Dentro del gran salón dorado, la luces que colgaban como cascadas no hacían más que resaltar los adornos antiguos. El piso del mármol brillante resonaba con los tacones de las damas al bailar, pasos elegantes, movimientos de faldas y trajes negros que se movía al compás de la alegre melodía.

Las parejas se mecían como un sueño capturado en una fotografía, tan irreal que a Sasha le costaba creer que realmente estaba ahí— No te distraigas, tengo que volver con ella— Aunque Sasha deseaba poder participar en el baile, no sabía bailar como hombre y deseaba más poder usar esos elegantes vestidos que lo hicieran parecer como un hada.

—¡Maldita sea! ¿Por qué tenía que aparecer con este cuerpo? —Entre murmullos se quejaba sin darse cuenta de los pasos silencioso pero elegantes que provenían de atrás de él— ¿De qué tanto te quejas? —El alma casi se salía del cuerpo de Sasha y volvía al ver que era la señorita Lucinda.

—No me asuste así… ¿Necesita algo?

—Sí, mi supuesto guardaespaldas esta felizmente vagando mientras deja a está inocente dama sola— Lucinda caminaba alrededor de Sasha remarcando cada palabra. A pesar de su edad, ya se podía notar el carácter autoritario y la poca paciencia de no obtener lo que quiere, pero si quería cambiar su futuro, Sasha sabía que ese carácter debía modificarse un poco.

—Señorita,,,— Tomaba airé antes de continuar— soy guardaespaldas, no niñero— esas palabras caían como balde de agua fría en la joven dama— si no puede estar sola unos minutos, entonces tendré más cuidado y la seguiré a donde quiera— Sasha se inclinaba a ella con una sonrisa pícara y burlona— y cuando digo a todas partes, es a todas partes—La cara de Lucinda iba de rojo a azul por la sorpresa—¡Que descaro! ¿c-cómo te atreves? — En un intento infantil de cubrir su rostro, usaba un abanico de encaje con flores.

—¡Ay, por favor! ¿No quería mi atención? Ya decídase— Tornaba los ojos en blanco en señal de fastidio y se cruzaba de brazos para demostrar que ya estaba impaciente. El silencio estuvo en el aire por uno minuto, cuando por fin iba a responder Lucinda, las luces se apagaron— Oh, parece que el baile va a comenzar…el baile…

—Justo en ese momento se acordaba que Lucinda era quien debía bailar con el príncipe, pero como iban las cosas era seguro que flora bailaría con él— señorita, lo siento…

—¿eh? Vaya, al fin abriste los ojos ante tu impertinencia— La última vocal sonaba em el salón, Sasha la había to9mado de la muñeca y la llevaba casi volando por el salón. El objetivo era encontrar al príncipe, después de recorrer la mitad del lugar, al fin lo encuentra— ¡Príncipe! —Como si de un amigo se tratará se acercaba a él. El joven lo veía entre asustado y sorprendido más por que no podía ver su rostro con ese casco, solo unos mechones de pelo y algunas pecas que retocaban las mejillas y nariz de Sasha.

—Príncipe Glenn Moon —Ante el príncipe, Sasha y Lucinda hacían una reverencia— Se ve muy bien, muy elegante, deje le presento a la señorita Lucinda Bluecherry— Tomaba de los hombros a Lucinda con delicadeza, poco a poco la colocaba frente a él. LA cara de Lucinda se mostraba como agua, estaba confundida y avergonzada de esa naturalidad con la que la trataba Sasha— Es una excelente bailarina — Con la misma confianza en que tomo a Lucinda, Sasha se atrevía a tomar la mano del príncipe. El joven parecía bastante tranquilo, pero por dentro está muy nervioso al punto de que oía su corazón latir como loco, sin embargo, el ver que su mano era colocada junto con la de Lucinda lo confundía

— Conózcanse, hablen y diviértanse. Estaré allá por si necesita algo señorita— El lugar donde apuntaba Sasha era a lado del asistente personal de Lucinda, Nicolas.

