Augusto, viendo a Devian luchar solo, exclamó, "¿Cómo podemos dejarlo solo? Mírenlo, usa magia para atacar además de la cantidad de magia consumida con tantos clones. Además, sigue usando magia poderosa con los clones y aún así se levantó y sigue peleando contra el ejército. ¿Qué clase de soldados somos si dejamos a nuestro señor solo en la muerte?". Inspirados por las palabras de Augusto, todos se lanzaron a la batalla. Mientras la sangre y los heridos aumentaban, eran curados por Argel, mientras Devian seguía avanzando en su ataque sin detenerse hasta llegar al jefe de la horda, un gran lobo tenebroso.
"Al fin nos vemos", dijo Devian al enfrentarse al Gran lobo tenebroso. A pesar de usar todas sus capacidades y el gran refuerzo y potenciación que tenía, Devian no era rival para el gran lobo tenebroso. "Maldito lobo, se sigue defendiendo con sus clones. Debo terminar rápido esto sino acabaré muerto", pensó Devian. Usando la magia combinada Tiro Veloz Herasu, logró asestar un golpe y matar un clon del jefe. Sin embargo, el jefe aprovechó para desplazarse por la sombra y atacar por la espalda. Cuando Devian intentó esquivarlo, su cuerpo quedó inmóvil por la cantidad de maná que había estado usando, recibiendo un fuerte golpe que lo hizo chocar con los árboles y otros monstruos.
Devian, agotado y entumecido, se enfrentó a una decisión difícil. Tadeo, su compañero de batalla, le instó a liberar su verdadero poder, "Es hora de que rompas las cadenas o morirás". Pero Devian se resistió, "No puedo, si lo hago podría lastimar a los míos también". Tadeo insistió, "Entonces sacrifícate para que te liberes".
Devian, consciente de la gravedad de la situación, ordenó a sus tropas retirarse, "Todo el mundo escuche, retírense ahora mismo, el enemigo nos supera". Augusto, su subordinado leal, protestó, "Pero Señor, todavía podemos seguir". Pero Devian fue firme, "Solo los esqueletos nos están causando problemas y todavía faltan los lobos tenebrosos y el jefe. No podremos, retrocedamos por ahora".
A pesar de la orden de retirada, Devian se quedó atrás para cubrir la retirada de sus tropas. "Descuida, yo les cuido las espaldas", aseguró a Augusto. Pero Augusto estaba preocupado, "Es una misión suicida". Sin embargo, Devian no se dejó disuadir, "Cállate, es una orden de tu señor, retírense ahora".
Con sus tropas a salvo, Devian finalmente pudo liberar su verdadero poder. "Todos conocerán el sabor de mi magia", declaró, y se abalanzó sobre el enemigo. Uno a uno, los enemigos cayeron como moscas, mientras al fondo solo se oía la risa de Devian y las explosiones mágicas.
Mientras tanto, en el gremio, Marie, una joven preocupada, buscaba ayuda, "Auxilio, alguien ayúdenos". Claudio, el líder del gremio, se sorprendió al ver a todos los refugiados, "¿Qué les pasó, por qué todos están acá?". Marie explicó la situación, "Maestro, nuestra villa fue atacada por monstruos y nos ayudaron a escapar, pero ellos quedaron solo peleando. Creo que no aguantarán mucho, ayúdelos".
Después de escuchar la noticia, Claudio se llenó de determinación, "Claro que no perderé a otra persona más. Emergencia todos, rápido, rápido y lleven pociones de salud y mana". Todos corrieron rápidamente hacia la villa del placer, esperando llegar a tiempo para ayudar a Devian.
Devian, agotado pero decidido, logró repeler el primer ataque. "Al fin cayeron todos y sin los clones mi mana no caerá tan rápido", pensó. Pero su alivio fue de corta duración, ya que pronto se dio cuenta de que había usado demasiado mana. "Demonio, usé demasiado mana, estoy cansado", murmuró, antes de caer al suelo.
Claudio y su grupo regresaron al bosque lo más rápido posible para ayudar a Devian. Pero lo que encontraron fue un panorama desolador: un gran desastre y cadáveres por doquier, algunos cortados y quemados. En medio de todo, un hombre bestia yacía recostado en un árbol.
Augusto, preparándose para el ataque, se detuvo cuando Claudio gritó, "¡Alto, no ataquen!". Augusto, confundido, replicó, "Pero señor, es un Oni". Claudio, con una mirada seria, respondió, "Ese es Devian, él es un niño demonio".
Devian, recuperando la conciencia, saludó a Claudio, "Hola abuelo, parece que viniste para nada. Derroté a todos yo solo". Claudio, con una sonrisa orgullosa, respondió, "Te has vuelto bastante fuerte, mi niño".
Después de despertar, Devian se encontró con un dolor de cabeza insoportable. Claudio, aliviado de verlo despierto, le informó que había dormido durante cuatro horas. Devian, consciente de su deber como líder, insistió en levantarse para organizar a la gente para el próximo ataque.
