
—Sí, ellos han salido de viaje. Nos encargaron que te cuidáramos muy bien. —Yon no perdía el tiempo, aprovechaba cada momento para sacar algo de información del disperso chico.
—No esperaría menos de ellos, son tan geniales y lindos. —Luke cada vez que podía, se regocijaba en aquellos falsos recuerdos de sus padres, provocando que su corazón latiese de felicidad.
—¿Lo son? Cuéntame de ellos, suenan a que son grandes personas. —Yon se inclinó un poco para estar a su nivel.
—Bueno, mis papás…—comenzó diciendo, hasta que el teléfono sonó.
—¡Por un demonio, lo que me faltaba! —gruñó, conteniendo un fuerte grito. Momentos donde creía que avanzaría, algo los interrumpía.
—El teléfono suena —indicó Luke con inocencia.
Yon soltó algo parecido a un ronroneo gutural, contestando resignadamente lallamada.
—¡¿Qué chingados está pasando aquí?!
—Joven Balaam, es para usted —habló Yon al pelirrojo en cuanto escuchó la maldición de Fernando.
—Debo admitir que tu lenguaje coloquial me emociona —bromeó un poco Balaam una vez contestó. La voz del policía era tan potente, que todos en el departamento le había oído.
—Escúchame mocoso de…—Lukyan arrebató el teléfono al moreno, retomando la conversación.
—Supongo que por el momento te sientes más tranquilo —musitó el rubio, remarcando sin querer un poco su acento ruso.
—Sí, admito que así es —contestó con un deje de agradecimiento—. Pero les advierto, no dejen que su apariencia los engañe. A estas alturas ya deben saber que las cosas no son como aparentan, aunque sí les pido un poco de paciencia…
—¿Acaso es alguien más con otra patología? —resopló Lukyan un poco estresado.
—No, sólo que su condición le hace parecer un niño, pero es un buen muchacho —respondió casi de inmediato, guardando un leve silencio—. Cuídense de regreso.
—Sí, lo haremos. Iremos de camino en cuanto terminen de revisarlo y cerciorarnos que no esté herido —dijo como último.
—¿Qué te dijo? —preguntó impaciente, aun agitado por la situación.
—Creo que tendremos que organizarnos para ser niñeros 24/7, esto está escalando.
—Supongo que ahora nos damos cuenta ya que ellos no están en nuestro camino —dijo Fernando un tanto agobiado.
—Sí —musitó Lukyan, quedándose un momento en silencio—. Supongo que de alguna forma deberíamos cerrar carpeta con los cuatro jinetes, e iniciar una nueva ahora que separaron los casos en los que no estuvieron involucrados, pero…
—¿Pero? —Le invitó a seguir. Ambos cuidaban bien quién les rodeaba para no ser escuchados del todo.
—No sé, todavía no confío del todo…el hecho de que dos de esos criminales sufran despersonalización, puede hacer que tal vez no estén conscientes de lo que hacen en realidad, sobre todo…
—Sobre todo Muerte —completó, concordando sorpresivamente con él—. Igual Hambre podría estarnos vendiendo humo.
—Aunque por otro lado…en caso de que sean sinceros —Lukyan sentía escalofríos de sólo tener en mente el rostro de Luke, y no en un buen sentido.
—Tenemos mucho trabajo que hacer. —Palmeó su hombro por primera vez, queriendo calmar sus pensamientos.
Lukyan asintió, llevando su mano a su cuello para relajarse y seguir a Fernando hasta la ambulancia donde se tomaba la presión del pequeño quien lloriqueaba desconsoladamente por la muerte de la mujer que encontraron.
—Mamá…mamá —sollozaba por lo bajo el menor, sintiendo sus mejillas rojas e hinchadas por las lágrimas.
Los hombres se miraron mutuamente, como si pudieran comunicarse sin decir palabra alguna. Tenían planeado llevarlo al departamento e ir nuevamente a investigar pero dada las circunstancias, parecía muy complicado.
—Vamos, te llevaremos con los demás —musitó Fernando un tanto empático, inclinándose para buscar su mirada—. Estarás seguro con nosotros.
Hush asintió sin poder hablar, el aire no le llegaba a sus pulmones por la tristeza que presionaba su pecho. Sin importar la edad que tuviese, ambos hombres sentían sus cabellos erizarse por tal tragedia.
—Tenemos que esperar a que se calme —susurró Lukyan a Fernando—. Si Luke lo ve así…
—Tienes razón. —Fernando rascó su nuca al erguirse.
