Las nubes habían cubierto la noche, la luna se veía tan opaca, como si la estuviera viendo a través de un filtro. Aun así, Erika no podía dejar de mirarla. Una hermosa vista que nunca hubiera podido obtener desde el cuartel. El aire movió sus cabellos, llegando hasta su nuca. Un escalofrío recorrió su cuerpo y se subió la gorra de su sudadera para mitigar el frío y no tener que tapar la ventana. Ya habían pasado dos semanas desde que Jason y ellos seguían esperando en la fábrica de colchones, en una habitación más segura y acogedora, gracias a Ritchie.
Alguien tocó la puerta y, después, un ruido de movimiento se escuchó fuera de esta, como alguien que acaba de salir corriendo. Eso alertó tanto a Erika como a Ritchie. Los dos se levantaron de donde estaban sentados y buscaron algo con que defenderse en caso de necesitarlo. Con su daga en mano y Ritchie caminando a su espalda, Erika abrió la puerta.
Escaneó rápido el pasillo y las escaleras. No había nadie. Bajo sus pies había una bolsa con comida de autoservicio y unas mantas.
—¿Crees que fuera Jason? Aunque, ¿por qué no se quedó a saludar? —cuestiona a Ritchie que también miraba con duda las cosas. Después de revisar que la comida no estuviera manipulada, dio el visto bueno y Erika decidió comer un sándwich. Ritchie se paró frente a ella para responder.
Tal vez no quería perder tiempo para la misión.
Ritchie había tenido que esperar que Erika mirara hacia él, para repetirlo una vez más, ya que no le había visto al principio. Erika no se vio muy convencida. Tomó una galleta y se sentó en una silla vieja.
—No lo creo, si ya vino, ¿por qué no detenerse a preguntar cómo estamos?
¿Y a quién más le importaríamos como para dejarnos comida y cobijo?
Erika no dijo más, sabía que Ritchie tenía razón, pero Jason no era así. Regresó a donde antes estaba sentada y volvió a mirar a la luna. Se distrajo por un momento, solo guiándose por el sonido a su alrededor.
Creyó que Ritchie estaba buscando en las bolsas algo que le gustara para comer, pero cuando se giró a mirar, este estaba guardando cosas en su mochila.
—¿Qué es lo que haces? ¿A dónde llevas eso? — Erika dejó su puesto nuevamente para encarar a Ritchie.
Ayudaré a Jason. No podemos seguir siendo una carga para él.
Erika frunció el ceño con la intención de tomar las manos de Ritchie para que parara.
No puede estar dejando su misión a cada momento para traernos esto. Conseguiré nuestras propias cosas.
—¿Así?, ¿Y cómo planeas lograr eso? La razón por la que Jason está fuera es porque no podemos ir libremente por ahí. — Erika intentaba hacerlo entrar en razón.
Déjame eso a mí, seguro encontraré algo que pueda hacer.
— Entonces, ¿te irás? — La angustia se reflejó en los ojos ambarinos de Erika. No quería que otro de sus hermanos la dejara. Ya era suficiente con Jason lejos. No sabía qué hacer ella sola. También quería hacer algo para ayudarlos.
Seguramente, Ritchie se sentía responsable por ser el mayor y, desde que Jason se había marchado, actuaba como si fuera él quien debería haber hecho el trato. Así mismo. Erika imaginó que Ritchie se sentía mal por no poder hacerlo, aunque tuviera la oportunidad, pues veía su problema del habla como una complicación. —¿Qué le diré a Jason cuando venga y no te vea?
La verdad.
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