A pesar de su agotamiento, Devian se puso en pie y comenzó a planificar la próxima batalla. Claudio, preocupado, le recordó que era deber del capitán de la guardia y el señor, no suyo. Pero Devian, decidido, respondió, "Si estoy en estas tierras, tengo cosas que proteger".
Devian convocó a Augusto y le pidió que le contara lo que había sucedido durante su ausencia. Augusto le informó de la situación actual: después de la batalla, habían llevado a los heridos a la ciudad, mientras que los heridos leves se habían quedado fuera para prepararse para otro ataque.
Devian, consciente de la necesidad de levantar la moral de sus tropas, reunió a todos y les dio un discurso inspirador. "Sé que todos están asustados por los ataques enemigos, pero ¿acaso se dejarán intimidar con eso? Solo fuimos 500 y enfrentamos a un ejército que nos superó en número por seis veces y salimos todos vivos. Ahora somos más y el enemigo estará preocupado por esta derrota".
Los soldados, llenos de miedo y duda, admitieron su temor, "Eso es verdad, sin su protección no podremos ganar, estamos condenados". Devian, sin embargo, los desafió, "Eso quiere decir que sin un guía no son hombres. ¿Dónde quedó su orgullo como soldados?".
Devian, con una voz llena de autoridad, habló a sus soldados, "Escuchen, puede que el enemigo sea más fuerte que ustedes, sean más que ustedes y en una guerra así cualquiera puede morir. Y si eso pasa, tienen tres opciones: huir como cobardes, rendirse como esclavos o pueden pelear y morir como un orgulloso guerrero. Entonces, les pregunto de nuevo, ¿serán unos cobardes e inútiles o serán los guerreros orgullosos que son?".
Los soldados, inspirados por las palabras de Devian, respondieron con euforia, "¡Somos los orgullosos guardias de la villa del placer!". Devian, satisfecho con su respuesta, los instó a gritarlo más fuerte, "¡QUIÉNES SON, DÍGANLO FUERTE!". Los soldados, llenos de determinación, gritaron, "¡SOMOS LOS ORGULLOSOS GUARDIAS DE LA VILLA DEL PLACER!".
Devian, con una mirada decidida, comenzó a explicar su plan, "El ataque de recién es solo para ver la capacidad de nuestra fuerza. Al ver que los vencimos fácil, seguro el próximo ataque será uno bastante grande. Por lo que esperamos criaturas de rango SS o más. Pero la primera oleada será el señuelo para cansarnos. El problema será el de la segunda ola, seguro será una criatura superior y con nuestra fuerza, los tres podremos hacerles frente. Usemos a los demás como apoyo mágico para así concentrarnos solo en atacar y ellos en defender".
Claudio y Augusto, escuchando el plan de Devian, expresaron sus preocupaciones, "Si todo sale como dices, ¿cómo derrotaremos a una criatura superior?". Devian, con una confianza inquebrantable, respondió, "Me di cuenta de algo, que se ven como las criaturas, pero su fuerza no es la misma, por lo que son más débiles. Por eso les digo que podemos ganar".
Devian, preparándose para la batalla, instruyó a sus soldados y magos a tomar posición. Claudio y Augusto, listos para la batalla, aseguraron a Devian que estaban preparados. Con todos en sus puestos, solo quedaba esperar el ataque del enemigo.
Devian, Augusto y Claudio, exhaustos pero victoriosos, se detuvieron para recuperar el aliento. "Parece que acabamos casi igual", comentó Devian. Augusto, con una sonrisa cansada, respondió, "Fueron más fáciles de lo que pensé". Claudio, impresionado por su habilidad en la batalla, les propuso, "Pelearon magníficamente, ¿no les gustaría ser magos?".
Mientras los tres discutían, una voz desconocida interrumpió su conversación. Devian, alerta, se giró hacia la fuente del sonido. De las sombras, emergieron tres figuras amenazantes. "Limpia este mundo señor, usa la vida de tus humildes herramientas para hacer caer a tus enemigos", proclamaron, apuñalándose a sí mismos en un ritual oscuro.
La sangre de los enemigos cayó al suelo, desencadenando una serie de explosiones y rugidos que resonaron en el aire. "Mierda, tres Pandemónium al mismo tiempo", murmuró Devian. De las explosiones, surgieron tres criaturas gigantescas. Augusto, asustado, exclamó, "¿Qué es eso, un dragón?". Claudio, con una mirada de horror, corrigió, "No, son tres. Mira". Devian, con una voz temblorosa, añadió, "Todos al suelo, es una Hydra".
Devian, impulsado por la adrenalina, se lanzó hacia la Hydra, lanzando tres Herasu. Sin embargo, el último falló, haciendo que Devian cayera al suelo. "Maldición, quería matarlo de un golpe, pero lo empeoré", se lamentó. Claudio, tratando de animarlo, respondió, "No te preocupes, un descuido les pasa a todos".
