—Vamos Zuki, Vamos~…- Ariana, la ninfa cactus de piel verde, se encuentra dando saltitos al terminar la clase de Idiomas. Ruega desesperada a su amiga, quien se encuentra sentada tomando apuntes de la pizarra con temple serio, fingiendo con éxito la existencia de su enana amiga. —Mira, ya compré dos boletos. Sobre el disfraz no te preocupes, tengo miles y de muchos estilos. Recuerda que mi hermana estudia Diseño de Modas. Y adivina, ¡soy su modelo estrella! Muchos de sus proyectos están guardados en nuestros closets.

—Compraste el boleto sin consultarme. Hiciste un gasto innecesario. –Le dice la joven de la larga trenza azul oscuro, al fin dirigiendo la mirada su amiga a través de sus enormes lentes cromados como el acero.

—Emilio~- Se gira la ninfa en busca de su amigo, emberrinchada. —Ayúdame a convencerla, tú irás también ¿no?

—Si… pero es más por el concurso de disfraces que harán los del equipo de futbol, aunque no quiera debo ir porque se trata de un disfraz grupal. Cuenta como actividad del club. Si Zuki no desea ir, no la puedes obligar. - La afilada mandibula cuadrada del muchacho se tensa al recordar el mismo comportamiento de parte de sus hermanitas gemelas. Un asunto a soportar similar a la ninfa cactus, al cuadrado.

—Pero me quedaré con un boleto solito sin usar. - La ninfa sacude ligeramente el pedazo de papel brillante frente a la cara de su amiga humana, quien se mantiene ecuánime. Aunque...

—Ari, eso es chantaje. - le contesta la joven, ya con su molestia abriendo grietas en aquella expresión templada.

La desesperada ninfa usa su último recurso —Camilo~- Aunque Ariana no pudo terminar de dar su primer paso hacia su amigo castaño rojizo cual otoño mismo, él ya tenía su respuesta.

—No me metas en esto Ariana, estoy ocupado. –El joven no aparta mirada de su libro de inglés. La ninfa, astuta, sabe que la materia no puede ser tan interesante como para tenerlo ensimismado en el libro escolar. Avanzando despacio, le arrebata el libro de texto. El joven reacciona pasmado, aferrádondose a las páginas interiores, por lo que daba la impresión de que ambos adolecentes despedazaran el libro de idiomas.

La ninfa de cactus se asusta, y cuando está a punto de disculparse con su compañero por ser tan brusca, nota tres cosas desvaneciendo su preocupación:

1.- El libro no luce con páginas arrancadas, está completo.

Ella hojea rápidamente el libro de idiomas para percatarse de ello, y le asombra algo más.

2.- Está completamente contestado. Desde la primera unidad a la última.

—Camilo, ¿eres un ñoño de closet? - le pregunta decepcionada.

—Soy precavido. Cuando tengas empleo de medio tiempo valorarás el hacer todo lo que puedas en el momento que puedas. –Ariana lo mira con silencioso detenimiento. Algo inusual y peligroso en ella.

3.- Su amigo está encorvado hacia la mesa, casi como si ocultara algo con sus dos brazos y torso.

La ninfa de tez verde oliva, observa con mayor atención el escritorio. Alcanza a ver páginas en sobre el, siendo hojas un poco más pequeñas que el libro de idiomas y de distinta tonalidad. Ella sonríe traviesa de oreja a oreja, o en su caso, de cactus a cactus. El joven castaño rojizo se nota descubierto, palideciendo en un instante y mirando sin parpadear a la ninfa mientras recuerda su religión, rogando a Dios.

—Ari…- La ve avanzar sin ocultar la traviesa expresión en su rostro. Mira a sus compañeros y agradece que nadie le esté prestando atención, ni siquiera la maestra Francis, quien es la hermosa maestra de idiomas de la escuela. A pesar de que su clase había concluido y se encuentran en hora libre, ella sigue sentada frente a ellos, al otro extremo de la fila en su escritorio de maestro, ocupada en su laptop.

