Todos en el estudio estaban nerviosos por Mark, Eric podía notarlo. A pesar que Mark había tratado de dejar en claro que no era como esos presuntuosos alfas dominantes que acaparaban la cima económica y social, muchos aún dudaban sobre la veracidad de ese hecho. Y era absolutamente normal, ¿cuando había existido un alfa así? Sin embargo, se dieron cuenta de lo diferente que era él del resto de alfas cuando durante la entrevista, aun cuando el entrevistador atacaba con preguntas incómodas a cada rato, Mark siempre se comportó con un nivel de tranquilidad impresionante. Eric podía escuchar el suspiro colectivo de alivio de todas las personas presentes ante la gran calma de Mark. No solo era eso, sino que también podía escuchar pequeños cuchicheos donde comentaban lo impresionados que estaban por la filosofía de Mark.
Y entonces, la gente presente pasó de tener miedo y ser cautelosa, a suspirar porque no solo era el hombre perfecto, sino el alfa perfecto. Eric se sintió incómodo. En ese día, había muchos omegas y betas en el estudio, tanto hombres como mujeres y estaban ansiosos por saber la situación amorosa de Mark. Pero el entrevistador no quiso tentar su suerte y no mencionó nada relacionado con su vida amorosa.
El suspiro colectivo fue escuchado de nuevo pero esta vez con una nota triste.
Sigan soñando, Mark está casado, dijo Eric en su mente. Debería sentirse alegre al saber que nadie en el estudio tendría una oportunidad con él, pero repentinamente sintió un amargo sabor en la boca al darse cuenta de algo: nadie en el estudio tendría una oportunidad con él, y eso lo incluía a él mismo. Pero aun si Mark fuera un hombre sin compromisos, ¿tendría una oportunidad? ¿Podría competir contra todos los omegas e incluso betas, tanto hombres como mujeres, que tienen un interés hacia Mark? ¿Podría un omega recesivo, infértil y con feromonas inestables tener una oportunidad con él?
Aunque sea algo de una noche… Una sola noche estando en sus brazos, sintiendo el calor de su cuerpo y sus fuertes feromonas haciendo un desastre en su cabeza… Sintiendo una gran intrusión entre sus piernas, su fuerte cadera chocando contra su trasero… Solo una vez…
¿Sería suficiente?
No quería saberlo, aunque era obvio. ¿Quién en su sano juicio podía tener suficiente después de probar una sola vez el cielo? Era de humanos ser codicioso, y él no sería la excepción. Quizás debería sentirse satisfecho de que, al menos en sus fantasías, él sería suyo.
La entrevista finalizó y la cara de cansancio era evidente en Mark. Eric quería ir corriendo hacia él, ¿pero debería? Cuando pensó en el pretexto perfecto, mucha de la gente del estudio se había acercado a Mark. Al parecer la “plática de amigos antes de despedirse”, quedará para después.
Su decepción pasó a desagrado cuando notó que el secretario Keaton lo estaba mirando. Su mirada constante sin una pizca de disimulo le puso la piel de gallina. Desde que conoció a Mark, Keaton se había empezado a comportar demasiado insoportable. Probablemente Eric había sido arrastrado entre el desagrado mutuo que nació entre Mark y Keaton, como si fuera la manzana de la discordia.
Él no debería estar en el estudio de grabación, y aunque Mark tenía las mejores de las intenciones, gracias a su petición ahora estaba en la mira de Keaton. No quería más problemas con él, así que se puso a ayudar al resto del staff que no había sucumbido a la curiosidad y las ganas de tener una conversación con Mark. Quizás ocupándose en otra cosa, el tiempo pasaría rápido y no se sentiría una eternidad esperar para tener una oportunidad de hablar con él.
Mientras iba de aquí para allá revisando que todo estuviera en orden antes de irse, el equipo de iluminación en el techo comenzó a apagarse uno a uno. Los reflectores emitían una luz tan fuerte y natural que parecía como si fuera de día en lugar de ser de noche. Incluso las luces nocturnas de la ciudad eran casi opacadas, como si en lugar de ser ventanas reales, solo fuera un papel tapiz que simulaba la vista nocturna de Nueva York. Cuando los reflectores se apagaban fila por fila y eran reemplazados con una iluminación normal, la luz nocturna recuperaba su espacio como si nunca se hubiera ido.
Eric casi estaba hechizado por la vista, pero el repentino parpadeo de una fila de luces que se encendían en la parte más alejada del escenario atrajo su atención.