Ambos se quedaban calados, la mirada de todos estaba en los dos por lo que no podían negarse. La música empezaba, bajo la luz de los candelabros, aquellas dos figuras se encontraban en medio del gran salón dorado. El hermoso vestido azul con plata, parecía proyectar luz con cada giro, con cada paso era como ver un hada bailando; el príncipe contrastaba en oro suave y un blanco puro, verlos juntos era como el día y noche en una armonía magistral.

Al fondo, una hilera de damas observaba en silencio, algunas con admiración, otras con celos, entre aquellas damas, unos ojos violetas miraban fijamente a la pareja bailando, la rabia crecía en esa mirada por no haber sido ella quien cautivara la mirada de los presentes — ¿Cómo es que logro acercarse? — Con rabia mordía su uña, Flora ya había planeado humillar a Lucinda está vez, pero su plan había sido cambiado— bien, no importa, aún queda otro baile…

Sasha estaba encantado de ver el baile— ¡Finalmente lo veo!

—¿Ves qué? — El tono cortante de Nicolas le rompía su pequeña burbuja — Nunca has ido a un baile, es normal que no haya visto estás cosas.

—Señor Nico,,, ¿No tiene pareja para bailar?— la tensión entre ellos iba en aumento— ¿o no sabe bailar?— La burla de Sasha sacaba de la calma a Nicolas

—¿Y usted sabe? Ja, no me imagino a un soldado torpe y robusto como un bailarín— el tono burlesco y sarcástico de Nico calaba en Sasha— ¿Eso cree? —Por como le decía parecía que iba responder con una noticia impresionante—… Pues tiene razón, no se bailar…como hombre— Las últimas palabras salían como un susurro, con la intención de que Nicolas no escuchara, sin embargo, Nicolas lo veía con sospechas.

Al mismo tiempo, Lucinda y Glenn tenían la mirada en el mismo punto, en Sasha. La primera en darse cuenta de ese detalle era Lucinda y era ella quien decidía hablar primero— Príncipe Glenn, ¿Está viendo a mi guardaespaldas? — La pregunta sorprendía al joven, los ojos verdes brillantes como las esmeraldas se centraban en Lucinda a la vez que un sonrojo se apoderaba de sus mejillas— ¿Es tan obvio? — La franqueza u honestidad del príncipe sorprendía a la joven y aún más por verlo con esa sonrisa tan tímida y brillante.

—Es bastante evidente— Con seriedad en su voz continuaba— Le recuerdo que es mi guardaespaldas— el énfasis en “mi” delataba los sentimientos de Lucinda ante Glenn— Entre pasos elegantes y aparente cercanía, había una mini guerra de miradas entre ambos.

—Es una lástima. Es muy interesante para dejárselo— con una vuelta inclina a la joven con aparente dulzura y firmeza ante los ojos de los demás, más, sin embargo, la intención del joven príncipe era otra, quería intimidar a Lucinda— Si logro hacer que renuncie por su cuenta, no podrás hacer nada

—Con una mirada determinada y una sonrisa sutil, abrazaba el cuello de Glenn—Si es que lo logras —En solo unos minutos, había empezado una guerra silenciosa entre ambos personajes que se supone debía estar locos entre ellos y todo esto a espaldas de Sasha que admiraba con falsa ilusión el acercamiento de ambos.

Concluida la fiesta, los días parecían ir como siempre, Sasha seguía a Lucinda junto con Nicolas, ahora vestía más elegante, pero con una mascara negra con adornos dorados, era un accesorio raro que Sasha no entendía por qué debía usar

—Deja de rascarte— le daba un manotazo

—¡Au! ¿Por qué me pegas? —  Aunque estaban juntos parecía que cada ves se llevaban peor— ¿Por qué tengo que llevar esto?