Intuyendo que la ninfa no le otorgaría misericordia y conociendo de ésta que es capaz de hacer un escándalo con tal de conseguir lo que desea, se rinde antes de que ella se abalance y llame la atención de todos en el aula. No sin antes negociar. El joven esconde rápidamente el pequeño libro detrás de su espalda y con la otra mano hace un gesto de silencio a Ariana, a quien casi se le escapa un gritito al reconocer la portada.

Entre susurros, el muchacho le dice —Te lo presto sólo si guardas el secreto. –En sus ojos hay seriedad, como si su vida dependiera de ello.

—Palabra de ninfa. Nosotras amamos los secretos. - Le dice bajito entre risas. Ella recibe el libro: una extraña historieta rosa pastel con destellos amarillos en foil como adorno. No puede evitar soltar un grito mudo al tener el ejemplar en sus manos, y le pregunta con la voz más baja que puede debido a su emoción —¡¿Es la edición original del aniversario 50 de Tarot de Rosas?! –su amigo asiente —No sabes cuánto amo la historia. ¡Y es la versión a color!

—Te la presto si quieres, pero ya vete a sentar. - Camilo se encuentra enojado e incómodo, un gran rubor lo delata. Se limitó a cruzar sus brazos y ver por la ventana del aula. —Me costó bastante negociar con mi hermano un sueldo para que no se limitara a solo gastos escolares. Después de ahorrar bastante tiempo, lo pedí por internet en cuanto tuve lo suficiente. Me ha llegado ayer y apenas voy en el capítulo 5 para ahora tener que esperar hasta que Ari lo termine… Algo me decía que estaba teniendo una semana bastante dulce como para ser yo.

—Graciiias. Disfrutaré leerlo. Pero al juzgar tu hermoso separador metálico, que seguro venía de regalo junto a la edición. ¿No querrás terminarlo primero, Camilo? - El joven voltea rápido sin impedir que su cara lo delate con el brillo de la esperanza en sus ojos. Brillo que se opaca con la rapidez de una estrella fugaz al notar la sombría expresión de travesura de la ninfa. —Resuelve este problemita y te lo regreso. - Ari deja escapar una risa dulce y malvada, pasando por la cara de su amigo el boleto de la fiesta. Camilo lo toma enojado y se levanta, caminando detrás de Ariana.

—Zuki~- Llama de forma juguetona y alegre la ninfa. Su amiga no iba a voltear, ya estaba hastiada de la insistencia de su Ariana, pero algo le llama la atención. Al voltear no ve a la traviesa enana, en su lugar está Camilo, mirándola de pie detrás de su pupitre con expresión entre incomodidad y resignación.

—No me digas que te convenció de entrometerte Camilo. - Dice Emilio con decepción burlona. A Mizuki es algo que le desubica y le dirige una mirada al joven de pie frente a ella, desconcertada.

—Más bien me extorsionaron. - Piensa el castaño con una mueca. —Zuki es fría y terca, nunca podré convencerla. Creo que ni las extorsiones ni torturas funcionan con ella… -Camilo logra recordar algo que escuchó de la ninfa para tratar de convencerla y se le ocurre algo. —Solo debo resolver su problema...

—Ari, Zuki no tiene disfraz y la fiesta será en unas horas, después de clase. Además, las tiendas de disfraces deben estar saturadas ya que justo éste Halloween cayó en viernes. Para cuando salga de clases no tendrá tiempo de alquilar nada, y sería raro ir con ropa normal o uniforme.

—Camilo, creo que no escuchaste cuando dije que gracias a mi hermana tengo muchos disfraces. - La ninfa disgustada y con ambas manos en la cintura. No tiene idea de a dónde quiere llegar su extorsionado. —¿A caso no le importa perder su tiempo de lectura?

—Exacto. Y dijiste que tú eres su modelo estrella, ¿no?

—Si. - Afirma la ninfa con el mismo temple. Mientras, la maestra Francis, la guapa mujer extranjera de 23 años, se encuentra justo frente a ellos, sentada en su escritorio y sonriendo detrás de su laptop. Disfrutando de ser espectadora de un drama adolescente, fingiendo teclear cosas en un archivo en blanco.

