La escuela terminó a tiempo y Jonah había corrido de regreso a casa como le prometió a Annette. Aquel día ella le pidió llegar antes para hablar y recibir un regalo nuevo. Lo suficiente para convencerlo de cumplir con su promesa.
Jonah sabía que iba a conocer a alguien, pero recibir un regalo era algo que no esperaba antes del encuentro, así que se encontraba emocionado y particularmente alegre.
Annette lo esperaba en la puerta, tenía en sus manos un regalo envuelto en papel rojo y un moño blanco con puntos negros. Era la primera vez que recibía un regalo así y que no era en la víspera de navidad. Apenas podía contener su curiosidad.
-¿Qué es, qué es? –Dijo mientras la abrazaba y sonreía.
Annette sintió ternura ante su respuesta.
-Lo sabrás cuando te lo entregue, pero primero tenemos que hablar. Ya te había dicho que el regalo era para después.
-Bueno… ¿Pero si me lo vas a dar verdad? –Preguntó Jonah con seriedad.
-¿Tú crees que te engañaría?
-Este… no.
-Perfecto, entonces para adentro chaparro.
Jonah y Annette subieron las escaleras, caminaron hacia la puerta de su departamento y entraron directo a la cocina.
-Mira chaparro, la verdad es que quiero platicar contigo para que no te sorprendas mañana.
-¿Qué pasa mañana?
-Vas a conocer a alguien.
-¿Es como el Señor Lezama?
-No, para empezar es alguien de tu edad.
-¿Es la nieta de la señora Leonora?
-Sip. Precisamente es ella. Mañana nos va a visitar y quiero que seas muy amable, pasará las tardes de sábado y domingo con nosotros. Guillermo o yo los vamos a estar cuidando, pero la idea es que sean amigos.
-Amigos… -Jonah bajó la mirada y apretó las orillas de su playera.
-Ella es un genio como tú. –Dijo Annette tratando de ponerlos en común.
-¿Un genio como yo? ¿Yo soy un genio?
-Claro que lo eres, puros dieces en tus calificaciones, tu beca, podrás no jugar futbol como Guillermo o cualquiera de sus sobrinos, pero eres un genio. Tu genialidad está en la mente y ella es igual que tú.
-¿Tampoco le gustan los deportes?
-Bueno, no sabría decírtelo. Tendrás que preguntárselo mañana. Pero quiero que sepas que ustedes son iguales, ustedes pueden pasar el tiempo juntos y nadie les pedirá que hagan nada.
-¿No tengo que patear pelotas ni perseguir gente?
-No a menos que ustedes quieran jugar con alguna pelota o a perseguirse. El tiempo que pasen juntos será su tiempo y podrán hacer lo que quieran. Incluso comer dulces y ver la televisión o… -Annette extendió el regalo a Jonah. –Pueden leer esto.
Jonah tomó el regalo, arrancó el papel y pegó el moño a su cabeza. El libro que le acababan de regalar era Los Náufragos del Holandés Errante y era uno que no había tenido la oportunidad de conocer. Comenzó a sonreír, abrió el libro e incrustó su nariz entre las hojas. Inspiró profundamente y después lo cerró.
-¿Es nuevo verdad?
-Y, sip.
-Gracias.
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