―Oh, demonios. No otra vez, ―dijo un chico suspirando con cansancio mientras movía una de las cámaras.
―¿Qué sucede con esas luces? ―preguntó Eric.
―No tengo idea, pero cuando las encendimos hoy antes de la entrevista, también fallaron. ¿Puedes ir a la sala de control para notificarlo? Necesito mover las otras cámaras.
―¡No te preocupes!
La voz de Eric sonaba entusiasmada, pero no era por la tarea, sino porque al fin dejaría de tener la mirada de Keaton casi taladrando su cabeza.
Fue hacia la sala de control completamente ignorando a Keaton. Realmente estaba empezando a preguntarse si había otra razón por la que él le miraba tanto además de su reciente enemistad con Mark.
¿Qué más podía ser? No tenía ni idea.
Eric abrió la puerta de la sala de control y asomó solo la mitad de su cuerpo.
―Tenemos un problema…
El manager de la sala de control dudó antes de hablar:
―Oh por dios, ¿hicieron enojar al señor Kennedy?
Eric rió un poco negando con la cabeza por lo poco probable que era eso.
―Una fila de luces no enciende, parpadearon y volvieron a apagarse.
Un suspiro de alivio salió de la boca del manager de la sala de control.
―Ah, sí. Nos ha estado dando problemas últimamente. Para que enciendan tendríamos que arreglar el cableado y reconectarlo a la terminal de encendido remoto. No afecta mucho así que no te preocupes.
Eric sugirió:
―Manager, ¿no debería apagarse esa línea eléctrica? Mientras sigan encendidas las luces, esa fila podría seguir parpadeando. Si no se tiene cuidado, esa línea podría sobrecargarse y las lámparas podrían explotar, un accidente es lo último que necesitamos.
El manager suspiró, asintiendo mientras se rascaba la cabeza. Miró a un chico de aspecto joven que se estaba poniendo de pie. Probablemente se estaba preparando para irse.
―Kevin. Antes de que te vayas, ve al almacén. Ahí está el disyuntor del circuito eléctrico de todo el piso, apaga la línea treinta y siete.
El chico se le quedó viendo algo desconcertado por la repentina tarea, pero solamente suspiró abatido y asintió. Eric no tuvo que adivinar mucho para saber que ese chico, que parecía apenas en sus principios de sus veinte, era solamente un becario.
Eric se hizo a un lado dejando pasar al joven becario e intercambió unas cuantas palabras con el manager antes de salir de la sala de control. Sin embargo, el becario estaba apenas a unos cuantos pasos de la sala de control, totalmente quieto mirando el largo pasillo que llevaba al almacén mientras se aferraba a su mochila como si estuviera temeroso.
Eric, extrañado por el comportamiento del chico, se acercó a él.
―¿Sucede algo?
El chico se asustó, aunque inmediatamente se tranquilizó cuando vio que se trataba de Eric.
―El almacén… ―comenzó a decir el chico algo temeroso pero a la vez avergonzado― Escuché de mis superiores que se escuchan cosas raras ahí…
Eric frunció el ceño totalmente incrédulo.
―¿Cosas raras?
El chico asintió. No parecía estar mintiendo, realmente estaba aterrado. Eric quería reír. ¿Este chico realmente cree en fantasmas? pensó. Pero luego recordó que los becarios suelen ser objetos de bromas. No se sorprendería si algún superior le hubiera dicho eso nada más por gastarle una broma. Pobre chico. De repente recordó cuando él también fue becario.
―Creo que el superior que te dijo eso, solo quería gastarte una broma ―Eric soltó una pequeña risa al final, el chico era demasiado ingenuo.
―¿En serio? ―Eric asintió― Oh… Bueno, está bien, gracias.
El chico, aún dudoso, comenzó a caminar hacia el almacén. Pero cada paso suyo era tan lento y temeroso, que de pronto Eric se sintió mal por él.
―¿Sabes qué? Yo iré ―dijo después de suspirar―. ¡Pero me la debes!
Las palabras de Eric le devolvieron la vida al chico y asintió entusiasmado.
―La próxima vez que lo vea, ¡le invitaré a un café!
Eric negó con la cabeza.
―Con que dejes de creer cada cosa de este tipo que te dicen tus superiores, estaré más que satisfecho.
―Lo siento… ―el chico se sonrojó ante la llamada de atención.
―Ya, vete a casa.
―¡Gracias! ¡Hasta luego!
