Mark se quedó mirando la puerta donde el joven omega se había ido. Su mente estaba bastante confundida por lo que acababa de pasar hace un momento. ¿Qué había hecho mal? Pasaron una noche tan maravillosa, sus cuerpos fueron tan compatibles…. ¿Cómo es que acabó con un puñetazo en la cara? Estaba seguro de que todo estaba bien. Incluso tenía planes de pedirle su número, invitarlo a salir, conocerlo mejor y… ¿quién sabe? ser pareja, casarse, tener hijos.
Pero esos planes al parecer solo serán ideas que se le ocurrió post sexo mientras lo miraba dormir.
Él había recibido un puñetazo pero su enojo era consigo mismo. ¿Por qué se ilusionó? Ya era un hombre que pasaba los treinta años y arrastraba un divorcio. Su ex esposa se reiría en su cara si supiera que se había ilusionado luego de follar con un joven omega en Las Vegas.
Pero joder, nunca se había sentido así por un omega. Su ex esposa era una beta pero parecía una maldita alfa por su carácter. Pero sinceramente le importó muy poco divorciarse. Se casó porque pensó que era momento de casarse y nada más.
Suspiró y se sentó en la cama frotándose la cara para aliviar su desesperación. Era obvio que era algo de una noche. Se ilusionó, sí. Fatal error. ¿Pero qué con el puñetazo? ¿No era más sencillo decir: “gracias por el sexo, hasta nunca”?
se recostó en la cama, una cama que aún olía a él.
―Carajo.
Estaba duro solo por sentir las feromonas omega en las sabanas.
No le quedaba de otra más que admitir que no lo volvería a ver y que su encuentro solo sería recuerdos al que recurrir cuando quisiera masturbarse.
Como ahora.
Recordó su cabello rubio siendo revuelto por el aire nocturno. Estaba en el balcón del bar del hotel mirando los fuegos artificiales de medianoche. había salido a fumar cuando se lo encontró. pudo sentir las feromonas de omega dominante apenas pisó el balcón. El chico estaba algo ebrio sino podía controlarse.
―Lo lamento, solo vine a fumar.
Le mostró su cajetilla de cigarros al notar que el joven omega se había asustado al verlo. Al parecer él también estaba ebrio y no podía controlar sus propias feromonas alfa.
No quería incomodar, así que se fue al otro extremo del balcón. Sabía que muchos omegas tenían miedo de alfas dominantes por puro instinto. Y él era uno, que para colmo estaba ebrio y emanando feromonas sin querer.
El joven omega lo miraba de reojo a cada rato y Mark se sintió terriblemente mal. ¿Tanto miedo le causaba? Pero era entendible. Muchos alfas aprovecharían un omega ebrio como él para satisfacer sus instintos, y a los ojos de ese chico, probablemente era uno de esos alfas.
―Lo siento ―se disculpó Mark, y guardó el cigarrillo que había sacado de la cajetilla. Era mejor que buscara otro lugar para fumar.
―¿Puedo tener uno?
Estaba a punto de entrar de nuevo al bar cuando lo escuchó hablar. Cuando lo miró, el omega estaba mirando su cajetilla.
―Oh, claro.
Se acercó lo suficiente y extendió su mano con la cajetilla abierta. Ahora el temeroso era él. No porque le tuviera miedo al omega, sino porque tenía miedo de que el omega le tuviera miedo. Pensamiento irracional de un ebrio.
―Ya he puesto en mi boca el cigarrillo de la izquierda, puedes tomar el otro.
Solo le quedaban dos, así que tuvo que decirle eso. Estaba un poco avergonzado por decir algo tan tonto. ¿Qué más importaba si ya lo había puesto en su boca?
Pero el omega tomó el que le dijo que no tomara.
―¿Por qué pareces tú el temeroso cuando el que debería tener miedo soy yo?
―No quería incomodarte. Estoy algo ebrio así que no puedo controlar mis feromonas.
El joven omega rió un poco. Una risita de borracho.
A Mark le pareció lindo. Nunca se había tomado el tiempo de admirar la belleza de los omegas. Y ese chico era muy hermoso, además de tener una esencia exquisita.
Se giró de nuevo dispuesto a marcharse, pero el omega le tomó de la camisa.
Mark se congeló momentáneamente.
―No tengo encendedor.
Reaccionó luego de esas palabras y rebuscando en el bolsillo de su pantalón sacó su encendedor para dárselo. Pero el omega en lugar de tomar el encendedor, puso el cigarrillo en sus labios.
Quería que se lo encendiera por él.
Mark suspiró. Primero el chico parecía temeroso por su presencia y ahora… ¿le estaba coqueteando?
Encendió el cigarrillo del omega rápidamente, tenía que irse ya. Estaba empezando a pensar cosas absurdas. ¿Cómo podría coquetearle?
―¿No ibas a fumar también?
―Puedo hacerlo en otro lado.
―Tienes pinta de un alfa decente. Quédate conmigo, hueles bien.
Su parte racional le decía que debía de irse de ahí. ¿Pero cómo podía decirle que no si le miraba de esa manera? ¿Qué tenía ese omega que lo estaba poniendo tan tonto? ¿O era el alcohol? ¿Quizás las dos cosas?
―Bien.
Fumaron juntos en silencio. Mark había mantenido una distancia prudente pero el omega se encargó de romper esa distancia. Estaban casi rozándose el brazo y para colmo las feromonas de ese omega estaban aún más fuertes.
―No te he preguntado tu nombre aún. ―Mark dijo lo primero que se le ocurrió para mantener su mente distraída.
―¿Por qué debería decírtelo?
Ouch. Mark no respondió.
El omega rió levemente al ver la cara de Mark. Parecía un perrito regañado.
―Puedes llamarme Chris.
―Soy Mark.
Mark respondió con rapidez y entusiasmo. Chris asintió con una sonrisa, si Mark tuviera una cola la estaría moviendo con demasiada emoción.
―Entonces… Mark. ¿Quieres follar?
Comments (0)
See all