De regreso a Nueva York, Chris finalmente recordó todo. Mark era un pobre hombre demasiado ingenuo para ser un alfa dominante y él técnicamente se le abalanzó encima.
Esa noche la mayoría de sus amigos estaban casi inconscientes por el alcohol y los que aún podían mantenerse de pie se encargaron de llevar a los demás a su habitación.
―Al menos resistieron hasta después de la medianoche, eso es un logro ―Chris miraba al par de borrachos inconscientes mientras hablaba―. Asegúrense de que no se vayan a ahogar con su propio vómito.
―¿No irás a tu habitación? ―preguntó Alec, uno de los amigos de Chris y el que mejor resistencia al alcohol tenía―. Estás ebrio, deberías regresar también. Soy un beta pero puedo apostar a que estas dejando salir feromonas sin darte cuenta.
―Los únicos alfas que hay aquí son de baja estirpe. Antes de que se atrevan a hacerme algo, ya les habré sacado la mierda.
Alec rió.
―De todos modos no te arriesgues, prometimos a Eric que te cuidaríamos.
Chris suspiró al recordar a Eric. Aún le sorprendía que en lugar de preocuparse como siempre lo hacía, había apoyado la idea de que fuera a Las Vegas con sus amigos.
―Estaré bien, solo tomaré un poco de aire fresco en el balcón y me iré a mi habitación. Mejor asegúrate de que los chicos estén bien.
―Lo haré.
Alec se fue junto con los demás de sus amigos. Rió un poco viendo como los no-tan-ebrios llevaban casi arrastrando a los si-tan-ebrios.
Para su fortuna, él era el único en el balcón del bar del hotel. La vista era excepcional, podía ver las luces que hacían de Las Vegas un lugar único. El aire fresco fue un alivio para su nariz. Aunque los alfas que estaban en el bar eran de baja categoría, no dejaban de ser alfas. Apestaban. Y por eso no podía divertirse con sus amigos con tranquilidad. Las feromonas de esos alfas eran bastante asquerosas, pero al fin podía respirar con tranquilidad.
Estaba borracho, pero el ser un omega dominante le había ayudado a no acabar casi cayéndose de borracho como algunos de sus amigos. Pero un borracho es un borracho, y sus feromonas eran difíciles de controlar en ese momento.
Agradecía tener a Eric a su lado. Era un beta así que no estaba influenciado por las feromonas omega cada que estaban juntos. Además, a pesar de ser un omega, era el de arriba. Eso le daba un control sobre sí mismo. No odiaba ser un omega, pero detestaba la idea de depender de un alfa.
Su cable a tierra era Eric, era feliz con él, no necesitaba a un alfa.
Nunca necesitaría un alfa…
Un agradable olor cosquilleó su nariz, era dulce y relajante. No pudo disfrutar con tranquilidad ese olor porque pronto se dio cuenta que ese olor venía de un alfa.
Al mirarlo, el que parecía más asustado era el alfa y no él.
¨Él solo venía a fumar.
Lo miraba de reojo, con cautela, preparándose para dar pelea si aquel alfa quería pasarse de listo.
Pero solo se disculpó y comenzó a irse. Solo entonces se dio cuenta que si el alfa se iba, ese agradable olor, que había relajado su mente, también se iría. Así que sin darse cuenta le había pedido un cigarrillo. El alfa dudó unos segundos y se acercó casi como si estuviera caminando por una cuerda floja. ¿Qué clase de alfa era ese? Estaba seguro de que era un alfa dominante pero al ver su rostro se dio cuenta de que hacía todo lo posible por no incomodarlo. ¿Desde cuándo a un alfa dominante le importa eso?
Incluso le dijo que no tomara el cigarrillo que ya había estado en su boca. Casi ponía los ojos en blanco por lo tonto que era eso y en un arranque de curiosidad, tomó precisamente ese. Quería reír al ver que a ese alfa casi se le salía el alma por hacer eso.
El alfa se iba a ir otra vez, y de nuevo, en contra de su propio raciocinio, lo detuvo. No mintió al decir que no tenía encendedor, pero sabía que ese no era el motivo por el cual lo detuvo. El alfa le ofreció su encendedor pero él solo puso el cigarrillo en su boca.
