»» ———♡ (pensamiento sacado del diario de Pierrot) ♡——— ««
Ash solo es un terco niño mimado, cuanto daño le hizo ese tarado de Ramón al consentirlo de esa manera. Aunque esto de las plantas es algo bastante relajante.
»» ————-♡ ♡————- ««
-Hola pequeñas. ¿Quieren un poco de rica agüita? Es que al inútil de Archivaldo se le olvidó que tenía que regarlas hoy. – Pierrot comenzó a chiflar mientras regaba los pequeños trebolillos.
-¡Cállate! Además, deja en paz a mis pobres Ralmis. Ni siquiera sabes cuánta agua necesitan, solo las vas a ahogar. – Archie se levantó velozmente del suelo y corrió hasta donde se encontraba Pierrot.
Le quité la pequeña regadera de la mano y el solo hizo un pequeño puchero, despues solo me observó por algunos segundos y suspiró resignado.
Por cierto, Ralmis es el nombre que le puse a cada uno de los trebolitos, Ralmis 1, Ralmis 2 y bla, bla, bla, hasta llegar al Ralmis 155. En conclusión, todos se llaman Ralmis, pero lo que cambia es el número.
Sostuve la regaderita y empecé a regar con mucha paciencia y cariño a mis pequeñines.
-Mira Archivaldo, olvidemos nuestro odio un rato y hagamos una tregua. ¿Qué te parece? – Pierrot acercó su mano a Archie.
Ahora fui yo el sorprendido, quede perplejo, creo que enserio estaba logrando avanzar demasiado con este tipo. Pues dejó de llamarme Archie y parecía estar más abierto a entablar otro tipo de conversaciones.
Tenía que aprovechar la oportunidad al máximo.
-Bien, ¿Y qué es lo que tienes en mente? – Archie alzó la ceja de manera interrogante.
-Pues dejarte descansar. Pero tienes que hacer lo que yo diga. – Pierrot sonrió.
-De acuerdo, todo lo que quieras. Solo dime lo que tengo que hacer y lo haré. – Archie suspiró y continúo regando sus trebolillos.
-¿Seguro? ¿Lo que sea? No vas a rechistar ni nada ¿Verdad? – Pierrot se acercó a Archie sonriéndole ampliamente.
-Te lo prometo. – Archie alzó su mano derecha, como haciendo un juramente.
Pensé que estaría feliz de que le dije que haría cualquier cosa que él quisiera, pero por el contrario, me miró algo desanimado, se puso en cuclillas y despues apoyo sus rodillas contra el suelo para terminar sentándose sobre sus piernas.
Me miró y sonrió ligeramente.
-Recuesta tu cabeza sobre mis rodillas. – Pierrot golpeo suavemente sus rodillas.
-¡Ehhhh! ¿Como para que o qué? – Archie abrió los ojos de la sorpresa.
-Dijiste qué harías todo lo que te pidiera, si lo haces descansarás y podrás estar tranquilo, te lo prometo. – Pierrot volvió a darse golpecitos en sus rodillas, para que Archie se acostara en ellas.
-Ummm… Pero es un poco extraño, ¿No lo crees? – Archie desvió la mirada y se rascó la mejilla algo incómodo.
-¿Por qué extraño? ¿Acaso piensas que voy a hacerte algo raro? Tan mala imagen tienes de mí, parece que en realidad no me conoces para nada. – Pierrot hizo una cara triste.
Me agaché y me puse de rodillas, nos encontrábamos uno frente al otro.
Sus ojos se veían algo cristalinos, como si estuviera a punto de llorar.
Él acarició mi mejilla mientras me mostraba una sonrisa pícara, le miré un poco incómodo. Es que realmente con él no sabes si estas en un momento serio, si te está albureando, si te está coqueteando o peor aún si te está proponiendo algo indecente. Se que todo es una broma, pero es bastante vergonzoso.
-Bueno es verdad que dije que haría lo que sea, pero creo que pensándolo bien no estoy tan desesperado como pensaba. – Archie agarró la mano de Pierrot y la sostuvo mientras lo miraba.
Él se sorprendió, pero segundos despues comenzó a reírse a carcajadas, su risa era extraña, quizás porque nunca la había oído.
Aunque más bien era un sentimiento diferente, como si la hubiese escuchado antes, pero ya no recordaba cómo era.
Más bien era una sensación como si extrañara escucharla y oírla nuevamente me daba un sentimiento que no podía explicar muy bien y eso hacía que todo se sintiera raro e inexplicable.
Se estaba riendo tanto que incluso sus mejillas y sus orejas estaban rojas.