—Yo, yo estaré bien —jadeó el pequeño, tratando de no berrear. Él más que esos dos, conocía a Luke y a lo que se exponía si lo veía de esa manera—. Quiero ir con el señor Balaam, quiero…
Ambos miraron al “niño”, oyendo cómo pedía por Hambre como si fuese casi un padre. Ambos asintieron, siendo Fernando quien se atrevió a cargarlo y cubrirlo con su saco.
Por otro lado, en casa los cuatro jinetes esperaban frente a la puerta a Hush; a pesar de todo, se veían como una familia unida que se comprendían y que siempre estaban juntos en las buenas y en las malas.
—Te ves estúpido con esa bata —resopló Sky, estando a lado de Noa.
—Estás celoso…—respondió con una escalofriante dulzura.
—Ustedes dos, no empiecen —reprendió Balaam a ambos, mientras vendaba los ojos de Luke.
—Sí, bebé —suspiró Sky con coquetería, cediendo a cada petición de su pelirrojo pecoso.
—¿Estás anotando? —dijo Yon a Keita, quien asintió. Ambos practicaban la observación a cada oportunidad que se les presentaba.
—Balaam… ¿vamos a jugar a algo? —preguntó Luke, dejándose hacer.
—Sí, vamos a jugar a ver cuánto duras con la venda en los ojos. Si logras tenerla hasta que yo te la quite, te daré un premio —respondió Balaam con simpleza.
—Oh, sí, sí…jugaba esto con el Sr. Winchester cuando era niño.
Sky trató de disimular la ligera incomodidad, desviando un poco la mirada. Balaam por su parte sólo le abrazó un momento con un deje de seriedad. Yon y Keita notaron aquellos pequeños gestos, preguntándose a qué se refería exactamente.
—¿Podemos jugar algo diferente? Ya me aburrí —gimoteó Luke, levantando la trompa—. Además, ya me dio un poco de frio. —Se quejó inevitablemente, cubriendo con sus brazos ese delgado y maltratado cuerpo donde no sólo se marcaban sus costillas y columna, sino también aquellas quemaduras y golpes que tapizaban su blanca piel.
—Ya casi terminamos, ya casi vas a ganar— gruñó tras un jadeo.
—¡¿De verdad?! —respondió con emoción—. Bien, entonces sigamos. ¿Cuál será el premio de hoy? ¿Sr Winchester?—insistió al no oír respuesta, sólo escuchaba pequeños gruñidos.
El Sr. Winchester estaba siendo carcomido por la culpa, pero cada vez era más difícil controlar esos primitivos y asquerosos instintos; su enferma cabeza buscaba cualquier forma de calmarlos sin tener que tocar a ese precioso niño que decía amar. Era evidente que él no estaba bien, y lo sabía perfectamente pero…no sabía cómo pedir ayuda, a veces prefería estar muerto.
El hombre terminó de tocar ese pecaminoso lugar de su cuerpo. Se sentía más tranquilo en un sentido retorcido que no hacía más que alimentar ese dolor y cargo de conciencia.
—Ganaste Luke, puedes vestirte —dijo tras cerrarse el cierre del pantalón, tratando de que esos ojos tristes no lo delataran.
—¡¿Gané?! ¿Qué gané? —chilló emocionado, dejando que el hombre le quitara la venda y lo vistiera, sin notar cómo sus manos temblaban.
—Una docena de donas rosas —contestó una vez le puso la última prenda, encimándose un poco para hacerle cosquillas. Luke soltó una fuerte carcajada, retorciéndose en el piso.
—Basta, basta —reía juguetonamente, sintiendo cómo gentilmente el señor paraba.
—Es tarde, deberías regresar a casa —sugirió el Sr. Winchester mientras se ponía de pie para ir por la caja de donas.
Una parte del hombre deseaba sacarlo de ese infierno, y tenerlo con él, pero sabía que eso sería sacarlo de un abismo para meterlo a otro, y tampoco tenía el valor de llamar a servicios sociales por temor a que lo separaran de él. Al final, él era un monstruo al igual que sus padres.
—Sí, Sr. Winchester. Nos vemos mañana —canturreó feliz, aceptando su regalo.
—Llegamos —anunció Fernando, entrando y casi siendo rodeado de inmediato por los cuatro jinetes.
—Hush, ¿cómo estás? —decía Sky, analizando cada parte de su cuerpo.