No sabía si el alcohol le estaba haciendo ver cosas, pero ese alfa se sonrojó un poco.
Le encendió el cigarrillo y otra vez se quería ir.
Pero él no quería que se fuera. Se sentía ansioso cada vez que esas feromonas se alejaban de su nariz. Así que lo invitó a fumar con él.
Y ahí estaban, juntos en el balcón, fumando en silencio, mientras Chris trataba de inhalar esas feromonas hasta fundirlas con su cerebro. Su cabeza, como su cuerpo, se sentía demasiado bien. De hecho, nunca se había sentido así de bien. Era como si solo existiera él y el alfa a su lado.
Lo miró un poco. Se veía mayor que él pero era apuesto, muy apuesto con ese cabello marrón y ojos de un azul oscuro que podían mezclarse con la noche. También era alto, con buen cuerpo.
En medio de su observación el alfa le preguntó su nombre. Quiso molestarlo un poco, pero al ver esa expresión afligida, su nombre salió de su boca casi inmediatamente.
Y el alfa se llamaba Mark. Era un nombre simple, pero cada que repetía ese nombre en su cabeza parecía como si fuera una palabra mágica.
Mark, Mark, Mark…
Se imaginó susurrándole su nombre una y otra vez. ¿Qué rostro pondría? ¿Se sonrojaría?
Volvió a mirarlo. Miró su pecho y sus brazos. ¿Cómo se sentiría estar entre sus brazos, contra su pecho? Apostaba que podría oler mucho mejor sus feromonas si frotaba su rostro contra su pecho. Tenía unas manos grandes. ¿Cómo se sentirían sus caricias? ¿Sería gentil? ¿Sería rudo?
Sus labios… ¿Cómo se sentirían sus labios? ¿En qué parte de su cuerpo se sentiría mejor sentir esos labios?
Sentía calor por todo lo que estaba pensando. Acababa de conocer a ese hombre pero su mente estaba imaginando de más. Sentía un cosquilleo en su ano y una leve humedad entre sus nalgas. Su pene se estaba endureciendo poco a poco.
Era una clara señal de que estaba entrando en celo. Y todo gracias a esas suaves feromonas de ese alfa tonto y tímido a su lado. Los supresores que siempre había tomado decidieron no funcionar esa noche.
En ese momento no podía pensar en nada más que calmar el calor y el cosquilleo en su ano.
No recordaba que estaba en Las Vegas para celebrar su despedida de soltero, que Eric lo esperaba en Nueva York y que se casaría con él la próxima semana.
Simplemente le pidió follar. Mark se negó.
―Estás ebrio, es mejor que regreses a tu habitación.
Chris esperaba esa respuesta, pero solamente avivó más su deseo de follar con él.
―No quiero ―Chris tocó y acarició descaradamente la entrepierna de Mark―. Te estás poniendo duro.
―Tus feromonas son muy fuertes.
―Lo sé, ¿te gustan?
―Es mejor que me vaya.
―Estoy entrando en celo, si no me follas tú, otro alfa lo hará.
Mark frunció el ceño al escucharlo. Chris sonrió al ver esa reacción.
―¿Crees que soy alguien que tiene algo de una sola noche?
―Por supuesto que no… por eso mismo quiero que me folles ―Chris aprovechó de que Mark estaba tan sorprendido y lo abrazó por encima de sus hombros―. Yo tampoco soy alguien que tiene algo de una sola noche y menos con un alfa pero en serio quiero que me folles
Mark suspiró pesadamente y Chris insistió:
―Lo que pasa en Las Vegas, se quedan en Las Vegas. ¿No has escuchado eso? Después de esta noche no nos volveremos a ver, ¿qué más puedes perder? Eres un alfa dominante y un omega dominante te está casi rogando por tu verga.
Al escuchar esas palabras tan lascivas salir de la boca de Chris, Mark se sonrojó de nuevo.
―Carajo ―maldijo Mark cuando se dio cuenta que no podía resistirse más―. Vamos a mi habitación.
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