En el transcurso de la cena, ambos hablaron acerca de sus días y lo que habían hecho. Con un poco más de entusiasmo Ramiro, volvió a soltar sobre la mesa el tema del viaje de egresados. No pasaba un solo día que no hablara de ello. En esa oportunidad y al ver que Isabel no tenía tanto interés en el asunto, Ramiro se dispuso a contarle sobre las cosas que le faltaban comprar. Ante el listado recitado de memoria, Isabel no pudo contener su mandíbula en su lugar, con cada ítem que agregaba Ramiro, los ojos de Isabel se hacían más grandes.
-¿No podrías haberme hecho un listado y aprovechar cuando fuimos al shopping el fin de semana pasado para comprar todo lo que faltaba?.
-No sentía que era urgente el fin de semana pasado.- Dijo Ramiro con una risa nerviosa.
-Pero Rami, si me hubieras dicho, habríamos aprovechado las ofertas que habían. Por eso fuimos a realizar las compras. Ahora, a unas semanas del viaje, ¿me decis que te falta un pantalón, campera, gorro, guantes y botas para la nieve? Estas loco.- Isabel movía con su tenedor la comida de un lado a otro esperando una respuesta.
-Es que no me había dado cuenta hasta hoy, que Romi nos contó que su prima le había prestado la ropa de nieve. Estoy seguro que aún podemos conseguir alguna oferta.- Insistió Ramiro tratando de calmar la situación.
-No tenés idea de lo caro que es esa ropa. Si no hubieras estado tonteando con ese chico las últimas semanas de seguro me lo hubieras dicho con más tiempo. Voy a comparar precios, también puede ser que alquilen todo eso que necesitas.- Dijo con un tono un tanto decisivo.
Al escuchar la mención de “ese chico”, Ramiro agacho la cabeza y atinó a seguir comiendo sin emitir comentarios. Ese chico, era un muchacho que cursaba en la misma escuela que él en el turno tarde. Solamente se cruzaban en el horario de almuerzo. De hecho se habían conocido cuando forzosamente tuvieron que compartir la mesa dado que aquel día viernes el comedor explotaba de alumnos por toda la escuela. Los viernes solía ser el día con mayor carga de actividades extracurriculares; problema mal gestionado por el rectorado dado que los viernes solían ser un caos. En aquel almuerzo, Ramiro había intercambiado miradas con Fabricio. En un primer momento, no le dió la atención necesaria. Pero sentía que cada vez que levantaba su mirada e intentaba hacerse el tonto mirando todo alrededor, encontraba Fabricio mirandolo, un tanto tímido y un tanto desafiante. Fabricio, era un año mayor que Ramiro. Se conocían solamente de cruzarse en los pasillos pero jamás habían intercambiado palabras.
Ese caótico viernes, al salir de la escuela, Ramiro se cruzó con Fabricio y “accidentalmente” se chocaron. Fabricio estaba ingresando al patio y Ramiro con la cabeza agachas cerrando su mochila caminando hacia afuera.
-Perdoná. No estaba mirando por donde iba.-
-No te preocupes, al parecer yo tampoco.- Dijo Fabricio con una risa tímida e incómoda.
-Fabricio, ¿no?.-
-¿Cómo?.- Soltó un poco confundido.
-Tu nombre.- Casi al grito mezclado con risa y rascándose la mejilla.
-Ah sí, perdón. Me agarraste distraído. Si, Fabricio. Vos debes ser Ramiro, ¿No?. Creo que uno de tus amigos te llamó con ese nombre hoy en el almuerzo. Compartimos la misma mesa.- Al terminar de decirlo, Fabricio se dió cuenta que había soltado más información de la que le hubiese gustado dado que había dejado en claro que había estado prestando atención a conversaciones ajenas, e incluso, que había estado al pendiente todo el tiempo; independientemente con su mirada constante, eso ya había quedado claro.
Ramiro con una sonrisa que no podía contener, -Sí, así es. Que detallista y que memoria. Ojalá tuviera la misma memoria para recordar las clases de literatura.-
Se produjo un silencio incómodo, ninguno sabía qué más decir.
-Bueno, ya me iba. Que te sea leve la tarde.-
-Gracias, ¡igualmente!.- Respondió Fabricio con una mano en el bolsillo y la otra rascándose la cabeza un tanto nervioso.
Desde aquel día, Ramiro y Fabricio comenzaron a compartir los almuerzos de los viernes, y de a poco empezaron a verse fuera del ámbito de la escuela. Incluso Fabricio había visitado un par de veces la casa de Ramiro. Muchas tardes, mientras debían estar estudiando, según Isabel, no podían despegarse el uno del otro y pasaban la tarde besándose.
Sin embargo, todo terminó cuando Fabricio volvió con su ex. Daniela, una chica del turno tarde que cursaba con Fabricio. Al enterarse de que algo estaba pasando entre ellos, no resistió los celos e insistió a Fabricio incansablemente para que volvieran a estar juntos.
Ramiro, nunca entendió muy bien porque habían vuelto. Presentía que una gran parte se la debía a la presión social que sentía Fabricio sobre su sexualidad, sin embargo, Ramiro había llegado a quererlo mucho y a apreciar su compañía. La noticia lo dejó en shock cuando Fabricio le dijo que ya no se verían. Había sido hace dos semanas en aquel entonces, y como bien había notado Isabel, estaba un poco disperso.
Ante el silencio de Ramiro al finalizar el almuerzo, Isabel se dió cuenta que algo había pasado entre ellos. Si bien Ramiro nunca le contó nada al respecto, ella presentía que había algo.
-No te vayas a dormir tan temprano. Esperá a que llegue el delivery con el helado.- Tratando de animarlo, imaginando que su hijo no estaba bien amores.
-Gracias Ma.- Ramiro la miró fijamente con los ojos vidriosos.
Se dieron un abrazo y Ramiro subió a su cuarto.
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