Los tres vampiros se levantaron y salieron del jardín. Se dirigieron hacia la casa de Federico, decididos a encontrar al hombre que estaba acosando a su hija.

En medio de la oscuridad, tres figuras se movían con sigilo. Eran Federico, Nicholas y Alejandro, tres vampiros que estaban decididos a detener a Vlad, el líder de la secta de los vampiros renegados. Comenzaron a seguir a Vlad. Vlad era un vampiro experimentado, y era difícil de seguir. Sin embargo, los tres vampiros eran expertos rastreadores, y pronto lograron dar con su rastro.

Vlad estaba siguiendo a Elizabeth. La estaba esperando a la salida de la escuela.

Federico, Nicholas y Alejandro se escondieron en las sombras. Esperaron a que Vlad se acercara a Elizabeth.

Cuando Vlad estaba a punto de atacar a Elizabeth, Federico, Nicholas y Alejandro saltaron de las sombras.

"¡Alto!" gritó Federico.

Vlad se dio la vuelta y vio a los tres vampiros frente a él.

"¿Quiénes son ustedes?" preguntó Vlad.

"Somos los que te vamos a detener", dijo Federico.

Vlad se rió. "¿En serio?" preguntó. "¿Creen que pueden detenerme?"

"Sí", dijo Nicholas. "Estamos decididos a proteger a Elizabeth".

Vlad sonrió maliciosamente. "¿Protegerla?" preguntó. "Ella es solo una niña. No puede detenerme".

La lucha fue feroz. Federico, Nicholas y Alejandro luchaban con todas sus fuerzas, pero Vlad era demasiado fuerte para ellos.

Elizabeth, que había visto la pelea, comenzó a gritar de terror.

Las garras de Vlad se clavaron en la carne de Federico, desgarrándola. Nicholas recibió un golpe en la cabeza que lo dejó inconsciente. Alejandro fue acorralado por Vlad, que lo tenía a punto de matar.

"¡Ayuda!" gritó. "¡Ayuden a mi papá!"

Federico, Nicholas y Alejandro estaban a punto de ser derrotados cuando, de repente, escucharon un ruido.

Se volvieron y vieron a una figura alta y oscura que se acercaba a ellos.

La figura era un vampiro, pero era diferente a cualquier vampiro que hubieran visto antes. Era más alto y más fuerte, y sus ojos brillaban con un fuego sobrenatural.

La figura se detuvo frente a Vlad y lo miró fijamente.

"¿Quién eres tú?" preguntó Vlad.

"Soy el que te va a detener", dijo la figura.

Vlad se rió. "¿En serio?" preguntó. "¿Tú?"

La figura no respondió. Simplemente extendió su mano y tocó a Vlad en la frente.

Vlad gritó de dolor y cayó al suelo, convertido en polvo.

La figura se volvió hacia Federico, Nicholas y Alejandro.

"Está a salvo", dijo. "Ya no le hará daño".

Federico, Nicholas y Alejandro se miraron, sorprendidos.

"¿Quién eres tú?" preguntó Federico.

"Soy el protector de los inocentes", dijo la figura. "Siempre estoy ahí para ayudar a aquellos que lo necesitan".

La figura desapareció en la oscuridad, y Federico, Nicholas y Alejandro se quedaron solos con Elizabeth.

Elizabeth se acercó a su padre y lo abrazó.

"Gracias", susurró. "Gracias por salvarme".

Federico la abrazó con fuerza.

"Siempre estaré aquí para ti", dijo.

Federico, Nicholas y Alejandro se llevaron a Elizabeth a casa. Estaban cansados y heridos, pero estaban felices de haberla salvado.

Ese día, Federico se quedó despierto, pensando en la figura que los había salvado. ¿Quién era? ¿De dónde venía?

Federico no lo sabía, pero estaba agradecido por su ayuda. Estaba seguro de que nunca olvidaría a su salvador.

Lucinda, la esposa de Federico, se preocupó al verlo en ese estado. Sus heridas eran profundas y sangrantes, y su rostro estaba pálido y asustado.

"¿Qué pasó?" preguntó Lucinda.

Federico le contó lo sucedido. Le contó cómo habían seguido a Vlad, cómo habían luchado contra él, y cómo habían sido salvados por la figura misteriosa.

Lucinda escuchaba con horror. No podía creer lo que estaba escuchando.

"¿Estás bien?" preguntó Lucinda, preocupada.

Federico asintió. "Sí, estoy bien", dijo. "Pero estoy cansado".

Lucinda ayudó a Federico a acostarse. Le puso una compresa fría en las heridas.

Federico se quedó dormido con rapidez, dejando a Lucinda sola, contemplando su situación. La joven no podía sacar de su cabeza el encuentro que acaban de tener. ¿Quién era esa figura misteriosa que los había salvado? ¿De dónde había aparecido?

Lucinda se encontraba aterrorizada. No sabía en qué pensar. Esa noche, la joven tuvo una pesadilla aterradora. Soñó que una figura estaba en su habitación, mirándola con sus ojos de fuego. La figura se acercó a ella y le extendió su mano, pero Lucinda no podía moverse. Un poder desconocido la paralizó, por lo que se despertó asustada.

Lucinda permaneció despierta el resto del día, temblando de miedo. No sabía qué hacer. ¿Era un sueño o era real?

A la noche siguiente, Federico se despertó sintiéndose mejor. Sus heridas estaban empezando a curarse.

Federico se levantó de la cama y se dirigió a la cocina. Lucinda estaba allí, preparando el desayuno.

"Buenos noches", dijo Federico.

Lucinda lo miró con recelo. "Buenos noches", dijo.

"¿Cómo te sientes?" preguntó Lucinda.

"Mejor", dijo Federico. "Gracias por cuidarme".

Lucinda asintió. "De nada", dijo.

"¿Qué pasó anoche?" preguntó Lucinda.

Federico suspiró. "Te lo contaré", dijo.

Federico le contó a Lucinda todo lo que había sucedido. Le contó sobre Vlad, sobre la lucha, y sobre la figura misteriosa.

Lucinda escuchaba con atención. Cuando Federico terminó, Lucinda se quedó en silencio durante unos minutos.

"No puedo creerlo", dijo Lucinda. "No puedo creer que esto haya sucedido".

"Lo sé", dijo Federico. "Yo tampoco puedo creerlo".

"¿Quién era esa figura?" preguntó Lucinda.

"No lo sé", dijo Federico. "No lo sé".

Lucinda se levantó de la mesa. "Tengo que pensar", dijo. "Tengo que pensar en todo esto".