-Si continúas asi, vas a ahogarte, recuerda que hay personas que se han muerto por reírse demasiado. No creo que tengas ganas de aparecer en ese tipo de libros donde hablan de personas muriendo de una manera tan estúpida. – Archie le jaló la mejilla a Pierrot.
-¡Auch! ¡Ja! ¡Ja! Bueno, bueno, ya me calmo. Definitivamente no tengo ganas de aparecer para nada en ese tipo de libros. – Pierrot agarró la mano de Archie y le sonrió.
Despues de quitar mi mano de su mejilla, gateó un poco para acomodarse detrás de mí, se sentó nuevamente y despues recargó su barbilla en mi hombro. Yo gire los ojos y cruce los brazos, mientras que él se acercó a mi oído y me susurró.
-Parece que si te importo. – Pierrot restregó suavemente su cabeza en la cabeza de Archie.
-¡Obviamente no! Es solo que no quiero que te mueras aquí y dejes tu ADN sobre mi alfombra. Ya bastante tengo con que estemos compartiendo el mismo aire. – Archie miró hacia atrás para poderlo ver mejor, al menos el alcance que un cuello humano podía resistir, pues si se hacia la del exorcista esta historia no podría seguir.
-No te preocupes por eso. Si me llego a morir, aun así, continuaré aquí. - Pierrot se alegró, por algún motivo, iba entendiendo como funcionaban los insultos de Archie.
Sentí como pasaba sus brazos por debajo de los míos para abrazarme, sus manos estaban sobre mi pecho y me apretó ligeramente mientras recargaba su cabeza en mi espalda.
-Yo siempre estaré contigo, incluso más allá de la vida o la muerte. – Pierrot apretó mas fuertemente a Archie, escondiendo su rostro en la espalda de este.
Esa respuesta me desconcertó, sé que él no es real, al menos entiendo que no tiene un cuerpo físico, pero siempre he pensado que sin importar lo que el sea, un fantasma, una alucinación o un recuerdo; creí que él realmente podía desaparecer por completo, algo asi como nosotros cuando morimos, asi que para mí que él pudiera desaparecer se podía traducir como si se muriera.
Pero si dice que quizás eso no es posible, creo que se abren aún más interrogantes que respuestas. Su existencia cada vez me deja más dudas y hace que mi mente se confunda más de lo que ya está.
-¿A qué te refieres con eso? ¿Quieres decir que eres inmortal o algo así? – Archie agarró la mano de Pierrot y la comenzó a mirar, pues esta parecía bastante real.
-Todavía no es momento que entiendas algo como eso, es muy pronto. Mejor continuemos en lo que estábamos. – Pierrot soltó su mano del agarre de Archie.
Gateó nuevamente para volver a ponerse frente a mí, luego agarró mi mano y me sonrió. Me jaló con más fuerza para que me acostara sobre sus rodillas, pues las golpeo suavemente con su mano izquierda; la que le quedaba libre, ya que con la otra seguía sosteniendo mi mano fuertemente, como si tuviera miedo de que me evaporara de repente o de que me fuera a algún lado.
-Ven, te va a gustar. Créeme. – Pierrot sonrió muy ligeramente, pero parecía una sonrisa bastante sincera y linda.
Eso sonaba un poco “extraño”, pero tenía curiosidad y sobre todo cualquier interacción con este tipo ayudaba a mi investigación. Asi que tiene que quedar claro que cualquier cosa que haga con este sujeto es solo con fines investigativos.
Como sea, le hice caso y comencé a inclinar mi cabeza para poder acomodarla sobre sus rodillas, pero me detuve un momento para ver sus piernas, es que le podía ver casi todo, incluso su bóxer. Porque como ya lo había dicho antes sus pantalones estaban completamente llenos de agujeros y cuando les digo que podía verle casi todo; era literal.
Porque incluso su bóxer tenía dos agujeros gigantes donde se podía ver una pequeña selvita azulada asomándose, la verdad yo no quería ver eso, pero bueno, lo terminé viendo.
-Vaya sí que te gusta ser bastante natural. – Archie sonrió pícaramente.
-¿Eh? ¿A qué te refieres? – Pierrot alzó la ceja algo confundido.
-A que… tienes un agujero en tu bóxer y… - Archie le señaló el paquete, donde se veía dos pequeños coquitos.
-¡Ughh! – Pierrot se volteó rápidamente.
Creo que, a pesar de su personalidad lanzada y picarona, parece que esa lechuga radiactiva es bastante penosa. Pues toda su cara se tornó completamente roja con esa frase, tal parece que no era consciente de que se le veía la pequeña selvita, incluso se tapó rápidamente con las manos, aunque ya era tarde para eso, pues ya había visto todo lo que tenía que ver.
Yo solo solté una pequeña risita, quien pensaría que un tipo como él pudiera ser tan tímido.
Comments (0)
See all