Nicholas y Elizabeth se toparon con una isla mágica donde las sirenas aún cantan. Las criaturas, ansiosas, rodearon a Nicholas e intentaron atraerlo hacia el mar. Sin embargo, Nicholas no se dejó manipular fácilmente y mostró sus colmillos de vampiro para defenderse de las insistencias de las sirenas que intentaban atraerlo hacia el mar.
En una roca, una de las sirenas canta y revela la verdad sobre Elizabeth. A pesar de esto, ella sigue cantando con su perla brillante, destacando su belleza con su largo cabello rubio.
Nicholas lleva a Elizabeth a una limpia, donde sin darse cuenta cueva, se alimenta de una sirena. Más tarde, cuando Elizabeth despierta, se da cuenta de que Nicholas también se había alimentado de otra criatura marina.
"¿Por qué te has alimentado de esas sirenas?" Elizabeth le dice enojada.
"Ya déjame en paz"
Nicholas se encoje de hombros y se aleja. Elizabeth lo sigue, molestando por su respuesta. Después de unos minutos caminando en silencio, Nicholas finalmente se detiene y se da la vuelta para enfrentarse a ella.
"Lo siento", pero no puedo evitarlo, es mi naturaleza."
"Tienes que tratar de calmarte, deberías comer vegetales"
Nicholas se da cuenta de que algo anda mal y se acerca a Elizabeth para protegerla. De repente, una figura oscura aparece en el horizonte. Es la bruja, que ha venido a buscar a Elizabeth para un ritual siniestro. La bruja comienza a recitar un hechizo, mientras que Nicholas intenta proteger a Elizabeth de los intentos de la bruja por hacerle daño.
En el inframundo oscuro y siniestro,
donde los demonios habitan sin mestizo,
se susurra un hechizo mortífero,
que a los más valientes deja sin aliento.
Sacrificios humanos de demonios inframundo,
invocamos tu poder en este conjuro,
que las tinieblas sean nuestro escudo
y la luz se pierde en el oscuro muro.
La noche se extiende como un manto de sombras,
cubriendo todo a su paso en la penumbra,
y el viento sopla como risa malvada
en la oscuridad que nunca se acaba.
Que el poder del inframundo nos proteja
y nos guie en las sombras de esta noche vieja,
que el hechizo siniestro de nuestras palabras
sea nuestro amuleto en estas horas macabras.
Así mar.
Elizabeth se da cuenta de que está en peligro y comienza a temblar. La bruja se acerca, con una daga en la mano, lista para hacer su sacrificio.
Elizabeth siente un dolor agudo y el rojo carmesí se extiende cerca de su pecho, mientras los otros presentes entonan un canto siniestro en estilo gregoriano.
Nicholas se siente impotente ante la situación, pero no se rinde. Sabe que debe hacer algo para salvar a Elizabeth.
Elizabeth está a punto de desfallecer. Su brazo ya no responde y sus ojos se sienten pesados mientras el color rojo carmesí se extiende por todas partes.
La bruja pierde la concentración y su hechizo se desvanece. Nicholas aprovecha la oportunidad para rescatar a Elizabeth, quien aún está con vida.
Finalmente, llegan a un lugar seguro y Nicholas abraza con fuerza a Elizabeth. Ella acaricia su rostro frío, pero su brazo cae sin vida al suelo, está a punto de decir adiós.
Nicholas besa sus labios morados, y no deja de mirarla y de acariciar su rostro pálido.
Nicholas lucha contra su instinto mientras sostiene a Elizabeth en sus brazos. Sabe que si la convierte en vampiro, nunca volverá a ser la misma.
Nicholas sabía que convertir a Elizabeth en vampiro era una decisión difícil, pero no quería perderla para siempre. La miró con amor mientras la transformaba, esperando que ella no perdiera su humanidad.
Elizabeth despierta luciendo más hermosa de lo habitual, con sus ojos más grandes y sus colmillos afilados.
Luego de un momento de confusión y asombro, Elizabeth comprende lo sucedido y mira a Nicholas agradecida. A pesar de saber que su vida ha sido alterada para siempre, se siente agradecida de estar viva y tener a Nicholas a su lado.
"Elizabeth, porque nunca te defiendes y yo tengo que hacerlo siempre por ti" Nicholas le grita.
Elizabeth mira a Nicholas con agradecimiento en sus ojos y le responde: "Lo siento, Nicholas. Sé que siempre has estado ahí para mí, pero a veces me siento impotente. No sé cómo protegerme a mí misma".
En la Europa del siglo XVII, la joven Elizabeth II era conocida por su curiosidad e inocencia. Enamorada del hombre Nicholas Vorhis, un vampiro de 123 años, Elizabeth quería acompañarlo, pero Nicholas sabía que eso pondría en peligro su vida. En ese tiempo, la ley prohibía el amor y la amistad entre humanos y vampiros, lo que hacía que su relación fuera peligrosa.
A pesar de que Elizabeth quería aventurarse y ser diferente a las otras princesas, Nicholas no podía permitir que su amor lo pusiera en riesgo. La Princesa Elizabeth II de Windsor entendía que los vampiros podían vivir en el mundo humano, pero solo si estaban dispuestos a servirles para mantener la paz. Nicholas sabía que debía partir y dejar ir a Elizabeth para protegerla de cualquier peligro.
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