Mark sabía que al cerrar la puerta ya no habría marcha atrás. La habitación no era pequeña pero en cuestión de segundos las feromonas omega de Chris habían llenado el lugar.
Sentía que a cada respiro su cordura se desvanecía.
Y era lo que le disgustaba.
Su mayor temor era no tener control de sí mismo y acabar haciendo cosas que iban en contra de sus principios. Había crecido como el alfa dominante más aburrido de todos los tiempos, pero estaba conforme con eso.
Sin embargo… un omega en celo estaba arrodillado frente a él en su habitación. Ya le había quitado el cinturón y estaba desabotonando su pantalón con desesperación. Lo que él haría en una situación normal sería apartar al chico y detener las cosas antes de que llegaran lejos.
Pero no podía.
Apoyó su espalda en la puerta, mirando cada acción que hacía el omega. Ni siquiera le había tocado y ya estaba duro. Cuando Chris bajó su pantalón y notó el gran bulto en su bóxer, sonrió atontado y frotó su rostro ahí.
Mark gimió y tomó a Chris del cabello para hacer que le mirara. Estaba semiconsciente pero sabía que incluso sin feromonas, hubiera caído por él y esos preciosos ojos verdes.
―Muy grande… ―elogió Chris cuando el bóxer de Mark también había quedado por debajo de sus rodillas―. Lo quiero… dentro…
Mark gimió nuevamente. No pensó que unas cuantas palabras sucias podían excitarlo así. Nunca se había interesado por lo lascivo pero en ese momento se encontraba ansiando cada vez más del erotismo de Chris.
Tomó a Chris del mentón con una mano y con la otra sostenía su pene que sin previo estímulo ya tenía pequeñas gotas de líquido preseminal en la punta. Rozó su pene en sus labios y Chris abrió la boca ansioso, parecía no tener suficiente con esos pequeños roces ya que casi inmediatamente sacó su lengua para lamer aquel líquido que ya estaba goteando.
―Sabe… tan… bien ―murmuró el omega, aventurándose a chupar más allá de la punta.
Los sonidos húmedos que salían de la boca de Chris eran cada vez más lascivos. Mark había descubierto un nuevo mundo al notar eso. En ese momento reflexionó sus treinta dos años de vida, pensando que había desperdiciado todo ese tiempo jugando a ser un alfa diferente. Aunque a la vez se sentía satisfecho porque probablemente ningún omega se iba a sentir tan bien como el chico que estaba devorando su pene en ese momento.
Estaba tan absorto en cómo su pene entraba y salía de la boca de Chris, gimiendo y tratando de no empeorar las cosas entrando en su rut, que no notó que Chris se había quitado el pantalón y su bóxer. De hecho, su boca era la única dando atención a ese amenazante miembro, ya que sus manos estaban ocupadas masturbando tanto su culo como su propio pene.
Se escuchó un “pop” cuando Chris sacó el pene de su boca, jadeando y dando una mirada de insatisfacción a Mark. Y es que su insatisfacción no se debía a que Mark no fuera suficiente, sino que solamente chupar su pene no le era suficiente. Sentía cosquillas en su ano y sus nalgas estaban empapadas, incluso el suelo estaba manchado ya por los fluidos que salían de Chris.
Chris se puso de pie casi tambaleante, sus piernas ya no le obedecían del todo y se colgó del cuello de Mark para no caerse, incluso se atrevió a levantar una pierna a la altura de la cadera del alfa para que tener su pene rozándole el culo.
―¡Ahh! Mételo… mételo… por favor, Mark… ―gimió Chris, moviendo suavemente sus caderas para sentir más ese pene que deseaba tanto.
Mark lo levantó del suelo y lo recargó contra la puerta. Había decidido mandar a la mierda su conciencia, y qué mejor forma de celebrar su promiscuidad de una noche que satisfaciendo los deseos del omega y propios.
Tenía la punta de su pene amenazando el agujero de Chris, pero el último suspiro de su conciencia le recordó algo importante:
―Ugh… Necesito… ponerme un condón.
Quería bajar a Chris, pero incluso sin sostenerlo, el omega se aferraba con fuerza.
―Solo ponlo… por favor.
Mark podía escuchar leves lloriqueos de queja y se sobresaltó al sentir la mano de Chris sostener su pene para que él mismo lo pusiera dentro.
―No lo hagas ―le advirtió sosteniendo su mano para detenerlo―. Estás en celo y ambos somos dominantes, podrías quedarte embarazado fácilmente
―¿Y eso es malo? ―susurró Chris con una voz demasiada seductora.
El alfa suspiró. Ese omega me está volviendo loco, pensó.
Lo llevó a la cama y lo recostó ahí. Chris seguía sin soltarlo, así que con máxima destreza rebuscó en el cajón de la pequeña mesa de noche junto a la cama.
El hotel podría ser de alta categoría pero seguía siendo un hotel de Las Vegas. La ciudad era conocida por ser un lugar donde el motivo principal de las visitas era para divertirse. Casinos, fiestas… Sexo. Así que estaba más que seguro que habría condones de todo tipo en aquel cajón.
Sacó el primero que encontró. Se estremeció al ver que el condón era para “alfas en su rut”. Parecía un mal presagio, pero trató de relajarse. No era momento para ponerse a pensar, y más cuando tenía un omega desesperado bajo él, besando su cuello, su pecho y lloriqueando en súplica.
―Mételo… por favor… no puedo más… siento que voy a morir ―el lloriqueo de Chris se había convertido en llanto de verdad.
El celo de los omegas podría causar mucho sufrimiento sin la presencia de un alfa o sin supresores. Mark sabía eso y se sintió un poco culpable. No sabía si fueron sus feromonas lo que lo hicieron entrar en celo o solo era coincidencia, pero sentía culpa.
Y también se sentía hipócrita consigo mismo. Se sentía culpable pero estaba disfrutando verlo así, rogando por él, sufriendo por él.
Trató de calmar su llanto besándolo mientras se ponía el condón. Chris correspondió de inmediato, como si los besos de Mark fueran agua en un desierto. Lo abrazó con más fuerza, sin mostrar signos de querer dejar de besarlo. Chris le mordía y chupaba los labios, luego buscaba su lengua para chuparla también. Mark no pensó que un beso le podía excitar tanto, ya que con solo esos besos sintió la urgencia de penetrarlo, y lo hizo.
La voz de Chris no era para nada silenciosa, probablemente sus gemidos podían escucharse en la habitación de al lado. Era como combustible que alimentaba el deseo de Mark y no paraba de mover su cadera contra el culo de Chris. La sensación era caliente y húmeda, lo apretaba de maravilla.
Era como si sus cuerpos estuvieran hechos el uno para el otro.
Las piernas de Chris se aferraban a la cadera de Mark con fuerza, como si no quisiera que se detuviera. Y no lo haría, había probado el dulce néctar del pecado y no lo iba a soltar tan fácilmente.
Mark podía tener la moral más pura y limpia del mundo, pero seguía siendo un alfa. Chris podía repudiar su naturaleza yendo en contra de las reglas, pero seguía siendo un omega.
Un alfa y un omega que estaban probando la maravilla de lo que son. Entregándose a sus instintos y alejándose de la racionalidad.
Chris estaba rogando cada vez más por el pene del alfa como nunca pensó hacerlo y Mark estaba comportándose como el alfa insaciable que tanto reprimía.
La naturaleza de un alfa y omega podía llegar a ser aterradora, como caer en el infierno justo a los pies del diablo. Pero el cielo y el infierno podían ser subjetivos.
Podrían estar en el último círculo del infierno, pero Mark y Chris se sentían en el paraíso.
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