—Es tu uniforme, cuando no estes trabajando puedes quitártela—Aunque Nico lo explicaba de forma calmada, eso no convencía a Sasha — Y así no tenemos que ver tu cara tan fea

—¡Lo sabía! ¡No es fea! Mucho me han dicho que no estoy tan mal— Al tratar de quitarse el antifaz, Nico l detenía— ¡No lo hagas! Es tu uniforme—Una pequeña lucha se generaba entre ellos, lucha que se detenía ante los pasos lejanos de Lucinda. De inmediato se alejaban uno del otro, Sin embrago, eso no ocultaba los residuos de la pelea, ambos tenían la camisa desfajada, el cabello desordenado y la respiración agitada. Ante los ojos de Lucinda, había pasado algo entre ellos y no le gustaba.

— ¿Se divirtieron? — La voz que usaba hacía que ambos se tensarán— ¿Qué estaban haciendo?

—Señorita, no es nada que deba preocuparse, solo un desacuerdo de opiniones— Nicolas se arreglaba a la vez que fulminaba a Sasha— Deje eso de lado, llego una carta— Para evitar el tema, Nicolas sacaba una carta blanca con bordes dorados, en el centro tenia un sello real de laureles y un león de color dorado. Sasha no había notado hasta ahora que esa carta era para la segunda fiesta del año, esta vez dada por el príncipe para anunciar a su prometida

—¿No se ha rendido? — Lucinda tomaba la carta entre sus manos y con enojo planeaba destruirla— ¡Espere!   —Sasha tomaba la carta y abrazaba con su vida— ¡Señorita, no la rompa! Es una gran oportunidad para usted, ¿no, Nico? También piensas lo mismo

—Con una tos se aclaraba la garganta Nico para hablar— Tiene razón, este baile es una oportunidad para conocer y hacer contactos— Atrás de él, Sasha asentía con fuerza— Piense que es una reunión de trabajo

Lucinda veía a ambos, molesta y celosa por creer que ambos estaban demasiado cerca— No iré…—Por un momento Sasha había olvidad lo berrinchuda que era, tenía que reunir toda su paciencia para preguntarle— ¿Por qué? Si es por vestidos, podemos hacerlo, joyas también, es hermosa, cualquiera se opacaría ante usted— La adulación había sido su carta maestra para hacer que Lucinda haga las cosas.

—La ropa no es el problema, sé que cualquier cosa que usa se verá hermoso en mi— Con soberbia lanzaba su cabello a un lado, Lucinda estaba encantada de que Sasha notara su belleza— pero aquí dice que solo puedo ir con una dama de compañía y no pienso llevar a una inútil que no sabe su lugar— Tanto Sasha como Nico sentían que estaban en su limite ante su creída señorita que no quería tener damas de compañía por los celos de que una fuera más bella que ella. Ante ese dilema, Nicolas veía de reojo a Sasha— ¿y si la acompaña alguien que no opaque su belleza?

—¿En serio? ¿Quién? — Nico jalaba a Sasha— Este ser es delgado, no tiene mucho musculo, con un vestido de mangas largas se puede esconder y con esa cara,,,— Le quitaba la mascara con brusquedad— ¡Mire esa cara! No se comparará con usted— La idea loca quedaba en el airé, Sasha, más confundido que nunca reaccionaba tarde

—¿En serio me quedaría un vestido? No, espera, ¿Cómo crees que pasaré como dama de compañía? Soy delgado, pero no tengo curvas

—Para eso está el corse, algo de maquillaje y peluca y ya. Serás una mujer medio fea, pero servirá—De nuevo Nicolas y Sasha discutía. En el fondo Lucinda imaginaba a Sasha en vestido, el punto clave para que aceptará— Bien, hagámoslo— Ambos la veían sorprendidos. Nicolas tomaba el mando rápido antes que cambiara de opinión— Vamos Sasha, tenemos poco tiempo y mucho que hacer

—Pero,,,— La voz de Lucinda los detenía— Yo estaré presente en cada paso— y que sea la última vez que toques así a Sasha— con el abanico golpeaba la mano de Nicolas y no conforme con eso, le lanzaba una mirada de celos y enojo—Sí, lo siento mucho, no volverá a pasar…— Con la cabeza agachaba dejaba que Lucinda se adelantara. A espalda de ella veía a Sasha de nuevo con ojos amenazantes— No fue mi culpa— Susurraba Sasha a escondidas de Lucinda. —“¿Qué rayos está pasando? Actúa como si estuviera enamorada….”— Los vagos pensamientos de Sasha caían de golpee al repasar las escenas anteriores—…Rayos…¿Cómo solucionaré esto?