Devian, recuperándose rápidamente, comenzó a dar órdenes a sus tropas. "Ahora, magos de apoyo, empiecen a conjurar. Los de ataque, prepárense y denle sin discreción. Soldados, los que usen magia, concéntrenla en sus piernas. Los que usen armas mágicas ofensivas, también apunten a los pies". Con la estrategia en marcha, Devian, Augusto y Claudio prepararon sus propias magias para atacar.
Con los ataques de los magos y los soldados, la Hydra cayó arrodillada. Con el estallido de las tres magias, una gran cortina de humo se levantó, dejando a todos con la expectativa de si habían ganado o no. Cuando todos pensaron que habían ganado, un gran rugido disipó la gran cortina de humo y la Hydra comenzó a atacar a todos los que retrocedieron.
Devian, Augusto y Claudio, enfrentándose a la Hydra, discutieron sobre cómo derrotarla. Devian propuso un hechizo capaz de borrar una ciudad, pero Claudio argumentó que necesitarían a dos maestros de gremio para ello. Devian, sin embargo, insistió en que él podría hacerlo. Pero cuando reveló que planeaba usar una droga peligrosa para mejorar sus atributos, Augusto y Claudio se opusieron vehementemente. Con el tiempo agotándose, se vieron obligados a plantear una forma diferente de derrotar a la Hydra.
Devian, enfrentado a una decisión difícil, insistió, "Es la única forma, abuelo". Augusto, preocupado, se ofreció a tomar su lugar, "Entonces déjeme hacerlo a mí". Pero Devian se mantuvo firme, "El único con hechizos así soy yo, además no puedo dejar que más personas sufran".
Devian, con una determinación inquebrantable, corrió hacia la batalla. "Abuelo, tu segundo elemento es aire, úsalo para elevar a la Hydra", ordenó. Claudio, sin embargo, dudó, "No, espera". Pero Devian no se detuvo, "TODOS ALEJENSE DE LA HYDRA, ABUELO, AHORA". Claudio, sin otra opción, invocó su magia, "Magia de viento, gran tornado, magia de viento, liberación del viento".
Devian, viendo la oportunidad, tragó una píldora misteriosa. Una gran explosión de mana surgió, haciendo temblar a los soldados y a los magos. "Magia combinada, ráfaga de pirotecnia", gritó, lanzando un poderoso hechizo que elevó a la Hydra aún más alto en el cielo.
Devian, consciente de que podría no sobrevivir, envió un mensaje mental a Augusto y Claudio, "Si me pierdo, quiero que me maten y si eso pasa, fue un gusto ser parte de ustedes". Luego, invocó su hechizo más poderoso, "Magia perdida de desintegración, Law of Vacuum". Una gran explosión sonó y en un parpadeo, la Hydra desapareció.
Mientras tanto, en el gremio, Marie, una joven preocupada, intentó ir a buscar a Devian. "Ah, señorito, tengo que irme", dijo, pero Lorena, otra miembro del gremio, se lo impidió, "No puedo dejarte ir". Marie, desesperada, formó un escándalo hasta que los magos la dejaron inconsciente y la encerraron en un cuarto.
Devian, agotado pero victorioso, cayó al suelo. Claudio y Augusto, aliviados, corrieron hacia él. "Devian, Devian, ¿estás bien?", preguntó Claudio. Devian, con una sonrisa cansada, respondió, "Cojan las cabezas de la Hydra, que son mías". Luego, se levantó y proclamó, "LA VICTORIA ES NUESTRA". Todos, llenos de alegría, celebraron, "¡SI, GANAMOS! ¡VIVA EL SEÑOR DEVIAN, QUE VIVA!".
Exhausto, Devian se transformó en su forma maldita. Augusto, preocupado, preguntó, "Señorito, ¿seguirá en esa forma para ¿Nunca?". Devian, sin embargo, lo tranquilizó, "A esto no, solo que no tengo el mana suficiente para deshacerlo, seguro con el tiempo desaparecerá". Claudio, aliviado, ordenó a todos, "Ayuden a los heridos y cojan a los muertos, les daremos una sepultura digna".
Después de la batalla, todos comenzaron a reagruparse y dirigirse a la villa para evaluar los daños. Devian, agotado pero aliviado, comentó, "Después de esto voy a tomarme un tiempo de todo". Claudio y Augusto estuvieron de acuerdo, sugiriendo que todos deberían tomarse un descanso.
Devian, con una sonrisa cansada, propuso, "Vamos al burdel y destapamos los barriles de alcohol para celebrar". Claudio sorprendido, respondió, "Ya hasta bebés, como te has degenerado, muchacho". Devian, sin embargo, aclaró, "Yo no tomo, pero tengo botellas de jugo dulce".
Mientras los tres disfrutaban de su victoria, una voz desconocida interrumpió su conversación. Devian, alerta, se giró hacia la fuente del sonido,

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