Eran las siete de la mañana, la casa se encontraba limpia, la basura sacada a recoger por el camión recolector, los platos y trastes limpios y almacenados. Y Jonah, dormía plácidamente en la cama de la habitación que había recibido desde su primera noche en aquel hogar, sólo que ahora dormía en una casa que por primera vez, se sentía cálida.
Un taxi se encontraba fuera de la casa y de él descendía Annette.
Guillermo observaba desde la puerta cómo ella pagaba al conductor y culminaba con una conversación en la cual no había participado.
Ella caminó a la puerta y Guillermo la recibió con un beso en la mejilla antes de abrazarla.
-Ahora entiendo por qué todo te ha sido tan difícil. –Dijo con voz baja.
-¿Cómo lo viste? –Preguntó ella sabiendo que Jonah había dejado una fuerte impresión en él.
-No podemos dejar que viva así. –Apretó con fuerza el cuerpo de Annette entre sus brazos. –Las tragedias y los traumas nos forjan, no hay forma de negar eso. –La separó de sí mientras presionaba sus hombros con las yemas de sus dedos- Pero él es muy pequeño y frágil. Esta noche me hizo sentir como una mierda, no podía sentirme bien al ver cómo vive. Toda la noche la pasé limpiando, pensando cómo ayudarte, pensando cómo ayudarlo a él. ¿Sabías que ni siquiera come cereal porque tu hermana le dijo que tenía demasiada azúcar?
-No… Pero entiendo que Kim pudiera decirle eso, a mí me lo decía cuando éramos pequeñas. ¿Vez que no puedo ayudarlo? No soy la única que no puede… -Dijo mientras bajaba la mirada.
-Puede que nosotros no podamos, porque no sabemos, no podemos y no somos adecuados.
-¿Qué sugieres?
-Conozco a algunas personas que han lidiado con casos complicados.
-¿Trabajadores sociales?
-No. Psicólogos para niños.
-¿Eso no lo dañaría más? Suficiente tiene con lo de Kim como para que lo mandemos a un loquero.
-Deja de decir mamadas Annette. Ni tú ni yo ni nadie que conozcamos podrían darle la ayuda profesional que ellos pueden. Ellos estudian para ayudar, nosotros no podemos ni ayudarnos a nosotros mismos. Hallé esto. –Dijo Guillermo mientras extendía una cigarrera metálica.
Dentro había dos jeringas y varias dosis de heroína.
-No he consumido nada desde que lo recibí.
-Pero sigues guardando estas cosas. ¿Cómo piensas mantener la custodia si eres adicta?
-No soy adicta, sólo me drogo cuando quiero.
-Ahora no puedes aunque quisieras. Y no podrás durante mucho tiempo ¿Me entiendes? –Dijo Guillermo con voz impositiva
-Si…
-Ese niño no puede vivir así como está. Tan roto, tan jodido…
-Lo sé… -Dijo Annette mientras se sentaba en la orilla de la puerta y encendía un cigarrillo.
-Tenemos que ayudarlo. Anne, no pienso dejarte sola, nadie supera cosas como esta estando solo. Tú me importas y por ende Jonah.
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