—Pero Zuki y tú no son de la misma talla.

—¿¡Me estás diciendo gorda?!- interrumpe velozmente la ninfa, provocando que Francis Ham se tragara una gran carcajada, agachando aún más su cara para ocultar su expresión de disfrute y tecleando con mayor intensidad.

—NO. No, no…- Camilo levanta ambas palmas hacia la enana, negando con todo su cuerpo. Emilio esta tan divertido que no deja de reír a pulmón tendido. Mizuki se encuentra confundida, no sabe que intenta hacer su amigo. —Tú eres muy bajita, Zuki es más alta. Lo que sea que tengas para ofrecerle, aunque le quede en talle, será muy pequeño para ella.

—Pero esa es la mejor parte. Todas van vestidas de forma provocativa. Las canes y felinas aman mostrar su pelaje. Zuki no resaltaría ni siendo humana. Ella estará bien. - Dice la ninfa con ligereza, provocando sorpresa en su amiga de gafas.

—¡No lo había pensado! ¡Si hubiese aceptado la invitación de Ari me iba tocar ir a la fiesta casi que con bikini en pleno otoño! – La joven está en shock al no notar lo que resultaba tan obvio.

—No seas egoísta Ari. Estás acostumbrada a llevar ropa diversa por tus eventos de danza, porristas y al ser modelo de tu hermana, para tí es normal. Pero, cualquier persona se sentiría avergonzada de mostrar más de lo que le gustaría. Zuki estaría muy incómoda. ¿No lo pensaste?

Emilio sabe que las palabras de su amigo para razonar con la ninfa serán en vano, mirando atento a sus amigos solo puede desear por lo mejor en silencio.

—¡PERO ESO NO RESUELVE MI PROBLEMA! - Grita la ninfa con ambos boletos en mano, sacando un largo suspiro pesado de su amiga y provocando que los pensamientos de Emilio se vuelvan realidad.

—Claro que lo resuelve. - Comenta el joven extorsionado. —Ya eres consciente de que Zuki no puede ir éste año al evento al no tener nada listo para usar. - Y arrebatando un boleto de la mano de la ninfa termina por decir —Iré contigo. Eso resuelve tu problemita. –El joven balancea suavemente el boleto en la cara de la ninfa tal y como ella estuvo haciendo con sus amigos, manteniendo él una sonrisa extraña con el ceño fruncido.

Ariana lo mira estupefacta y luego de un largo silencio comienza a reír —Hace todo esto para poder terminar de leer la dulce y melosa novela de romance antes de prestármela. –Sus pensamientos provocan que su risa se convierta en una carcajada sonora. —Camilo~ ¡eres todo un romántico de clóset! – Le grita al joven agarrando el cuello de su camisa por la emoción, de un solo y enorme salto, haciendo que el muchacho se agache con tal de no romper su uniforme.

El color otoñal de su cabello, de nueva cuenta, no fue rival para el tono de rojo incendiado de su cara: del rostro a las orejas, se sentía casi expuesto por su inocente hobby. Inconsciente, su mirada se dirige a su pupitre. Rebusca y desmenuza con la mirada su lugar, preocupado de que una mínima esquina de aquel libro se asome. Si la ninfa no lo tuviera agarrado de la camisa y si no estorbara su paso por el estrecho pasillo entre filas de pupitres, no se preocuparía demasiado. Pero se mantenía firme, evitando la mirada de sus amigos. Quienes a pesar de no entender lo que sucedía, se encuentran agradecidos de que la ninfa ya no estaría emberrinchada con el tema.

—No sé qué hiciste, ni cómo. Pero gracias. - La joven de la trenza da un suspiro suave, liberando el hartazgo que cargaba en su aliento provocado por su pequeña amiga.

La maestra Francis está más que encantada con la resolución del problema, cierra su laptop y al guardarla se dirige a la puerta con su característico caminar alegre en sus enormes zapatos de plataforma y con una sonrisa adornando su rostro. —Termina el chisme y yo me marcho~ Estoy agradecida de pedir el cambio, esta escuela es divertida.