—¿Todo está bien? —preguntó Noa, revisando su rostro y limpiando el resto de lágrimas que yacían en sus mejillas.
—Mira, mira, mira Hush. Estamos jugando a cuanto duro con la venda…¿Cuánto crees que dure? Ojalá dure mucho, Balaam me dará un premio, ¿quieres jugar después? Puedo darte pastelillos o pollo frito, sí, puede ser pollo frito, Yon puede pedir pollito…
—Muchachos, por favor —bufó Balaam, tomando entre sus brazos al menor, quien se hundía en él para llorar en silencio—. Denle espacio —ordenó, viendo cómo estos sin oponer un pero obedecían —. Bien, estaré en mi habitación con Hush, nadie moleste. Por favor, ustedes dos cuiden por mientras de…
—Adiós… —resopló Noa con descaro, yendo nuevamente a la alberca.
—Bueno, Sky podrías…
—Estoy pasando por un túnel, no escucho nada, nghh —contestó, y es que a pesar de siempre ceder a Balaam, esta ocasión no quería encargarse de Luke.
—Por el amor de dios, Sky —alzó la voz reprendiéndole.
—¡Está bien! Maldita sea —gruñó, tomando a Luke con resignación para jalarlo a la cocina—. Juguemos a Filetes de Cinco dedos.
—¡OH! Sí, sí… ¿cómo se juega eso?
—¡Sky! —gritó Balaam sin perder del todo la compostura.
—Descuida, nos deshicimos de cualquier objeto corto punzante. Sólo tenemos cubiertos de plástico —rió nervioso Keita, quien junto con Yon se encaminaban a cuidar sus respectivos polluelos.
—Gracias —miró con sinceridad a ese par—. Ustedes… —Se dirigió a los mayores, quienes parecían aun tensos por lo recién ocurrido—. ¿Se quedarán o irán a investigar la zona roja?
Lukyan se quedó un momento callado al igual que Fernando, pues ambas investigaciones eran prioridad.
—Iremos a la zona roja, puede que nuestro posible informante si es que existe, corra peligro. Tú cuidarás bien del niño, ¿no? —Entre más serio lucía el rubio, más marcado era su acento.
—Sí, cuidaré de los que estén aquí. Gracias por todo —dijo Balaam con un leve ademán, sonriendo dulcemente de forma sorpresivamente sincera.
Fernando sintió un escalofrío, expresando su profundo asco; pues al fin y al cabo, Balaam era su “archienemigo”, y no confiaba en esos ojos coquetos.
—Uh, de nada —resopló aun desconfiando, carraspeando un poco para no delatar esa incomodidad por aquella sonrisa.
—Ah, no seas tímido conmigo, no es como si te fuera a comer —jadeó Balaam, acercando su rostro. Chocó sus dientes a manera de mordisco, provocándole un susto al moreno.
—Mocoso igualado —gruñó, conteniéndose a la vez que veía cómo iba escalera arriba con el niño.
—Vamos, agente Fernando —ordenó Lukyan, llevando su mano a la espalda del moreno para empujarlo con suavidad. Tenían mucho trabajo por hacer.
Por otro lado, mientras los adultos de la casa salían, Yon y Keita decidieron aprovechar el momento a solas para realizar diferentes actividades que permitieran investigar mejor la psique y comprensión de emociones por parte de Luke y Sky, quienes eran los que parecían sufrir despersonalización.
La primera actividad fue dibujar lo que más les hacía felices, convenciendo a Sky que eso era más divertido que apuñalar los dedos de Luke.
—Con monedas compro un dedal, si hay más, una aguja. Aunque dinero debo ganar, ahí va la comadreja —canturreó Luke, mientras éste dibujaba de manera infantil con colores rosas y vibrantes, a él con su familia y el Sr. Winchester.
—Te gusta mucho esa canción, ¿no? —sonrió Yon, sentado a su lado, observando cómo Luke asentía energéticamente—. ¿Dónde la aprendiste?
—Me la enseñó el Sr Winchester —alzó un poco la cabeza ajena, sin dejar de sonreír ni dejar de ver el dibujo. A estas alturas ya le habían quitado la venda y premiado con un pastelillo.
—¿Qué me puedes decir de él? —Buscó sus ojos, sabiendo que era más fácil hablar de los demás que de él mismo.
—Es buena persona, ¿qué más podría decir de él? —Sonrió de forma chueca sin mirarlo aún—. Después de todo, es mi mejor amigo…
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