El tiempo pasaba más rápido de lo que parecía, apenas Sasha miró por la ventana se dio cuenta del cielo teñido de rojo y naranja dando aviso de la tarde y de que pronto sería la hora del baile y eso significaba que vendría una oleada de caos total sobre vestidos, peinados y maquillaje; Lo que no pudo vivir en su vida anterior, ahora estaba pasándola en esta, el gran dilema de la elección de un vestido.

—¿Me veo gordo con este? — La mirada seria de Sasha al preguntarle a los dos cómplices del plan.

—No— La joven dama alzaba la voz fascinada de cada atuendo y pensando para si en que podía regalarle todos.

—Si— Directo y sin una pizca de empatía respondía el asistente que solo miraba con fastidio.

Dos respuestas tan diferentes que dejaban más confundido a Sasha. La señorita le decía que se veía perfecto en todo, pero Nicolas era el más difícil y quisquilloso por sacar todos los defectos en cada vestido.

—Señor Nicolas…—Sasha estaba al borde de lanzar la silla al obstinado asistente, más, sin embargo, no podía perder los estribos frente a la señorita y ser castigado— Si tanto le molesta como veo, ¿Por qué no selecciona un vestido?

Tal Parecía que esa era la solución que esperaba Nicolas. A paso firme y decidido, se acercaba al armario, de entre todos los vestidos iba descartando y criticando-

—Este es muy justo, se verán esos músculos en el abdomen que tienes, este tiene los hombros descubiertos y los músculos de tus brazos no son como los de las damas, Este color no le queda a tu tono de piel y este no combina con tus ojos que es lo único atractivo que tienes— Por atrás, la joven asentía a cada palabra que decía Nicolas— Podríamos ponerte un vestido corto pero esas piernas atraerían demasiado las miradas

—Cada palabra era más confusa para Sasha y con cada oración se sonrojaba— ¿Me está criticando o elogiando?, pensó —Entonces… ¿Cuál debo usar? Se acaba el tiempo, ¿sabes?

Nicolas se giraba con el vestido que creía que era el indicado— Quítate la ropa— Antes de tener respuesta, Nicolas empujaba a Sasha al biombo; la sombras de ambos pelando, luego de como Nicolas le quitaba la ropa y de como le ponía el corsé era presenciado por la señorita que por fuera parecía placida y sin interés, pero por dentro estaba furiosa— ¿Por qué no puedo ser yo quien lo desvista?, pensaba —Dejen de hacer tanto escándalo, aún falta el maquillaje.

Después de gritos y patadas, Sasha y Nicolas salen del biombo. A diferencia de Nicolas, que salía desalineado y agitado, Sasha salía con un bello vestido Azul profundo que parecía volar con el viento con sus pliegues ondulantes hasta la rodilla por delante y por atrás con unas telas delicadas que recordaban a las alas de una mariposa y salpicado en dorado como constelaciones.

—¡Es muy bello! — Los destellos en los ojos de la señorita daban la aprobación— Demasiado…va a ser el centro de atención— De la alegría brincaba al enojo

—Fue lo mejor que pude hacer, los demás vestidos le hacían resaltar aún más— Con el tono molesto empujaba a Sasha a la silla— Con un maquillaje discreto pasará desapercibido y la mascará ayudará — En todo ese momento Sasha solo podía pensar en una cosa— ¡No respiro!, Nico me apretó mucho el Corsé. ¡No creí que así era llevar uno! ¡Me voy a desmayar! ¡Ayuda!

Lamentablemente, solo quedaron como lo que eran, pensamientos.