Guillermo había sido un amigo curioso para Annette, pues a pesar de ser sumamente inteligente, tradicionalmente exitoso y empollón, complementaba las opiniones y pensamientos que Annette tenía con respecto a la política, la sociedad y el mundo, Guillermo era uno de sus mejores aliados a pesar de lo opuestos que eran en todo aspecto.
Él había sido parte del grupo selecto de oratoria y un entusiasta conferencista durante sus años de preparatoria, lo cual hizo que en la universidad destacara como un gran estudiante que desde sus primeros meses se dedicó a ser un activo participante de la prensa universitaria.
El primer encuentro entre Guillermo y Annette había sido en las viejas bancas públicas de la facultad de Ciencias Sociales. Ella fumaba un cigarrillo, se encontraba sola y a su alrededor no había nada más que rostros anónimos y poco importantes, era una mezcla homogénea de personas que sólo logró que Annette destacara por su cabello corto, sus perforaciones y los tatuajes que mostraba a través de su playera de tirantes con The Who en ella.
Guillermo la comprendió como el centro poco apreciado de una pintura de Renoir. La apreció como la mujer oculta en la multitud, absorta en sus pensamientos o cavilaciones, perdida en el humo de su cigarro y no en el ruido de quienes vivían a su alrededor.
Confianzudo, pero auto consciente, caminó hacia ella, se sentó a su lado y miró a su alrededor.
-Disculpa, ¿sabes dónde puedo conseguir uno de esos? –Dijo mientras apuntaba al cigarro en su mano.
-No sé morro, pero toma uno si quieres. –Respondió Annette mientras extendía su cajetilla de Raleigh.
-¿En serio puedo? –Dijo Guillermo tratando de lograr algo, quizá dirigir la conversación a ella.
-Si quieres te lo cobro.
-Claro, ¿Cuánto te debo?
-Tu nombre. –Dijo Annette con cierto autoritarismo en su voz.
-¿Perdón?
-Dime tu nombre.
-Guillermo. –Respondió sin siquiera pensar por qué.
-Perfecto Guillermo, ahora que sé tu nombre no tendré culpa de pedirte cigarros cuando yo no tenga.
Annette se levantó y caminó fuera de la facultad. Fue a partir de entonces que Guillermo comenzó a cargar siempre cigarros Raleigh, sólo en caso de que si se encontrase con ella, pudiese tener una conversación más. Y, para su fortuna, con el tiempo se conocieron y formalizaron una amistad que Guillermo no se había atrevido a cambiar, principalmente porque sabía que Annette era una chica problemática, capaz de interponerse en sus desconocidos planes académicos, pues él mantenía una imagen impecable para todos y se afanaba en mantenerla.
Un mal día, Annette le confesó todo con respecto a la muerte de Kimberly y su dificultad para comunicarse con Jonah. De una u otra manera, ella lo necesitaba y él, contrario a lo que creía sería su respuesta, dijo que la ayudaría.
Guillermo tenía una especie de carisma o atractivo que hacía que los niños tuvieran una buena disposición para hablar y jugar y correr y sonreír cuando él interactuaba con ellos. Annette lo sabía porque en fiestas familiares, Guillermo era recibido por sus primos y sobrinos con ferviente entusiasmo y felicidad. Mientras que ella, en cambio, nunca había tenido familia con la cual celebrar cumpleaños, bautizos o el nacimiento de un nuevo miembro de este mundo, su contacto con niños y su comprensión de la familia eran nulos.
Pero, desde la primera vez que vio la respuesta que todos parecían tener ante la presencia de Guillermo, Annette supo que esos rostros sonrientes eran los que corresponden por naturaleza a los niños, no el silencio, pasividad y la oscuridad en que Jonah estaba siempre envuelto.
Comments (0)
See all