Eric suspiró y negó con la cabeza mientras miraba al chico irse. De repente se sintió viejo, aunque tener 26 años tampoco era el fin del mundo.
Comenzó a caminar hacia el almacén e inesperadamente entendió un poco al becario. Era un pasillo bastante largo. La distancia desde el estudio a la sala de control era apenas unos cinco o seis metros, pero la distancia entre la sala de control y el almacén era casi cincuenta metros, quizás un poco más. El estudio estaba a una cara del edificio y el almacén en el otro extremo, era razonable la distancia. El pasillo era angosto, con paredes y pisos blancos. Mientras más caminaba, más silencioso se volvía todo ya que la parte del estudio fue construida de una manera en que no afectara al departamento de informática por el ruido.
Ya a la mitad del camino no se escuchaba nada. Si estuviera solo en ese piso, probablemente sentiría miedo, pero afortunadamente había gente en el estudio de grabación y en la sala de control. Pero… Si le pasara algo, ¿alguien escucharía?
Vamos, no te pongas paranoico ahora, Eric, pensó mientras se regañaba así mismo.
Al llegar a la puerta del almacén, instintivamente dudó. Pero luego de un segundo regaño a sí mismo, abrió la puerta. El interior contrastaba demasiado con el brillante y pulcro pasillo. Era oscuro, bastante oscuro. A tientas buscó el interruptor de la luz, y cuando trató de encenderlo, no hubo respuesta. No había luz en el almacén.
―Si el becario hubiera venido, probablemente se hubiese puesto a llorar ―dijo bromeando consigo mismo.
Abrió completamente la puerta, dejando que la luz del pasillo iluminara un poco el almacén. Agradeció a todos los dioses que pudieran existir al ver que el disyuntor del circuito eléctrico tenía una pequeña luz verde que hacía fácil su ubicación. Caminó con cuidado hacia ahí y abrió la portezuela. Adentro había demasiados pequeños interruptores con pequeñas luces en la parte superior de estos, cada uno con un número de identificación. Con todo el esfuerzo de su vista y la ayuda de las tenues luces, buscó el interruptor que necesitaba apagar. Al hacerlo, la luz arriba del interruptor que brillaba con luz verde, cambió a un color rojo.
Ahora solo era cuestión de salir del almacén y regresar al estudio. Probablemente Mark por fin estaría desocupado. Salir del almacén era una tarea fácil, solo era cuestión de darse la vuelta y caminar hacía la luz que entraba de la puerta abierta. Pero antes de tan siquiera mover un poco los pies, la poca luz que había en el almacén gracias a la luz del pasillo, desapareció. Todo esto mientras escuchaba la puerta cerrarse lentamente.
Sentir miedo era instintivo, pero Eric pensó que era absurdo. ¿Por qué debería tener miedo? Se cerró la puerta. ¿Y qué? No es que tuviera un gran miedo a la oscuridad y tampoco creo en fantasmas. Solo caminar a tientas y pronto encontraré la puerta.
―Me preguntaba el motivo por el cual Mark Kennedy estaba tan insistente en protegerte si solo eres un simple beta ―comenzó a decir una voz entre la oscuridad. ¿Es acaso un fantasma? No, en ese momento Eric hubiera preferido que fuera un fantasma―. También me preguntaba por qué en estos últimos días tenías un aroma bastante interesante.
―¿Secretario Keaton? Está muy oscuro… y la luz en el almacén no funciona. Si abre la puerta de nuevo, podría haber un poco de luz… Cual sea el tema que quiera hablar, ¿no sería mejor si no estuviéramos a oscuras?
―¿Le tienes miedo a la oscuridad? ―preguntó Keaton, su voz sonaba cada vez más cercana― La oscuridad tiene sus ventajas, ¿Sabes? En la oscuridad, nuestros otros sentidos se vuelven más sensibles… el tacto, el gusto, el oído y sobre todo… el olfato. En este momento mi sentido del olfato es más sensible a los olores… Puedo oler todos los tipos de olores del almacén y sobre todo puedo olerte a ti. Extraño, ¿no? Se supone que eres un beta, ¿por qué de repente hueles tan bien?
―Es solo un nuevo perfume que estoy usando.
―Puedo oler tus mentiras también, Eric. Eres un omega, ¿verdad?
La sensación de escalofríos junto a un gran temor hicieron que a Eric se le hiciera difícil responder.
―No tienes que responder si no quieres, puedo averiguarlo por mí mismo.
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