Al despertar al día siguiente, Alan pegó un sobresalto de la cama recordando que ese día tendría el examen. Tomó rápidamente los apuntes de su mochila y los repasó antes de desayunar.
Tan pronto terminó, se cambió, se cepilló los dientes y bajó para desayunar junto con su padre. Como era habitual, el desayuno era bastante silencioso, cada uno tomaba su café y comía sus tostadas que le preparaba Rosa. Luego de un rápido desayuno, salió corriendo, agarró su bici y se dirigió hacia la escuela.
Aquella mañana en la puerta se encontraba Daniela hablando con sus amigas; Alan dejó su bicicleta y la encadenó junto con el resto. Al pasar por la entrada, Daniela lo saludó con la mano y él muy temeroso se acercó.
-Hola, ¿cómo estás?
-Bien, nerviosa por el examen.
-Ah sí, espero que Pedrafesa nos tenga piedad y que no sea difícil. Casi no pude estudiar.
-Si me imagino, pero tranquilo que si nos va mal en este examen, tenemos muchos más por delante y al fin y al cabo es el último año; así que, no podemos repetir.
Tanto Daniela como el resto de sus amigas se rieron, mientras Alan apenas dispuso una sonrisa nerviosa.
Alan se sentía un poco incómodo, no era habitual que hablara con Daniela, y menos que un grupo de personas esté al pendiente de su conversación con otra persona. Sin embargo, tanto Daniela como sus amigas, eran personas cálidas. En ningún momento habían hecho bullying a ninguna persona del instituto y siempre solían estar en los eventos de ayuda social que se organizaban allí todos los años.
Sin bien él solía decir que no era víctima de bullying, en varias ocasiones había escuchado al pasar que algunos de sus compañeros de curso lo llamaban freaky. Alan era un chico solitario que siempre le había costado mucho hacer amigos, sin embargo, él tenía compañeros con los que podía conversar y compartir algunos momentos, pero no eran sus amigos. Lo que Alan apreciaba eran las conexiones con personas con las cuales él podía tener conversaciones profundas, personas que se mostrarán realmente como eran sin fingir ni mostrar una imagen construida.
Su único amigo que había tenido toda su vida, se había ido al exterior el año anterior cuando le ofrecieron a su padre un puesto de trabajo dentro de la misma organización pero en las instalaciones de Nueva Zelanda.
Aunque no lo reconociera, lo extrañaba mucho. Solían compartir la gran mayoría de las tardes juntos cuando no tenía que trabajar. Les encantaba ir al cine, siempre iban turnando entre uno u otro de los dos cines que tenía la ciudad. Incluso el último año se habían anotado juntos en el natatorio municipal. Habían sido amigos desde el inicio de la escuela primaria, pero justo antes de terminar el anteúltimo año de la secundaria debieron viajar por el cambio de puesto de trabajo de su padre.
Al recordar a Alexis, Alan sintió una pesadez en el estómago. Aún le pesaba su partida, y el hecho de que la distancia había complicado la comunicación, su relación de amistad también se había visto afectada.
Al sonar el timbre de ingreso, las amigas de Daniela ingresaron al instituto y atrás las siguieron Daniela junto con Alan.
Se sentía cómodo al caminar junto a Daniela. Creía que había encontrado una persona cálida con la cual podría compartir tiempo y quién diría, quizás llegar a generar una amistad. Una amistad que tanto él necesitaba, pero no era capaz de reconocerlo.
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